Al otro día, Emma se levantó realmente tarde ya que por la preocupación no pudo dormir bien, cuando bajo hacía la cocina, Yuugo ya tenía preparado el desayuno para Sol y para ella.
—Buenos días, Antena — Yuugo sonreía levemente hacía ella.
—Buenos días — Emma se sentó en la mesa, mientras tomaba la cuchara para comer el desayuno.
Minutos después bajo Sol que recién se levantaba, mientras trataba de sentarse en la silla que era demasiado alta para ella, Yuugo le ayudo por lo cual todo estaba bien. Emma miraba el desayuno, mientras recordaba todo lo que había pasado el día de ayer con tristeza.
—Mami — El llamado de su hija la trajo al mundo real —¿Pasa algo? — Preguntó ella preocupada porque su madre usualmente era más activa en la mañana y siempre llevaba una sonrisa.
—¿Eh?, no, no pasa nada cariño — Ella trato de sonreírle.
—¿Hubo algún problema ayer? — Yuugo también se percató de su cambio de actitud.
—Eh... no... — Emma recordó el incidente con el señor Evans, lo cual bajo su cabeza dándose cuenta que el sueño por lo cual le puso mucho empeño se había roto —Bueno... algo así — Ambos le miraron con preocupación mientras ella daba una sonrisa lastimera.
Toda esa discusión con Ray la había hecho olvidar eso, Emma soltó un gran suspiró, mientras volvía a la realidad.
No es como si el trabajo de Gilda fuera algo en lo que podría estar toda la vida, después de todo era solo una asistente y la guardería era pequeña, su hija necesitaría aún más dinero a medida que creciera y por eso había buscado otras opciones, pero había arruinado su gran oportunidad. Si le hubiera ido bien ayer, el señor Evans llevaría sus cuadros a varias partes del país donde serían exhibidas en varias galerías, pero como surgió el problema, Emma entendió que ya no tendría otra oportunidad.
Soltó un gran suspiró mientras los dos espectadores le veían con preocupación.
—Ya, ya — Emma sintió un tacto leve en su cabello, mientras alzaba la mirada, su hija la intentaba consolar — Vendrá otra oportunidad — Su hija le sonrió levemente, casi haciéndola llorar.
—¿Qué hice para merecer a la mejor hija del mundo? — Ella la abrazó con cariño, mientras Sol reía levemente.
—Ya mami, no te pongas triste — Ella correspondió su abrazó, mientras Emma se aferraba aún más a ella.
No sabía que haría si alguien intentaba llevársela.
—Tienes razón, de nada sirve estar deprimida — Emma trato de levantar su animo para no preocupar a su pobre niña con cosas de las que no debería preocuparse.
Los tres terminaron el desayuno con relativa calma, luego Emma subió a darse un baño para quitarse toda la pena, y salió al jardín con su hija mientras ella terminaba de leer el libro debajo del árbol, y Emma se dedico a pintar afuera, aprovechando el ambiente fresco.
Yuugo las miraba desde adentro, mientras veía con preocupación a la chica, él no recordaba haberla visto tan triste desde que Emma dio a luz a esa niña, cuando Sol llegó, iluminó el corazón de aquella chica, y admitía que también el suyo. De repente, el sonido de un aparato sonando capto su atención.
Emma usualmente era descuidada y dejaba su celular dentro de la casa, especialmente cuando pintaba porque la distraía, así que Yuugo lo cogió y se lo llevo.
—Antena, te están llamando — Emma dejo sus cosas de lado, mientras corría a contestar la llamada, al ver el número de quien marcaba se asustó de repente.
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Mariposas contra el viento
RomanceCrecer no era fácil, especialmente para Emma Ratri, su dulce infancia se fue con las obligaciones y cargas pesadas que sus padres le imponían por sus grandes expectativas con ella. Lastimosamente en su adolescencia se vio envuelta en un extraño tri...