Rosas

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Emma realmente no sabía que hacer en ese momento, había pasado la noche en vela sentada en el comedor mientras seguía viendo la citación sin poder creérselo todavía. Soltó un suspiró mientras empezaba a aceptar que ahora si que estaba en un gran problema.

¿Realmente Norman podía quitarle a su hija?

Quizás la respuesta obvia era no, pero estaba convencida de que Norman no se rendería simplemente por las buenas, cuando era pequeña lo admiró por lo inteligente que era, además de que Norman siempre se salía con la suya. Para él, la vida era como jugar un juego de ajedrez. Quizás por eso estaba tan asustada, él no dudaría de usar trucos sucios para lograr su objetivo y tenía mucho miedo de él.

Emma tembló un poco al recordarlo, todo el apreció que le tenía cuando era pequeña se había ido y se había convertido en un gran miedo, tenía miedo de que la hiriera otra vez.

Cuando la mañana llegó, Emma comenzó a preparar el desayuno, cuando notó que su hija había despertado y bajado para desayunar. Sol había estado realmente asustada el día anterior, y Emma no se perdonaba por lo que le habían hecho pasar.

—Buenos días, mi amor — Emma se acercó a abrazarla con dulzura, siendo correspondida por ella.

—Buenos días, mami — Sol se dirigió a la mesa para comenzar a comer, Emma la miraba comer sin querer perderse ningún detalle.

Sol era el regaló más grande que la vida le había dado, si la perdía, ella simplemente no se imaginaba poder con la tristeza.

—Mami — Su hija la llamó nuevamente mientras ella estaba seria — Ayer, ese señor dijo que él era mi papá — Le contó ella mientras Sol le miraba confundida —¿De verdad es mi papá? — Emma se quedó enmudecía por un segundo.

De verdad mataría a Norman.

—No, él te mintió — Le aseguró Emma sonriéndole, Sol volvió a mirar el plato.

—Entonces... ¿quién es mi papá? — Esa pregunta siempre temió que ella le preguntará porque no sabría como responder.

Emma soltó un suspiró mientras la miraba con pena, no quería responder eso porque luego más preguntas vendrían después.

—Te lo contaré luego — Emma se resignó, Sol no estaba lista para esa charla, la niña bajo su cabeza desanimada, pero acepto las palabras de su madre.

Emma realmente estaba bastante estresada y no sabía que hacer, luego de que Yuugo bajará a desayunar, Emma se preparó para llevar a Sol a la guardería para poder trabajar ese día, pero como aún estaba estresada y no pudo dormir absolutamente nada; Emma se encontraba muy somnolienta en el trabajo y los niños intentaron de no molestarla al verla de ánimo bajo, Gilda la veía preocupada y en un pequeño receso mientras los niños comían, Emma le tuvo que contar todo a ella.

Gilda no sabía que responder a todo, mientras la veía con pesar, sin saber que hacer.

—Emma — Gilda le llamó maternalmente — no te preocupes, siempre tendrás un lugar aquí — Le aseguró ella, Emma asintió, agradeciendo tu bondad.

—Gracias Gilda — Gilda sonrió un poco al oírla, pero Emma realmente parecía devastada.

—Parece que tu pasado, finalmente te alcanzó — Emma asintió levemente al oírla.

—Quise escapar y correr lejos, pero volví a caer en las redes — Ella se quejó mientras sentía que de nuevo quería llorar.

—¿Ya no puedes huir? — Gilda le miró con preocupación, mientras Emma alzaba su mirada.

Mariposas contra el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora