Preparativos para el banquete

1.7K 122 4
                                    

Gajeel despertó muy temprano, aún no se había alzado el sol, pero era una hora que le gustaba mucho. Salió al balcón a tomar algo de aire y vio a su hermosa esclava recogiendo flores. Pensó que ni la misma Proserpina se vería tan bella en sus jardínes. Se vistió rápidamente y bajó a los jardines.
-Buenas días, Enana.
Ella sorprendida, volteó a ver a su amo.
-Buenos días, amo. Me honra saludándome, señor.
-¿Qué haces sola aquí?
-Recogía las flores, señor ¿Necesita que le sirva en algo, amo?
-Sí, tal vez...Podrías servirme en algo-dijo tocando el cuello de Levy.

-Buenos días, Gajeel. Buenos días, Levy-dijo Totomaru.
-Buenos días, señor Totomaru- dijo sonrojada.
-¿Te has vuelto madrugador Totomaru?-preguntó Gajeel algo molesto.
-Dicen que a quien madruga Dios le ayuda. Pequeña, necesitaré tu ayuda para todos los preparativos. Ven, por favor.
-¿Me permite ir, amo?
-Ve, Enana. Luego te gritaré algunas cosas, Totomaru.

Gajeel veía cómo Levy trabajaba, sus habilidades eran asombrosas. Los platillos del banquete eran adecuados, la cantidad de vino a comprar, más que suficiente, pero precisa. La manera de arreglar el salón fue exquisita.
-¿Donde aprendiste todo esto, Enana?
-El jefe de La Gran Biblioteca, era invitado a varias fiestas y me pedían prestada para ayudar en los preparativos.
-Pues te felicito, es un trabajo increíble.
-Solo estoy para servirte, amo.

Esa noche Gajeel le gritó algunas cosas a Totomaru.
-Espero que para la próxima vez, no interrumpas cuando esté con Levy.
-Yo espero que tengas cuidado en tu trato con tu esclava.
-¿De qué hablas, Totomaru?
-Un día, Levy apareció golpeada. La tuve que presionar para que me dijera la verdad. Sus compañeras la habían agredido.
-¿Qué? ¿Quién se atrevió a tocarla?
-No me lo dijo, pero tengo mis sospechas. Sin embargo, fue porque yo apreciaba a Levy.
-Pues deberán saber que si la tocan estando yo aquí, serán castigados.
-Nunca te he visto así con nadie, Gajeel.
-Ni yo tampoco Totomaru. Desde que la vi por primera vez, sentí que había visto antes sus ojos. Sus maneras son exquisitas. Hoy viéndola coger flores pensé que era una princesa y no una esclava.
-¿Es que acaso Cupido te ha flechado, amigo mío?
-No lo sé, Totomaru. No lo sé.

Levy volvió a salir al jardín a mirar las estrellas y a despejar su mente.
-Sí que debes tener problemas para dormir.
Levy volteó y ahí estaba su amo.
-¿Desea, mi amo, que me retire?
-No, Enana. Ven, échate a mi lado- dijo recostándose en el césped.
Levy obedeció , pero su temblor no pasó desapercibido a su amo.
-¿Por qué tiemblas, Enana? ¿Acaso te repugno tanto?
-No, mi señor. No es nada de eso- dijo Levy asustada-No hay forma en que usted pudiera repugnarme.
-¿Entonces?
-Nunca he estado a solas con un hombre, señor.
-Giji. Pues ve acostumbrandote, Enana, pues estaremos así muchas veces.

Gajeel se acercó y le dio un beso en los labios a Levy, fue un beso corto, pero aun así sintió electricidad recorrer su cuerpo.
-Ve y descansa, Enana, creo que ya podrás dormir- dijo al separarse de ella.
-Buenas noches, amo-dijo con una reverencia al retirarse.
-Buenas noches, Levy.

Esa noche ambos tocaron sus labios, recordando la electricidad de ese beso.

La Flor de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora