Traición

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-¿El amo ha vuelto?- preguntó Levy.
-Sí, ha vuelto, pero ha estado casi una semana en el palacio del Emperador.
-¿Tanto tiempo?
-El Emperador tendrá sus motivos.

Y sí que el Emperador tenía sus motivos.
-Dime de...una vez...por...todas, Gajeel, la verdadera...razón por la que me has...desobedecido- dijo entre toses.
-Ya se lo he dicho, Divinidad. Revisamos todo el norte del río Rin, la única aldea que encontramos tenía menos personas que nuestro ejército- dijo Gajeel esposado y arrodillado ante el Emperador. El Emperador lo retuvo como invitado durante un tiempo, pero luego de unos días, fue arrestado y llevado ante el César.
-Eso es mentira- dijo una voz entrando a la sala.

Era un hombre alto, de pelo negro y tez oscura. Petronio Ivan Dreyar, sobrino del Emperador, criado por él desde antes siquiera de casarse. El Emperador tenía en él una gran confianza y una fe ciega.
-Iván, hijo mío,...me alegra que estés aquí.
-El placer es mio, Emperador.
-¿Novedades?
-He entrevistado a los soldados que Gajeel ha traído consigo. Me dicen que tenían al ejército en sus narices y él se negó a atacarlos.
-¡Eso es mentira! ¡No había ejército!
-¡No te...atrevas a levantar la voz!-gritó el César-Prosigue, Iván
-Mencionan que Gajeel sostuvo una conversación con el jefe de la tribu, en secreto.
-Había ahí un intérprete, Majestad- dijo Gajeel.
-Sí, un intérprete que está muerto-dijo Iván.
-¿Cómo?- preguntó Gajeel.
-Fue encontrado cerca al acueducto, señor. Tenía la garganta cortada. Según testigos dijo que se reuniría ahí con un centurión de gran importancia. Tal vez, él y Claudio Gray están confabulados para unirse al ejército de bárbaros y lograr algún beneficio.

El Emperador se quedó pensativo por un momento.
-Majestad, permítame tener un juicio. Que se acerquen esos testigos que me acusan, por favor y declaren.
-¿Para que los mates como hiciste con el intérprete?-dijo Iván.
-Yo no hice nada de eso, señor.
-¡Es suficiente! Casio Gajeel Máximus Redfox, te acuso y te condeno por traición a Roma y desobediencia al Emperador. Quedas condenado a cadena perpetua en las mazmorras y tu casa y propiedades pasarán a ser propiedad del Imperio. Qué así se escriba, que así se haga.

***

-¿Propiedad de Roma?
-Así es pequeña. Gajeel ahora está preso de por vida y todo lo que antes fue de él, ahora es propiedad del Emperador, eso te incluye a ti y a todos los esclavos- dijo Totomaru.
-¿Y qué pasará con la casa, señor?
-Todo seguirá igual, las granjas seguirán produciendo y todo irá a parar al Emperador. A menos...-dijo pensativo.
-¿A menos que qué?- preguntó Levy asustada.
-A menos que el Emperador decida vender esta propiedad a alguien.
-¿Es eso malo?
-Mi pequeña-dijo el administrador con ternura- Tu inocencia es conmovedora. Debes saber, Levy, que no todos los amos son como Gajeel. Eres hermosa y deseable para cualquier hombre, ningún hombre dudaría en forzarte si así lo quisiera.
-¿Hay algún comprador interesado?-su voz sonaba a preocupación.
-No en toda la propiedad, pero sí en ti.
-¿Quién?
-Tiberius Rogue.

Levy se asustó. Sabía del interés de Rogue en ella, pero le asustaba ser propiedad de otro hombre que no fuera Gajeel. Temía que otros hombres no fueran igual de considerados que él.
-¿Por qué ese hombre me compraría siendo propiedad del Emperador?
-Tiberius es su pariente, un sobrino segundo si no me equivoco. Podría decirle al Emperador que desea comprarte o simplemente pedirte a él y serías automáticamente de su propiedad.

Totomaru vio la cara de Levy y añadió:
-No temas ni te angusties por lo que ocurrirá en un futuro, preocupante solo por el presente. El presente ya tiene suficientes problemas como para atormentarnos con los que llegarán.
-¿Qué hacemos entonces, señor Totomaru?
-Seguir trabajando y rogar a los dioses que todo esto se esclarezca.

La Flor de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora