Una nueva misión

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A la mañana siguiente, Gajeel se presentó al palacio del Emperador y entró a la corte. Su Divinidad fue directo al punto a tratar y de lo que debía hacerse.

Recibió los informes de dónde estaba el ejército. Gajeel, junto al príncipe Laxus partirían a destruir a ese ejército. Ya se había mandado un mensaje al tribuno Dragneel para que regrese de su viaje cuanto antes y se mandó a informar al centurión Fullubuster. Todo el ejército debía ir, solo dejando en Roma la guardia necesaria. De regresar triunfante, Gajeel recibiría de nuevo sus honores y propiedades y recibiría grandes riquezas.

Pero Gajeel sintió en su pecho un dolor más grande de cuando fue a Germania la vez anterior. Dejar a Levy nuevamente le arrugaba el alma. Comprendió muy tarde que lo que sentía por su esclava iba más allá del simple deseo. Por eso, cuando dejó la corte del Emperador se dirigió al templo de Venus, diosa romana del amor. Entró a la cámara que compartían ella y su hijo Cupido y se postró ante ellos a orar.

-Adorado seas, Cupido . Que me flechaste para amar a la mejor de las mujeres. Aunque esclava, siempre fue para mí una princesa, más bella que Proserpina en sus jardines y que ella perdone mi insolencia. Te ruego a ti Venus, que tu hijo Cupido la fleche para mí, para ser dueño de su corazón, como ella lo es del mío. Permite que regrese de Germania para poder estar junto a ella. Pues ahora comprendo que no es solo deseo lo que siento, sino el hermoso amor del que tú eres diosa.

Terminada su oración, Gajeel dio una ofrenda de incienso y luego regresó a su casa y le dio las órdenes pertinentes a Totomaru. Debían tener todo listo, pues partiría al día siguiente.

Cuando todo estuvo listo, Gajeel se retiró a sus cuartos y pidió que nadie lo moleste. Su noche fue intranquila y solo pudo descansar cuando pensó en su amada Levy.

A la mañana siguiente se dispuso a hablar con Totomaru antes de partir, pero algo lo detuvo antes de entrar a la sala del administrador.
-Deberías decírselo antes de que se marche- dijo la voz de Totomaru.
-No hay forma, no me atrevo- contestó la voz de Levy.
-Dime una buena razón.
- No solo una, le doy varias razones. No soy atractiva.
-Cualquier persona se daría cuenta que te desea y, además, eres hermosa.
-No tengo nada, soy pobre, solo tengo mi sueldo de sierva.
-A él no parece importarle.
-Creerá que ando tras su dinero.
-Él no es así. Nunca pensaría algo así de ti. Tus ojos no mienten.
-No tengo el valor para decírselo.
-No le niegues a Gajeel esa bendición, mi niña.

Gajeel se tensó con estas palabras y quizo saber de qué estaban hablando.
-¿Bendición?
-Ese sentimiento es una bendición, porque es amor, ¿verdad?
Luego de un silencio incómodo Levy confesó.
-Sí. Nunca sentí esto por nadie. Lo amo, siento que aunque fuera solamente Gajeel, un ciudadano más, estaría contenta. Cuando me miraba me perdía en sus ojos rojos como un par de gemas. Tenía miedo cuando no pude responder a sus caricias, no me sentía lista para ser tocada de esa manera, pensaba que era un sueño porque era demasiado perfecto para ser real, pero lo amo, lo amo y lo diría mil veces. Lo único que quiero de él es su corazón, que me ame como se aman los bendecidos por Venus. Pero...

¡BANK!

Levy y Totomaru voltearon a ver hacia donde venía el sonido y vieron a Gajeel parado en el umbral de la puerta, que la había abierto de golpe, mirando fijamente a la dueña de su corazón.
-Totomaru...quiero que salgas, cierres la puerta y que nadie nos interrumpa.
El administrador hizo como se le ordenó y se retiró. Cuando quedaron a solas, Gajeel miró a su esclava a los ojos.
-Si lo que tú quieres es mi corazón, lo tienes, Levy. Porque yo te amo, con cada parte de mi alma. Desde que te vi, sentí por ti lo que no sentí nunca por otra mujer. Eros me flechó para ti. No te preocupes por la bendición de Venus, ella ya nos ha bendecido. No te preocupes si no te sientes lista. Yo esperaré. Te amo, Levy. Y si tu lo dices mil veces yo lo diré mil veces mil. Nunca se contara en la historia que una mujer fue, es o será más amada que tú.
Y dicho esto tomó la mano de Levy y la besó. Pero nunca se esperó lo que ocurriría.

Levy tomo la cara de Gajeel en sus mano, luego se aferró a su cuello y lo besó. La pequeña mujer sintió la felicidad de superar un miedo, pero Gajeel se sintió en Los Campos Elíseos con ese beso. La tomó de la cintura, la alzó a su altura y la besó con amor, llegando a hacer bailar su lengua con la suya. Cuando se separaron, Levy tomó la palabra.
-Si he encontrado tu favor, no pienses que quiero de ti nada aparte de tu afecto.
-Mi corazón es tuyo, mi amor. Pero deja que te dé el lugar de la dueña de mi corazón, como te mereces ¡Totomaru!
Cuando entró Totomaru, Gajeel le dijo.
-Sé testigo de esto que hago ante ti y para Levy. Cópialo en un documento para que quede escrito y sellado.
Entonces se quitó su anillo con el sello y poniéndolo en la mano de Levy le dijo.
-Yo, Casio Gajeel Máximus Redfox, Centurión de Roma al servicio del Emperador Tito Makarov Flavius Dreyar, te tomo a ti, Levy, ante los dioses y Marco Tito Totomaru de testigo, como mi prometida. Con la promesa de desposarte a mi regreso de Germania. Siendo así yo lo firmo- Colocó su nombre en el documento- Pero depende de ti, mi amada Levy, si lo sellas.

Levy, abrumada por la confesión de Gajeel, se quedó de piedra. Pero la felicidad le devolvió el movimiento y, acercándose al documento, colocó el sello de Gajeel sobre la cera que había colocado Totomaru.
-Guarda esto, Totomaru, aquí en tu sala o en tu cuarto. No quiero que nadie lo sepa por ahora- volviéndose a Levy-Lleva siempre mi sello como signo de mi protección. A mi vuelta de Germania me casaré contigo, con el favor de los dioses.
-Deseo vuelvas a mí pronto. Rezaré a la diosa Mavis por ti y oraré en su presencia hasta que vuelvas. Espero te vaya bien en esta nueva misión.
-¿Cuál misión?¿Germania o nuestra boda?
-Las dos- sonrió Levy.

Pasadas unas horas, Gajeel le dio las últimas instrucciones a Totomaru y dandole un último beso a Levy se fue con la escolta hacia Germania junto con el príncipe Laxus y el tribuno Dragneel recién llegado de los candentes desiertos de Siria.

La Flor de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora