A pedido del público

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-No, no es No
-No pedía tu permiso, solo te estaba informando.
-Flavius así no ayudas en nada, respeta a tu padre.

La casa estaba en problemas, Flavius Redfox quería casarse con una joven, una muy hermosa e inteligente, respetada y admirada en la corte. El único defecto que tenía, para Gajeel, es que era la hija de Tiberius Rogue. Este había conocido a una bellísima amazona de nombre Kagura y se habían casado poco después. Le dio a una única hija de nombre Xenna y falleció después de unos días de dar a luz.
-Créeme, Gajeel, a mí tampoco me gusta la idea- dijo Rogue entrando en la sala seguido de su hija.
-Papá, por favor...
-Eres la imagen de tu madre, Xenna, no permitiré que te apartes de mi lado.

Unas pequeñas risitas salieron de la boca de Levy.
-Querida, esto no es gracioso- dijo Gajeel.
-Lo sé mi cielo, es solo que me hizo recordar a cuando mi padre te negaba mi mano.

Todos cayeron en silencio, recordando aquella historia.
-Gajeel, nuestro hijo ama a Xenna, no te nubles por las diferencias que tengan tú y Rogue. Siempre haces lo mismo, incluso cuando Rea Claudia quiso casarse con Marco Dragneel o cuando Asenat quiso casarse con Ptolomeo Fullubuster.
- No traigas a colación eso, mis princesas terminaron casandose como quisieron. Eran los peores partidos, pero admito que no había nada mejor.
-Sigues con eso...
-¿Podemos hablar?- dijo Flavius.
-No, no pueden. No eres alguien que quisiera para mi hija, Flavius. No quiero aceptarte.
-¡Por los dioses basta!- dijo Xenna- ¿Cuales su problema? Tanto Flavius como yo somos personas sin tacha en Roma, hemos sido buenos estudiantes, siempre educados y decentes y nunca les hemos desobedecido. ¿Nos van a negar la felicidad por antiguas disputas?

Los dos padres gruñeron.
-Juro por la diosa Mavis, Rogue, que si mi hijo no honra a tu hija como esposa, yo misma le azotaré.
-¡Mamá!
-Cállate, Flavius.
-Ella es todo lo que me queda de Kagura, Levy.
-Lo sé, Rogue, pero ella es dueña de su vida.

El hombre soltó un suspiro.
-Tienes mi bendición, hija mía.
Xenna se abalanzó sobre su padre y lo abrazó.

Después de eso, Flavius aceptó mudarse a casa de su suegro para nomapartarlo de su hija.

-¿Siempre te sales con la tuya?- le preguntó Gajeel a su esposa, aquella noche, apunto de acostarse.
- Estoy acostumbrada. Quieren irse a Capri de viaje de bodas.
-Lindo lugar- dijo un serio Gajeel.
-Mira el lado bueno- dijo Levy acariciando el pecho de su esposo- volvemos a ser solo tu y yo, sin preocuparnos de que los "niños" nos puedan escuchar.
- Eso suena interesante.

A pesar de tener más de veinte años casados, la pasión seguía demasiado intensa. Gajeel era un hombre adicto al cuerpo y las caricias de su esposa y Levy era una mujer deseosa que amaba acariciar la piel de su marido.

La noche cayó sobre sus días y sus el sol iluminó muchos días más en ellos. La vida siguió su curso, para Levy, Gajeel, sus hijos y los hijos de sus hijos. Esta historia llegó a ustedes, a pedido del público la termino así y ahora, con su permiso, debo retirarme.

¡Salve Roma!

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