El Retorno

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Muy temprano en la mañana, Roma se despertó a una con el sonido de la trompeta. Al sonido de una se sumaron el de muchas y toda la ciudad escuchó la felicidad de los instrumentos que anunciaban una gran noticia: el ejército había regresado. Traían consigo las banderas en alto y los tamborilleros estaban adelante, tocando las melodías. Adelante de todos estaba Gajeel, con algunas heridas vendaddas, pero radiante de felicidad al entrar a su hogar, triunfante.

El templo de Mavis oyó la noticia y antes de unirse a las celebraciones las mujeres se pusieron a orar en agradecimiento a la diosa. Levy se postró igual que todas a orar, pero temblaba por la ansiedad de saber si su prometido volvía con vida.

Terminada la oración, Levy dejó sus ropas de virgen del templo y se dirigió rápidamente a la casa de Gajeel. Cuando entró simplemente miró a Totomaru y este le dijo: Arriba. Corrió al segundo piso y ahí encontró a Gajeel que al verla corrió hacia ella y la tomó en sus brazos. Se besaron con todo ese amor de esperar un año y se abrazaron fuertemente.
-No tienes idea de cuánto te he extrañado.
-Ya me preocupaba no encontrarte aquí ¿dónde estuviste?
-Desde el día en que partiste hasta hoy he estado en el templo de Mavis, obtuve permiso para rezar con las demás vírgenes. No he dejado de rezar desde entonces, esperando que volvieras.
-En cada batalla, te estaba pensando. El deseo de volver y casarme contigo era lo que me daba fuerzas para seguir luchando y seguir viviendo.
-No tienes idea cuánto te extrañé.

Se dieron un último beso.
-Debo ir a bañarme, quiero quitarme el polvo de Germania.
-Sí, hazlo. Solo por esta ocasión te abracé sin importar nada, pero ve mejor a bañarte.
-Con que estas con esas...
-Iré a que te preparen el baño.

Una vez listo el baño, Gajeel se sumergió en la tina de aguas tibias y relajó sus entumecidos músculos tras las horas de guerra y cabalgata. Escuchó el sonido de la puerta abriéndose y un sonido que indicaba que habían puesto el seguro.
-¿Jet? ¿Eres tú?- preguntó, pues era Jet su asistente en el baño.
-N-no, soy yo-contestó la voz de Levy.

Gajeel se sorprendió al encontrar a su prometida ahí. La miró entre los vapores de la bañera y la vio arrodillada cerca de la tina, algo sonrojada, pero tenía firmeza en sus ojos.
-¿Qué haces aquí, Enana?
-Vine porque deseaba estar a solas contigo, pero puedo irme si tu quieres.
Gajeel vio que su novia tenía grandes deseos de estar ahí y eso tocó su masculinidad.
-Giji ¿Quieres bañarte conmigo, preciosa?
-Solo si tengo tu permiso.

Gajeel tomó una toalla y envolviéndose en ella salió de la tina y se reunió con su amada. Estuvieron frente a frente, mirándose a los ojos y se besaron. Mientras se besaban, Gajeel iba retirando la ropa de Levy y acariciando su espalda.

Pero algo lo detuvo.

Dejó de besar a Levy y la volteó para ver su espalda. Al ver la marca de Roma hecha a fuego entre la blanca piel de Levy, se desató la ira de Gajeel.
-Dime quién se atrevió a hacerte esto y a marcarte como un animal. Dímelo ahora para matarlo por mi propia mano.
Levy estaba asustada, pensaba que Gajeel ya no la amaría con esa marca.
-Si aún me favorece tu vista, dime si me has dejado de amar por este defecto mío.
Gajeel se sorprendió ante sus palabras y la abrazó. Levy aún seguía de espaldas.
-Yo te sigo amando, pequeña. Pero quiero vengarme ante quien te ha maltratado.
-No hay tal persona. Tengo esta marca desde que tengo memoria y Porla, el hombre que era mi amo antes que tú, me aseguró que yo tenía esa marca desde bebé.
-¿Estás segura?
-Lo estoy, Gajeel.

Gajeel besó la cicatriz de su amada.
-Si es así, que así sea. Cúbrela y así no me llenaré de ira ante quien te haya hecho esto. Pero eso lo harás cuando salgas de aquí.

Besó nuevamente Gajeel a Levy y siguió quitándole la ropa. Cuando ambos estuvieron desnudos la llevó a la tina de agua. Ahí el mismo la lavó y cogiendo un frasco de perfume de nardo la untó con él.

Como romano, Gajeel disfrutaba de los placeres de la carne, pero nunca fue un libertino libidinoso. Menos aún con la pequeña Levy ya en su vida.
-Te amo, Levy.

Se besaron en ese intenso abrazo de marido y mujer. Gajeel reverenció el cuerpo de su amada y besaba su cuerpo como alguien que besa los pies de las estatuas de los dioses, con adoración. Gajeel acarició la suave piel de Levy y ambos obtuvieron el placer máximo. Ese placer que solo se alcanza con el ser amado.

Gajeel, traspasó la virginidad de Levy con rudeza, pero Levy lo sintió como un delicioso y placentero dolor que la hacía gemir. Ese día Gajeel empezó a cumplir su promesa, de amar a Levy como nunca hombre amó a mujer.

Cuando terminaron de amarse, Gajeel tomó una toalla, se envolvió con ella y luego, con otra, secó a Levy despacio, con delicadeza y lentitud. La vistió con sus túnicas y la llevó a su cuarto a descansar.

Ya se estaban durmiendo cuando alguien tocó la puerta.
-¿Qué pasa?- gruñó Gajeel.
-Señor, es Tiberius Rogue, desea hablar con usted- dijo la voz de Jet.
-Creo que deberías ir- susurró Levy.
-No quiero.
-Pero debes, SE lo debes.
-Ya voy, ya voy- dijo dándole un beso en la frente a la mujer.

Gajeel bajó y vio a Rogue sentado con una copa de vino, esperando.
-Saludos, Rogue, ¿a qué debo tu visita?
-Por tu cara de recibimiento, parece que te saque de un lugar muy apacible, ¿me equivoco?
-No podrías haberlo dicho mejor. Pero dime el porqué de tu visita.
-Estoy haciendo nuevamente de mensajero. Pero mi querido Emperador me dice siempre "Dile a Gajeel, ya que eres su amigo..."
-Al grano...
-Bueno. Mañana el Emperador dará la fiesta que prometió. Ya esta todo a punto. Pero, el grupo de siempre (Natsu, Gray y yo) queremos que lleves a Levy.
-¿Qué? ¿Estás loco?
-Nop. Es el Emperador mismo quien ha sido picado por la curiosidad. Hablábamos de que ninguna bailarina es como Levy y el Emperador quiere que baile al final de la noche.
-Ustedes, montón de idiotas, deberían aprender a morderse la lengua.
-No les eches la culpa, yo saqué el tema a colación.
-Imbécil- dijo sujetándole el cuello de la túnica de Rogue.
-Gajeel, que esta sea mi paga por la ayuda que te di el año pasado, ¿te parece?
-Muy bien, Rogue. Esa será tu paga, aunque esa deuda nunca la sentiré saldada pero, acepto. Levy bailará en la fiesta pero debes saber que ella es libre desde el día en que me liberaron y deberá ser respetada como tal.
-Bien, salúdala de mi parte. Eso es todo lo que venía a hacer aquí- y se retiró algo molesto.

La Flor de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora