La Flor de Roma

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Ante la revelación de que la que antes fue una esclava era, en realidad, princesa de un imperio, se armó una gran confusión. Sin embargo los más preocupados eran los novios, Gajeel y Levy, pues esto lo cambiaba todo.
-Majestad, por favor...
- Silencio, Gajeel. Como comprenderás, mi hija es mía. Tu matrimonio con ella no se realizará. He estado sin ella por veinte años, tú no me la quitarás.
-Majestad, por favor...- suplicó Levy.
-No, mi niña. Una mujer no debe opinar. Eres una princesa, y serás educada como tal.
-¡Pero yo quiero casarme con él!
-¡SUFICIENTE! ¡Guardias, escolten a mi hija a los aposentos del príncipe Laxus! Luego yo hablaré con ella.

Los guardas rodearon a Levy y la escoltaron a las habitaciones del príncipe.
-Majestad, por favor...- suplicó Gajeel.
-Silencio, Gajeel ¿Crees que permitiría que la hija de mi amada Cesárea Silva se case con un simple centurión?
-Mi señor, yo amo a su hija, se lo he dicho. He confesado mi amor por ella sin saber que era su hija.
-De cualquier modo, Gajeel, no te entregaré a mi hija- luego se dirigió a sus invitados- Disfruten de todo cuanto les doy, pero yo debo retirarme. Ven conmigo Laxus.
-Se lo suplico Emperador, no pretendo alejarlo de Levy, señor pero...
-Te he dado mi última palabra, Gajeel y es NO. ¡Guardias! ¡Sáquenlo fuera de aquí y no le permitan la entrada!
-Padre, por favor- trató de interceder Laxus.
-Cállate.
Una vez fuera del palacio, Gajeel no tuvo más que volver a su casa.

***

Ya iban a ser tres meses que Levy fue reconocida como hija del Emperador. Su hermano Laxus parecía un niño al lado de ella, le emocionaba mucho saber que tenía a su hermana consigo, pero sabía que su hermana no es feliz.
-¿Por qué no lo sería? ¿Qué le falta?- preguntó el Emperador cuando Laxus se lo comentó.
-Una palabra: Gajeel.
-Él es solo un centurión, no creo que fuera apropiado.
-Muchas veces suspirabas diciendo que sería un buen esposo.
-Sí, pero mi hija no estaba conmigo. No pienso separarme de su lado.
-Ella tiene derecho a casarse, padre. No puedes dejarla encerrada aquí, además no creo que por el hecho de que se case dejara de estar a tu lado, Gajeel no vive lejos...
-¿Por qué defiendes tanto a Gajeel?
-Él amaba a mi hermana siendo esclava, me contó muchas veces como pensaba en ella, me hablaba de su belleza, sus ojos hermosos, su cabello como el mar. Natsu me comentó que hace unos días, Gajeel recibió los regalos de boda que iba a darle a Levy.
-¿Qué eran?
-Una corona hermosa, de oro como sus ojos, con zafiros como su cabella y perlas por su piel.
-Rogue podría ser un buen marido y darle buenos regalos.
-¿Te has vuelto loco? Él quiso tratar a Levy como a una prostituta.
-No discutiré eso contigo y...
-Padre...

Los hombres voltearon y vieron a Levy.
-Mi niña, me alegra verte aquí, mi pequeña, acércate.
Ella se acercó y besó las manos de su padre.
-He oído tu conversación con mi hermano, padre.
-Sí, mi niña. Tiberius Rogue será un buen esposo para ti. Aunque deseo pasar más tiempo contigo antes de tus nupcias...
-Padre, si aún me favorece tu vista, permíteme suplicarte algo.
-Pequeña, no pidas a Gajeel para ti pudiendo tener otro marido mejor.
-Señor mío, es por mí por quien pido, pido también por Tiberius Rogue y por una persona que no ha nacido.
-Explícate, hija.
-Primero concédeme el apoyo de mi hermano.
Laxus se colocó del lado de su hermano y la abrazó por la espalda.
-Habla, hermanita.

Levy guardó un rato silencio.
-Vengo a pedirte, mi señor. Tiberius Rogue no merece cargar con un hijo de su esposa, no siendo él el padre, y mi hijo tiene derecho a crecer junto a su padre ¿Acaso Rogue aceptará un hijo de su esposa con otro hombre?

Los dos hombres la miraron atónitos.
-¿Qué estás diciendo, hermana?
-En la mañana del día en que bailé para ti, padre, entré al cuarto en el que Gajeel se estaba bañando y yací con él. Estoy embarazada. Su hijo nacerá dentro de cinco meses. No hagas cargar a Rogue con esto, ni permitas a mi hijo crecer sin padre.

El silencio que se produjo fue muy preocupante.

-Esto cambia las cosas, padre.
-Sí, lo sé. Váyanse los dos, debo pensar en esto.

Cuando los príncipes se retiraron, Laxus abrazó a su hermana.
-Me alegra saber esta noticia, me alegra mucho hermanita.
-Muchas gracias, Laxus. Dime, ¿has visto a Gajeel?
-No te tengo buenas noticias, pequeña.
-¿Qué ocurrió?
-Está muy deprimido, solo pude hablar con Totomaru. Vive encerrado en su cuarto, solo sale para sacar más vino de las bodegas, y está muy descuidado.
-¿Crees poder darle un mensaje mío, hermano?
-¿Que deseas decirle?
-No le menciones mi embarazo, pero pídele que tenga fe en los dioses, y que sea fuerte por nosotros.
-Iré mañana mismo, mi pequeña. Ahora ve y descansa. Eres la Flor de Roma, no debes marchitarte.

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