⌛Déjame espantar el miedo con mi calor⌛

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Narra Jervis

Cuando Jonathan se hubo marchado volví a observar a Jerome muy enfadado. Ante mi expresión, el muy idiota comenzó a reírse estrepitosamente. Lo tomé del cuello de la camiseta y tirando de él hacia delante, dejándolo a un palmo de mi cara, le dije:

- Lárgate. Esta noche no quiero verte por casa.

Jerome parecía algo confundido. Creo que desde el principio él lo había entendido todo como una broma y lo seguía interpretando como tal.

- Lo digo muy en serio, Jerome. Largo de aquí -dije, de una manera más brusca, señalando la puerta de la entrada- ¡Ahora! -grité.

Él dejó de sonreír por unos instantes, no comprendía del todo el motivo de mi enfado. Yo sabía que él había bromeado con lo de dormir con Jonathan, pero el solo imaginarlo me hacía hervir de rabia y celos. Además, llevaba demasiado tiempo burlándose de la pesadilla de Jonathan y no se lo iba a consentir.

- De todas formas tenía que salir esta noche -dijo, en tono de burla, devolviendo la sonrisa a su boca-. Tienes suerte de que te aprecie, porque de no ser así ya tendrías esa bolsa -señaló la bolsa en la que había traído las hamburguesas- atascando tus vías respiratorias mientras te saco las tripas con un cuchillo.

- Gracias por la información -dije, sin acobardarme lo más mínimo ante la amenaza de Jerome-, ¡ahora, fuera de aquí!

La verdadera fortaleza de Jerome residía en la atención que se le ponía y el miedo que transmitía. Si no demostrabas temor al dirigirte a él, te respetaba, y si te respetaba, no le era divertido asesinarte.

El pelirrojo atravesó la puerta y se perdió en la oscuridad de la fría noche.

Suspiré, dejando escapar toda la tensión contenida. Yo también estaba muy cansado y necesitaba urgentemente dormir. Fui hasta mi habitación y allí me quite el chaleco, desabotoné mi camisa y me quite los pantalones, quedando en ropa interior.

Abrí la cama y me introduje entre las suaves y frías sábanas. Me hice un ovillo para lograr retener en un punto del colchón el máximo calor corporal posible. Estaba tan cansado que tardé poco en quedarme profundamente dormido.

⌛⌛⌛

Aproximadamente a la una de la madrugada mi teléfono comenzó a sonar de forma atronadora, devolviéndome, desde lo más profundo de mis sueños, a la realidad. Agarré el aparato y, aún adormilado, descolgué:

- ¿Diga? -pregunté, tratando,con todas mis fuerzas, de vocalizar y no quedarme de nuevo dormido.

- Hola, Jervis. Soy Oswald -respondió, una voz al otro lado de la línea-. Necesito que me hagas un favor.

- ¿A estas horas? -pregunté desganado.

Bostecé. Lo último que me apetecía en aquel momento era abandonar el calor de mi cama y salir a caminar por las gélidas calles de Gotham.

- Oh, no. Necesito que mañana vayas, digamos..., a las once, a la casa de la mujer de la que te hablé..., ¿Isabel? -dudó-. Bueno, esa. Necesito que vayas y la hipnotices para que no salga de casa. Espérame con ella..., Asegúrate de que no salga de casa- repitió.

- Está bien -respondí y, ya más despierto, añadí-. A cambio, yo también quiero pedirte un favor. Jerome estará toda la noche fuera, seguramente causando algún desastre -hice rodar mis ojos-. Quiero que mandes hombres cerca de mi casa cuando yo me vaya mañana y quiero saber a qué hora regresa y qué hace.

- Dalo por hecho. Buenas noches -se despidió.

- Buenas noches -dije, con voz ronca y cansada.

Colgué el teléfono, lo coloqué de nuevo en la mesilla y me volví a encoger en la cama tratando de dormirme. Cuando volvía a sentir como el sueño me envolvía, un grito desgarró el silencio de la noche, consiguiendo que me levantara bruscamente.

Reconocí la voz de Jonathan.

Abrí los ojos un poco más, recordaba que durante la cena le había dicho que prefería dejarle su espacio en estas situaciones..., pero ya eran demasiadas noches. La angustia en su grito partía mi corazón en mil pedazos... No, definitivamente no iba a pasar otra noche oyendo sus gritos de horror sin hacer nada al respecto.

Con decisión, aunque aún algo adormilado, me levanté de la cama y salí de la habitación. Noté la fría madera bajo mis pies descalzos. Fui directamente a la habitación de Jonathan y ya frente a la puerta comencé a arrepentirme de mi decisión.

¿Y si quería estar solo? ¿Y si no quería mi compañía? ¿Y si...?

Iba a continuar con mi ráfaga de preguntas mentales, pero fui interrumpido por el sonido de unos sollozos tras la puerta. Sin pensarlo más agarré el pomo y empujándolo hacia abajo, abrí la puerta con un leve chirrido.

Una vez dentro, vi a Jonathan al fondo de la habitación, sentado sobre la cama con las piernas recogidas, rodeadas por los brazos y la cabeza entre las rodillas. Lloraba de puro terror.

- No pude atrapar el reloj. La oscuridad me quiere matar..., me matará -balbuceaba.

- Buenas noches, Jonathan -le saludé, susurrando-. Parece que has vuelto a tener esa pesadilla.

Levantó la cabeza para mirarme. Tenía las mejillas empapadas en lágrimas y el labio inferior le temblaba. Me acerqué a él y me senté en el borde de la cama, él seguía mis movimientos con la mirada.

- ¿Sabes que puedes contarme lo que sea, verdad? -le miré fijamente a los ojos- Puedes ser feliz Jonathan, eres más fuerte que cualquier pesadilla. Te has convertido en la mayor pesadilla de esta ciudad. Siempre voy a estar para ti, nunca permitiría que algo te haga daño, puedes confiar en mí- le miré con dulzura y volví a repetir-. Puedes confiar en mí.

Cuando terminé de hablar se lanzó a mis brazos. Nos unimos en un fuerte y agradable abrazo que duró casi dos minutos. Deseaba besarle más que ninguna otra cosa en este mundo, pero estaba seguro de que me apartaría de inmediato. Mi alegría al notar como sus sollozos disminuían a medida que pasaba el tiempo hizo que me armara de valor para hacerle una propuesta.

- ¿Quieres que me quede esta noche contigo?

Al segundo de preguntárselo me arrepentí. Para mí era obvio que su respuesta sería un no..., pero, para mi sorpresa, él asintió.

Mi corazón latía con violencia. Y, por un momento, creí que me atravesaría el pecho para lanzarse encima de Jonathan. Me ardía la cara de vergüenza, acababa de recordar que únicamente llevaba calzoncillos puestos. Casi por instinto observé su cuerpo y al ver que él también estaba en ropa interior sentí como el calor de la vergüenza aumentó..., iba a dormir en ropa interior con el amor de mi vida, no es algo de lo que muchos puedan presumir.

- ¿Jervis? ¿Estás bien? -preguntó Jonathan, preocupado.

Me di cuenta de que me había quedado embobado mirándole fijamente a los ojos mientras pensaba, reaccione rápidamente:

- Eh..., sí, sí. No te preocupes, solo estaba pensando..., nada. Hazme hueco -dije, tratando de mantener la calma.

Todas las habitaciones tenían una cama de matrimonio, por lo que había un gran espacio por el que moverse. Se apartó un poco de mí, permitiendo que me tumbara a su izquierda, pero no lo suficiente como para dejar una gran distancia entre nuestros cuerpos. Una vez tumbado sobre la cama él me dio la espalda.

-Tengo un poco de frío -dijo, frotándose la piel con sus manos.

En un nuevo acto de valentía me deslice por las sábanas, acorté la distancia entre nuestros cuerpos y la hice desaparecer con un cálido abrazo. Él se apretó más contra mi cuerpo, como un cachorro que busca el calor materno

- Buenas noches, Jervis.

- Buenas noches, Jonathan -dije, conteniendo las ganas de besarle la mejilla.

⌛⌛⌛

Aquí tienen un nuevo capítulo. Y vuelvo a repetir, y nunca me cansaré de decir que Jervis no sabe disimular nada bien.

Espero que les esté gustando esta historia.

Hasta la próximaa

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Liberarme para amarte (Nygmobblepot/Hattercrow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora