☂️Confesaras tus mentiras☂️

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Narra Oswald

Aquella mañana me levanté muy temprano, ordené el desayuno y mientras Olga lo preparaba, me di una ducha. Las gotas calientes que salían disparadas del plato golpeaban mi piel, relajando mis músculos. Cerré el grifo y extendí el jabón de coco por mi cuerpo, a la vez que planificaba mentalmente la conversación que tendría con Isabella en unas horas:

"No quiero que descubra mis sentimientos por Ed. No debo parecer desesperado por alejarla ni tampoco demostrar rabia por lo que le ha hecho pasar. Conociéndome, si me enfadara, acabaría confesando el por qué de mi indignación y eso sería una catástrofe."

Abrí de nuevo el grifo para enjuagar el jabón. Cuando terminé, corté el agua, agarré una toalla y la até alrededor de mi cintura. Salí de la ducha y fui a la habitación para vestirme. Escogí un traje negro, a juego una camisa también negra y para dar un poco de color, una corbata roja. Una vez vestido bajé al comedor y desayuné.

Salí de la mansión y fui hasta el coche que debía llevarme hasta la casa de Isabella. Subí y nos pusimos en marcha. Durante el trayecto recibí una llamada de los hombres que había mandado por la noche para cumplir con el favor de Tetch, me dieron la información y colgué. Eran las once y cinco.

Cuando llegamos al edificio el conductor frenó el vehículo y bajé. Edward me había dicho dónde vivía la chica por si en alguna ocasión debía acudir para ayudarla, era irónico que ahora usará esa información para una visita tan poco agradable.

Llamé dando unos pequeños golpecitos sobre la madera de la puerta y esperé. Al cabo de unos pocos minutos Jervis se asomó tras ella.

- Buenos días, señor Cobblepot -saludó, abriendo completamente y permitiendo mi entrada.

- Buenos días, señor Tetch -respondí

Sentada en unos de los sillones del salón se encontraba Isabella con la mirada fija en un punto indeterminado y una expresión muy seria.

- ¿Has tenido algún problema? -pregunté, volviéndome hacia Jervis.

- Ninguno, la intercepté justamente cuando iba a salir de casa. Por suerte llegué antes de las once y la pude parar.Ahora está en un completo trance -informó-, despertará de su estado cuando chasquées los dedos.

- Te lo agradezco, Tetch -agradecí y, de pronto, recordé lo que mis hombres me habían dicho por teléfono-. Por cierto, sobre el favor que me pediste anoche... mandé a mis hombres para que buscaran a Jerome y lo siguieran. Me han llamado cuando estaba en el coche y me han dicho que anoche Jerome estuvo dando vueltas por la ciudad, quemando de vez en cuando algún contenedor y golpeando borrachos, bastante normal en él -rodé los ojos-. Pero también han dicho que, justo ahora, se encuentra en una nave del norte del puerto, la A6, lleva ahí desde las siete de la mañana y aún no ha salido.

- Vale, iré a ver -dijo, dándose la vuelta para marcharse.

- Espera, eso no es todo. Dicen que hace apenas unos minutos Jonathan Crane ha entrado en la misma nave.

- ¿¡QUÉ!? -gritó.

Parecía muy enfadado: los ojos estaban a punto de salirse de sus órbitas y la cara estaba casi completamente roja. Inhaló profundamente y trató de recuperar la compostura, pero estaba demasiado enfadado como para lograrlo.

- Debo irme, ahora -dijo, con un claro tono de molestia en la voz.

Sin decir nada más se dirigió a la puerta con paso rápido y desapareció. Cerré la puerta de entrada y me acerqué a Isabella, que no se había movido lo más mínimo. Ya frente a ella chasquée los dedos para despertarla de su trance.

- Hola, Isabella -dije.

La chica miró a su alrededor algo confundida y después centró su atención en mí.

- ¿Qué demonios haces tú aquí? -preguntó, frunciendo el ceño.

- Hey, cálmate. Venía a visitarte porque Ed me ha contado que habéis tenido una discusión muy fuerte, volvió muy afectado a casa.

Recordar a Ed llorando hizo que un nudo se formara en mi garganta, tragué saliva.

- Es decir, que has venido por Edward...perfecto. Todo ha salido como él dijo que pasaría -soltó una pequeña risa de satisfacción.

- ¿Perdona? -pregunté, confundido- ¿De quién hablas?

Ignorando mi pregunta continuó hablando en voz alta:

- Es increíble, él sabía que estabas enamorado. De otra forma, ¿por qué habrías venido hasta aquí para ayudarle? -se levantó del sillón y siguió- Y ahora te tengo aquí, por fin toda Gotham será nuestra, JAJAJAJA.

Soltó una risa y, sacando un papel que había guardado en la manga de su jersey, se abalanzó sobre mí, tirándome al suelo y poniéndolo en mi nariz. Por la impresión, inhalé profundamente y el olor a cloroformo irrumpió en mis pulmones.

Todo comenzó a hacerse borroso, solo podía oír la risa de Isabella.

¡Maldita sea!

A este ritmo me acabaría convirtiendo en un adicto, me habían drogado dos veces en lo que iba de semana. Traté de levantarme, pero el sueño era más fuerte.

Me desmayé.

☂️☂️☂️

Sí, sí, sé que ya he hecho caer inconsciente a nuestra pequeña ave dos veces en esta historia, no me mateis.

¿Alguien ha reafirmado su odio por Isabella?

Espero que lo hayan disfrutado igual que yo disfruto al escribirlo.

Hasta la próximaa

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Liberarme para amarte (Nygmobblepot/Hattercrow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora