Capítulo 35: Un café lo arregla todo

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Al bajar los escalones pude escuchar a mis padres hablar junto con mi hermano, estaban sentados todos en el comedor casi cerca de las puertas a la habitación de la cocina

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Al bajar los escalones pude escuchar a mis padres hablar junto con mi hermano, estaban sentados todos en el comedor casi cerca de las puertas a la habitación de la cocina.

—¿De qué tanto susurran? ¿Acaso es sobre mi y mi comportamiento?— Me había puesto en el borde de una de las sillas.

—¡Oh no! No es nada, Elizabeth— Reacciono mi madre dejando su taza de café casi por caerse en la mesa.

—Hijita, esta noche debemos hablar todos juntos— Decía mi padre levantándose de la silla.

—¿Seguros que no es sobre mi?

—Tranquila bobita— Tomó la palabra mi hermano. —No es nada de ti, es sobre algo que te dejará asustada.

Se recostó en esa silla de estilo moderno, escapó un severo suspiro cuando se quitaba los anteojos y dejarlos en la mesa de madera que en el centro había un florero con algunas flores artificiales, también al extremo había un plato de vidrio con algunos caramelos como: bombones y chocolates.

—Vamos, Elizabeth— Mi padre solo tomó las llaves del auto para acercarse a la puerta principal. —Hay que llegar rápido a la institución— Abrió la puerta y me hizo señales de que debía moverme.

Tenía ahora cosas que pensar de lo que querían hablar mis padres al igual que mi hermano. Podría tener en cuenta que tal vez se haya dado cuenta de la presencia de Nathan en la casa, aunque lo dudo pero por otra parte se que mi hermano le tocaba ir a trabajar esta mañana al hospital. En ocasiones iba los fines de semana por completo de día a noche hasta volver al siguiente día a casa.

Parece que de eso se podría tratar pero no sabía bien si era eso; si lo fuera ya me hubieran matado en estos momentos antes de cerrar la puerta. Aunque también sería de nuestra mudanza a Florida, pero, ¿serian capaces mis padres de dejar a mi hermano aquí? Porque dudo que encuentre un excelente trabajo en otro Estado. Le está yendo de maravilla aquí en San Francisco, pero tal vez se iría a vivir a un apartamento con alguno de sus amigos cercanos.

Tenían planes con algunos de vivir a solas con ellos y hacer lo que se les diera la gana, pero desafortunadamente sus amigos la mayor parte ya están casados y otros esperando a un hijo. Eso era lo que hablaba cada vez que me sentaba en el comedor con mi madre a tomar alguna taza de café o comer en la cena cuando estábamos hambrientas.

Lo que sea que ocurra no dejare que me tome por sorpresa al momento, por ahora debo estar tomando camino a las puertas de la institución. Al llegar estaba repleto de carros familiares, ya otros estaban por cuenta propia estacionando su vehículo en el parqueo estudiantil. Era el día que comenzaba mis clases para llenar mis horas de trabajo social; para poder graduarme.

Es requisito tener que trabajar haciendo murales, recaudar fondos y dar clases en centros menores para niños que han tenido problemas en el aprendizaje. Esta institución no es como las otras de Estados Unidos, seguimos otro tipo de sistema a nuestro gusto; más bien, a los de alto poder como directores y autoridades de la institución Baxter.

The Crush © [ En proceso ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora