Capítulo 4

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Se encontraban nuevamente sentados abrazados en el sofá, mirando el fuego de la chimenea, tenían claro que no podían dejarse llevar por sus ímpetus y pasiones, menos allí en la sala del hogar en donde en cualquier momento alguien podría ingresar. Candy recostaba su cabeza sobre su pecho mientras él, la abrazaba y a su vez jugueteaba con sus risos. El silencio reinaba en la habitación, no había necesidad de emitir palabra alguna para comunicarse y sentirse reconfortados. Por la mente de Terry viajaban ciertos pensamientos que, aunque no eran de su agrado, sabía que tenía que aprender a vivir con ellos inevitablemente. Candy durante su vida había descubierto 3 amores, uno fugaz como una ilusión, casi irreal por su Príncipe de la Colina; otro dulce e inocente, por su amado Anthony, sin duda fue un amor que la marcó, incluso se atrevería a decir que aún le afecta de cierta manera; y otro finalmente el suyo, intenso, profundo, un amor más allá de lo esperado, capaz de sobrevivir a las peores circunstancias, un amor imborrable e insustituible. Eso sin duda era lo él sentía y ahora estaba seguro de que ella también lo amaba con esa intensidad. Terry a diferencia de ella solo había experimentado en su vida un único amor, así de grande y así de magnifico, capaz de hacerlo renacer del aquel infierno en el que se había acostumbrado a vivir antes de conocerla, su amor por Candy, su verdadero amor. Claramente se sentía en cierta desventaja, pero eso no importaba si finalmente la vida le permitía hacerlo realidad con su pecosa.

Rodeado de esos pensamientos escucharon las diez campanadas, sin duda era hora de despedirse y retirarse a sus respectivas habitaciones. No querían exceder la confianza claramente manifiesta de la Srta. Pony y hermana María.

––¡Pecosa!!! debemos ya ir a dormir –– le susurró Terry al oído.

–– ¿Qué debemos ir a dormir?, ¡Juntos!! –– Exclamó Candy asustada.

–– JAJAJAJA –– soltó Terry una carcajada no pudiendo contenerse. –– ¡En que estás pensando pecosa atrevida!, ¡qué cosas tan traviesas traes en la mente! ¿ha? Yo solo te decía que debemos ir a dormir, tú en tu habitación y yo en la mía.... JAJAJA –– Terry no paraba de reír.

––¡Terry, no te rías de mí!! –– Candy se tapó la cara enrojecida ante la risa burlona.

Esta actitud le pareció a Terry de lo más que conmovedora. 

–– Mi pequeña traviesa –– le dijo con cariño susurrándole al oído –– no debes avergonzarte conmigo, solo fue una broma, aunque debo de confesarte que por mi mente realmente si ha pasado esa idea y no sabes con qué frecuencia e intensidad, pero... como soy un caballero... tengo que contenerme, a menos que... en condición de mi ama órdenes a este pobre esclavo que acate tus órdenes y que se escabulla en la noche a tu habitación –– concluyó sonriendo de lado.

––¡Terry, que cosas dices, eres imposible!!! –– Volvió a exclamar Candy asustada.

–– JAJAJA –– Terry reía nuevamente al ver las expresiones graciosas que causan sus palabras en la cara de Candy.

–– ¡Vamos, vamos ya a dormir! no quiero despertar a tus madres y que tengan una mala impresión de mí –– dijo Terry dándole un suave beso en los labios, otro en la frente y ayudándola a levantarse el sofá. Juntos caminaron entrelazando sus manos hacia sus habitaciones.

***

A la mañana siguiente, Candy se levantó muy temprano, había planeado visitar a Tom, debía también ir a la clínica Feliz para solicitar los días libres y aprovechar para presentar a Terry con el Dr. Martin.

Candy presurosa preparaba el desayuno en la cocina, de repente sintió como unos cálidos brazos la rodaban por su espalda, su suave aroma era inconfundible, y aquella voz que hacía siempre palpitar fuertemente su corazón...

Candy Candy El Reencuentro (Candy y Terry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora