Candy Candy El Reencuentro (Candy y Terry)

Capítulo 20

–– Hijo, tu padre me ha pedido una oportunidad ––dijo Eleanor –– supongo que sabes de su divorcio y de los motivos. Por muchos años he vivido guardando rencor hacia él, pero la verdad es que nunca he podido odiarlo. Después de darme cuenta de todo lo que ha hecho por ti, he empezado a creer que su cambio y su arrepentimiento son verdaderos, así que pienso darle una oportunidad. Él me ha pedido matrimonio, pero eso es un paso que aún no estoy segura de dar. Tu padre está viniendo a verme, estaremos unos días aquí y luego partiremos a Londres por un tiempo. Ya veremos que nos depara el destino, aunque pienso regresar para el nacimiento de tu bebé, no me lo perdería por nada del mundo.

–– Bueno mamá, si ya lo has decidido, no soy quien, para oponerme, solo te pido que tomes las cosas con calma, que no esperes mucho del duque, pues no quiero que te lleves una decepción, igual sabes que cuentas con todo mi apoyo, en cualquier momento si necesitas de mi ayuda no dudes en buscarme. Aquí tienes a tu hijo para protegerte.

––¡Gracias hijo!, Candy te dejo a mi tesoro, sé que no podría quedarse en mejores manos.

Llegó el día en que Albert regresaría a Chicago, habían pasado unos días maravillosos recordando las temporadas en el departamento de Magnolia, ahora ya con la convicción de saberse hermano y hermana. Acudían a las presentaciones de Terence en las noches, y a algunos ensayos durante las tardes.

Richard Granchester había llegado hace un par de días a New York, había podido ver a su hijo actuar, se sentía sumamente orgulloso de lo que Terry había conseguido por su propio talento y esfuerzo, sin su ayuda. Entendía ahora que él había logrado sobrellevar por si mismo el sin número de problemas y dificultades que la vida de deparó, desde la separación de su madre cuando era aun muy pequeño, la ausencia y desamor de su padre, su constante rechazo y maltratos por la ex duquesa, su reclusión en el internado que lo hizo aún más solitario y rebelde, su partida de Inglaterra renunciando a su apellido y a los beneficios que esto implicaba para empezar desde cero, la pérdida de su gran amor con su consecuente hundimiento en el alcohol y la depresión, el chantaje sentimental al que fue sujeto por Susana. Cualquier hombre sin suficiente fortaleza hubiera quedado hundido, pero él había logrado resurgir y a lo grande, pudo vencer sus demonios y volver a brillar por sí solo. Eso le demostraba la gran fuerza interior que tenía, sin duda la nobleza corría por sus venas.

A demás, reflexionaba sobre el gran amor que significaba Candy para su hijo, recordaba cuando Terry enfrentó a la hermana Grey y al Duque mismo para defenderla, renunció a todo lo que tenía, para aventurarse solo a un nuevo mundo con el fin de evitar que su novia sea expulsada del colegio a pesar que él no tuvo la culpa de esa trampa, todo eso solo lo podía hacer un verdadero caballero y definitivamente un hombre enamorado.

También reconocía la nobleza y generosidad que existía en su corazón, nunca menospreció a nadie por su condición social, repudiaba cualquier tipo de injusticia, ayudaba al débil incluso con los puños, sabia que no toleraba los abusos contra nadie, fue por eso que nunca pudo desentenderse de Susana, cualquier otro lo hubiera hecho pues en realidad ese accidente nunca fue su culpa, el también fue una víctima y pudo salir lesionado, a pesar de eso él afrontó la responsabilidad incluso sabiendo que esa decisión iría en contra de su propia felicidad.

Sabia además que a pesar de tener en bandeja a miles de mujeres ofreciéndosele diariamente, él fue siempre fiel a su amor por propia convicción, incluso cuando pensó que había perdido a Candy. Ahora el Duque se sentía complacido al saber que su hijo había encontrado el verdadero amor y que por fin la vida le permitía ser completamente feliz.

Richard planeaba permanecer en América solo unos días, los cuales le permitieran compartir algún tiempo con su hijo y su nuera, tenía que regresar pronto a Inglaterra, pero esta vez no regresaría solo, iría con el amor de su vida y ahora tenía la convicción de no volverla a perder, estaba seguro de volver a reconquistarla y darle el lugar que siempre le correspondió en su vida y en su corazón.