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₳Ð₦ ²: Cuatro agujas en un pajar

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₳Ð₦ ²: Cuatro agujas en un pajar.

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A simple vista el bosque se ve como cualquier otro de nuestra época, hasta que noto el color morado en algunas de las hojas. Nos ponemos unas gafas de sol antes de entrar a la ciudad.

Hay hombres caminando de aquí para allá con ropas futuristas. Me recuerdan a la ropa de nuestro tiempo, pero no hay botones ni cremalleras, ni cordones a menos que sean decorativos. Tampoco veo las costuras de la tela, todo parece haberse hecho sin recortarla. Ellos usan cabello largo, corto, barba...

Nosotras, lejos de disimular, llamamos la atención.

Miro a mis hermanas con preocupación a través de los lentes de sol, quitándomelos y guardándolos cuando noto la atención que llaman.

—Mala combinación de ropa para pasar desapercibidas. —Murmura Anaís, y Anima le da toda la razón.

—Vamos a cambiarnos, vengan.

Anima tira de nosotras a un pequeño callejón, el cual está sorprendentemente limpio. El corazón se me quiere salir del pecho cuando salgo la primera para "dar una vuelta" y reconocer el área.

—Despejado. —Digo por el pinganillo, dándome la vuelta disimuladamente para volver al callejón.

—¡Venus mío bellísimo! —Salto en mi lugar centrando mi atención en el hombre de cabello largo negro y maquillaje frente a mí. —¿De dónde has sacado esa ropa? ¡Es muy nus! —Salgo de mi ensimismamiento, procesando que el hombre frente a mí lleve maquillaje y crop top.

Que bello se ve, todo sea dicho.

Además, esos shorts le quedan muy bien, no creo que le pueda hacer competencia.

—Oh ehm... —Llevo ambas manos a mi jersey algo confusa. —La... la hice yo. —Alzo el rostro un poco avergonzada.

—¿Tú? No... —Niega como si no lo pudiera creer. —¡Es Venus, chico! Tienes mucho talento.

—Vaya, gracias. —Sonrío un poco jugando con mis dedos.

El que crea que soy hombre me da a entender que en verdad aquí no hay mujeres.

—¿Estás resfriado? Tu voz suena un poco extraña. —Rebusca en un uno de sus bolsillos y saca una cajita que realmente no sé como metió ahí si el bolsillo estaba vacío. —Tengo un suero para la garganta. —Me da la cajita.

—M-muchas gracias. —Murmuro mirando la cajita atentamente.

—De nada cosito. —Mira la manga de su ropa, donde aparece aromáticamente un reloj digital. —Me voy lindo. —Me da un beso en la mejilla. —¡Que tengas mucha suerte con esa ropita tuya! —Planta las manos sobre mis hombros. —¡Porque yo la compraría! —Toma mis manos. —¡Mucha suerte! ¡Y cúrate pronto! —Sacude la mano mientras se va.

El Hombre ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora