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El sonido retumba desde lo alto de la torre más alta de la ciudad, incluso se asemeja al pitido de un teléfono fijo. Las cuatro hermanas sintieron un mal presentimiento en el instante en el que la ciudad se iluminó sin la necesidad de farolas, las propias casas cambiaron a un color blancuzco que se encargó de alumbrar las calles nocturnas. Se paralizaron por el abrupto cambio de luces, hasta que Ftap las obligó a correr a través de las calles, rumbo al hogar en el que vivían.

Ahora Yashira se quejaba en silencio siendo esposado. Él sabía que debían esperar a que la zona no estuviese tan vigilada, si no fuese por los drones camuflados que estaban vigilando la máquina del tiempo ya habrían llegado a su casa sin ser interceptados o descubiertos.

Pero ahí estaban, siendo arrestados y llevados por la justicia. Sus carnes fueron escaneados.

—¡Ay, bruto! —Se quejó Yashira sobándose la muñeca después de que un policía alto y fortachón lo sujetara con fuerza. —¡Trátame con cuidado, soy muy delicado! —Se pasó un mechón de su pelo detrás de la oreja. —Gorilas... ¡Hump!

El policía le alzó una ceja con interés, sin embargo, Yashira lo ignoró y se cruzó de brazos mirando a otro lado mientras eran llevados calle arriba, hacia el gran edificio de forma ovalada que coronaba la ciudad con gran esplendor.

Nada más entrar por la cavidad circular que sobresalía del edificio, una luz verde de alguna parte de del interior los escaneó de arriba abajo y reconoció sus rostros. A su vez, una voz de hombre bastante aguda y automatizada decía:

—"Yashira Ftap e hijos, reconocimiento completado".

—¡Anda! —El doctor habló por encima de la voz automatizada. —¡Ya os reconocen con el apellido, hijos míos! —Abrazó a Anasi, quién temblaba al igual que sus hermanos al correr el peligro de ser descubiertas.

—Señor, estese quieto. —Yashira rodó los ojos separándose de Anasi, al instante una compuerta se abrió frente a ellos y accedieron a la torre.

Avanzaron por un pasillo desierto mientras Anima cuidaba las espaldas de las tres mujeres más importantes de su vida, sus hermanas menores, quienes venían comiéndose las uñas de los nervios. Así fue cuando se metieron en el elevador, a pesar de que comenzaron a flotar hacia arriba sin uso de suelo, Anima se encargó de que Alec, Anasi y Alesio ni siquiera se rozaran con los guardias.

Cuando quedaron suspendidos en el aire, durante unos tortuosos diez segundos, se abrió una compuerta. Alec vio como Yashira se mordía la base del dedo pulgar como si fuese un muslo de pollo...

Si es que las gallinas seguían existiendo.

Nada más entrar las luces se encendieron con tanta fuerza que se cegaron durante unos pocos segundos.

Allí los recibió un hombre de cabello oscuro de orejas puntiagudas. Usaba un traje amarillo que parecía hecho de papel maché, tenía los ojos delineados de color morado y su belleza ponía en duda si era hombre o mujer.

—Eres Agkiriano. —Obvia al momento el Dctr. Ftap con el ceño fruncido.

×××

—Verás, nosotras...

Ahí se había quedado Alesia horas antes, papá Arlon la había interrumpido completamente, dejando a todos con la duda. Apenas comenzaron a andar detrás de papá Arlon, Alesia les susurró un par de instrucciones que quería que ellos llevasen a cabo.

—Ten, aprieta este botón cuando haya un lugar para hablar del tema. —Mahca le dio una barra de metal de color blanco opaco, era una especie de comunicador.

El Hombre ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora