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Lethe

Cerré la puerta de la habitación y noté como las manos me temblaban.

–Muffliato –murmuré y me tiré sobre el frío suelo, con la toalla aún envuelta en mi cuerpo.

Mis lágrimas comenzaron a caer y lo único que quería hacer era gritar. Apreté con fuerza mis manos a la toalla y un grito —mezclado con llanto— salió de mi.

Era mucho. Todo lo que pasaba a mi alrededor me superaba. Viví los peores cinco años de mi vida. Perdí a gente. No me quedaba nadie y, la persona que aún estaba, se había convertido en un extraño; éramos extraños con besos del otro impresos en nuestra piel.

Draco no me quería. No lo sentía. Lo podía ver; podía ver como sus preciosos ojos grises ya no se iluminan al toparse con los míos.

Esa química que me cortaba el aire ya no estaba. La pasión y el deseo se habían perdido, solo dejando las cenizas de lo que fuimos.

Sentía un dolor que nunca había sentido. Era peor que el físico. Peor que la daga atravesando mi vientre. Era el dolor de perder a la persona de la que estás enamorada.

No pensaba que me fuera a doler de esa manera, pero lo hacía. Solo quiero correr hacia él y besarlo durante horas. No despegarme de él. Ser uno.

Llevé las manos a mi cuero cabelludo, y tiré de mi pelo, mientras que las lágrimas aún se deslizaban por mi piel. Mi respiración cada vez era más agitada y casi imposible de controlar.

El llanto retumbaba en la habitación. Era fuerte, nunca me había escuchado a mi misma en esa situación. Supongo que era algo que llevaba reprimiendo durante años. Necesitaba soltarlo.

Dos leves toques en la puerta me hicieron levantarme de golpe.

Rápidamente me quité la toalla y me coloqué la sudadera y los pantalones que me había prestado Blaise. Arreglé un poco mi pelo y alongué mi brazo hacia la manija de la puerta.

Abrí y el corazón me volvió a latir de forma apresurada.

–¿Por qué? —preguntó.

Tenía los ojos fijos en los míos; eran fríos y furiosos. La vena de su cuello latía de forma apresurada, tanto que parecía que estallaría en cualquier momento.

Entró a la habitación y cerró la puerta detrás de él, encerrándonos a ambos en aquella habitación que yo misma había insonorizado unos minutos antes.

—¿Por qué, Lethe? —preguntó de nuevo.

—Draco-

—¿Sabes? pensé que cuando te volviera a ver no me dolería —dijo con la mandíbula apretada—. Pero lo hace. Me duele ver cómo has estado todo este tiempo ahí fuera, sin ser capaz de buscarme.

—Te juro que tengo mil explicaciones y me encantaría contártelas, pero es que...

—No me pilló por sorpresa que estuvieras viva. —Me miró pasándose los dedos por la línea de la mandíbula.

—¿Qué? —pregunté con la voz temblorosa.

—Lo supe hace unos 5 meses, aunque no estaba claro.

—¿A qué te refieres? —pregunté con los ojos llorosos y la voz ahogada.

Draco metió la mano en uno de sus bolsillos, sacando una pulsera de hilo roto. Podría resultar algo simple, pero dejó de serlo cuando abrió la mano y vi la misma piedra que tenía yo en la muñeca; era la pulsera de Ava.

Remember | Draco Malfoy (memoria #2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora