Remember | Draco Malfoy (memoria #2) ©

09

Lethe

Había pasado casi un mes desde que mi cuerpo dejó de ser un lugar seguro para mi. No fue nada fácil; mi vida se derrumbó por completo y cada día me costaba más levantarme de la cama.

Tuve citas con la ginecóloga, con la psiquiatra y con la policía. Me pasaba los días reviviendo todo lo que pasó, mientras que un oficial de guardia lo apuntaba en una libreta y me decía que ya me llamarían.

Las citas con la ginecóloga me seguían pareciendo incómodas, pero ver que mi desgarro se recuperaba favorablemente, me ayudaba a reconciliarme con mi cuerpo. Puede ser raro eso de "reconciliación" pero es lo que sentía. Me sentía distanciada, asqueada y enfadada con mi cuerpo.

—Bueno, Lethe, nos vemos dentro de tres días —me despidió la psiquiatra.

—Tenga buen día. —Sonreí con la boca cerrada y salí de la consulta.

Caminé por los largos pasillos de la planta de psiquiatría, hasta que por fin me encontré con las escaleras que llegaban a la cafetería del hospital.

Me senté en la barra y no pude evitar mi sonrisa cuando vi a Draco con el pelo despeinado, un delantal y peleando con la cafetera.

—¿Quién va ganando? —me burlé.

Él se giró con cara de pocos amigos, hasta que se encontró con mis ojos y cualquier rastro de enojo desapareció.

—Ya casi es mi turno de salida —me informó sirviendo un café—. Enseguida nos vamos.

Esa era la rutina; yo salía de mis citas, esperaba a que terminara su turno y nos íbamos juntos a casa.

Se había ofrecido a acompañarme a cualquier cosa que necesitara. Además de que en todo momento procuraba que estuviese bien y cómoda a su alrededor.

—¿Nos vamos? —Llegó a mi lado y me ofreció la mano.

Asentí con la cabeza y las entrelacé.

No, puede parecer un gesto romántico, pero estábamos muy lejos de eso. Draco seguía con Sophie, pero eso no quitaba que fuese protector conmigo.

Habían límites y yo los respetaba. Solo éramos amigos aunque me doliese, pero prefería tenerlo de esa manera, a no tenerlo.

Después de aquella conversación en la que me confesó lo que sentía, solo hablamos sobre el tema una vez más, y fue para enterrarlo.

—Siento haberte jodido tanto —le murmuraba yo con lágrimas en los ojos.

—No —las limpió—, soy yo el que debe pedir perdón por hacerte creer que eres la culpable.

—Pero lo soy.

—No, Lethe. Nunca serías culpable de lo que yo sienta.

—Es que yo quiero que estés feliz y sé que lo eras con Sophie antes de que yo llegara para arruinarlo.

—Olvidemos todo o al menos intentémoslo, ¿vale? —me miraba con esos ojos grises que me hacían sumergirme en su mar de plata—. Quiero que sigas en mi vida porque ya te perdí dos veces y no quiero una tercera.

—¿Estás seguro?

—Nunca lo he estado tanto —sonreía con tristeza.

—¿Entonces amigos? —preguntaba insegura, odiando esa palabra en mi boca.

—Amigos.

Recordarlo me dejaba un sentimiento agridulce.

—¿Qué tal tus citas? —preguntó haciendo círculos con su pulgar en el dorso de mi mano.