08

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Draco

—Venga, habla —dijo Sophie.

—Te juro que lo que viste no es nada —dije, haciendo círculos en su muslo. —Ella estaba nerviosa, y yo la ayudé, eso es todo.

—No lo sé, Draco —dijo ella—. Yo a esa chica le veo algo raro, no me gusta.

No quería pensar, de verdad que no quería...

—¿Y si dejamos de hablar de ella? —Comencé a subir la mano hacia su cintura, para ponerla a horcajadas sobre mi—. Dije que esta noche no volvería a casa.

—Me gusta los que escucho —contestó ella, presionando sus labios con los míos.

La ropa empezó a sobrar, por lo que las prendas comenzaron a esparcirse por la sala. 

Desabroché su sujetador, dejando el pecho al descubierto. Mis labios se pegaron a su cuello y ella emitió un suave jadeo.

Enterró los dedos en mi pelo y jaló sin mucha fuerza.

—Draco —jadeó, mientras yo quitaba sus pantalones y la dejaba totalmente expuesta ante mi.

—Eres demasiado hermosa —dije, besando cada punto.

Su cuerpo era un deleite. Cada lunar estaba en su punto exacto, formando alineaciones exquisitas en su piel perfecta.

Me gustaba Sophie. Claro que lo hacía. Era preciosa en todos los sentidos; desde que la vi por primera vez un deseo carnal despertó en mi.

Al entrar en ella, ambos soltamos un grito, y Sophie clavó las uñas en mi espalda.

El ritmo era constante y placentero.

—Joder, Sophie —jadeé contra sus labios y la sentí sonreír.

Mi mente no me dejaba en paz, pero yo intentaba ser más fuerte que aquellos pensamientos. De verdad que intentaba no pensar en ella para no faltarle el respeto ni a mi novia que estaba debajo de mi, ni a la misma chica pelinegra que rondaba mi cabeza desde que regresó.

—Draco —el gemido de Sophie me trajo de vuelta a la realidad.

La vuelta a la realidad no duró mucho, porque tuve que echarme hacia detrás cuando su imagen me cegó por completo.

Admito que no era capaz de decir el nombre de la pelinegra mientras tenía a otra mujer entre mis brazos. Lo sentía irrespetuoso y una traición.

—¿Te pasa algo, Draco? —Sophie se colocó sobre sus codos—. Es por e...

—No digas que es por ella —me adelanté a sus palabras—. Solo es que estoy cansado y no... ¿podemos solo dormir?

—¿Dormir? —Me miró incrédula.

—Por favor —pedí colocándome los calzoncillos—. Estoy agotado, Sophie. —Me acosté junto a ella.

Ella remoloneó un poco pero acabó relajando su cuerpo desnudo y lo amoldó al mío, ajuntándose al pequeño espacio que nos proporcionaba el sillón.

—¿Me amas? —preguntó de la nada.

No la podía ver a la cara, ya que me daba la espalda, pero sí podía imaginar su expresión melancólica.

¿Amor?

Besé la parte trasera de su cabeza y dejé mi labios presionados sobre su pelo durante unos largos segundos.

—Soph... —fue lo único que pude decir—, hablamos mañana.

Lethe

Remember | Draco Malfoy (memoria #2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora