CAPÍTULO 15

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Antes, cuando vivía en Gwacheon solía disfrutar de los días húmedos de verano colocando una manta sobre el jardín trasero y permanecía ahí acostado mirando el cielo limpio hasta que su madre y su hermano mayor se unieran llevando algo de comer para matar el tiempo mientras esperaban que la noche fresca cayera sobre ellos.

Jin echaba de menos esas viejas rutinas, los años habían pasado casi en un pestañeo y ahora estaba a punto de dar un paso aún más grande, casarse.

Sus padres siempre habían anhelado que tuviera una familia y que les diera nietos mundialmente bellos, pero a pesar de eso ninguno de los dos le había dado la espalda cuando les confesó que estaba saliendo con uno de sus compañeros de grupo y que además era tres años menor que él.

Claro que habían aceptado que quizá no podría darles la descendencia que siempre habían soñado para él pero su confesión no había menguado el amor que le tenían, únicamente estaban preocupados; muertos de miedo porque por más que su hijo y su novio fueran las estrellas mundiales que habían llevado orgullo a su país, la sociedad en la que vivían no estaba mentalmente preparada para el amor que ellos se profesaban.

El día que Jin les contó a sus padres sobre Ana una pequeña chispa de esperanza creció en sus corazones; quizá aún podrían regresar a esos días calurosos en Anyang extendiendo mantitas sobre el jardín trasero y contarles historias a un par de niños preciosos de boquitas abultadas y ojitos chispeantes. Por eso cuando supieron sobre su compromiso su mamá había gritado de la emoción y era fácil descubrir el brillo de orgullo en los ojos de su padre.

Jin también lo deseaba, formar una familia, ser llamado "papá", enseñarles a hablar y después a cantar notitas altas y bajas, falsetes, melismas y todo lo que ellos desearan. Cuando le habían preguntado sobre su tipo ideal de persona siempre había respondido "que sepa cocinar, que sea elegante e inteligente" y ahora, mientras sostenía la delgada mano de Ana entre la suya se convencía más a si mismo que ese era el camino que había estado trazado en su destino.

Quería permanecer en esa burbuja de paz, rodeado de su familia, de su entorno conocido y al lado de la persona que lo hacía reír, que le calmaba los nervios, que emitía tanta luz con su sonrisa y que se había convertido en su puerto seguro. Ya no necesitaba confundir más su corazón y estaba seguro que todos esos sueños de su yo adolescente podían hacerse realidad al lado de Ana.

Después del encuentro con YoonGi en Hybe habían salido directo a casa de sus padres, irían sólo un par de días a visitarlos porque la apretada agenda del chico no les permitía quedarse más tiempo, pero su mamá había sido tan insistente en poder ver a Ana que no quería defraudarla.

-No puedo creer lo maldito suertudo que eres – le dijo SeokJung mientras le golpeaba el hombro.

-Worldwide handsome, you know? – le respondió el idol con la sonrisa en los labios.

-¡Agh! No entiendo cómo alguien querría casarse contigo con ese nivel asqueroso de confianza.

Los dos hermanos comenzaron a reír descontroladamente mientras comenzaban a llevar todos los elementos a la mesa para disfrutar de un perfecto Gogi gui

-SeokJung, es tu hermano pequeño- comentó la esposa de su hermano de una manera divertida.

-Podrá ser el menor, pero si gana más que yo, no estoy obligado a tratarlo bien- respondió el aludido.

Todo había sido risas e historias esos dos días, su mente se había mantenido ocupada traduciendo y hablando por dos. Su prometida estaba feliz, su mamá mucho más y Jin creyó haber visto una chispa de complicidad entre ellas mientras cocinaban juntas, sabía de sobra lo mucho que su mamá había anhelado tener una hija y con Ana ahí parecía estar viviendo su mejor vida.

Ready to Let Go | TAEJINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora