Capítulo 7

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Bien

Así era como había salido la prueba.

Después de varias pruebas en las que todas salieron bien, el médico me dijo que en unos cuatro días estaría en casa. En un principio, días antes me dijo que serían menos pero como una de las noches tuve que pedir un rescate de medicación por dolor en la espalda, quiso asegurarse que no me dolía antes de irme.

Esa mañana al salir de la ducha, picaron a la puerta de la habitación. Me resultó algo raro recibir visitas esa mañana, ya que todos me dijeron que no podían por temas de trabajos y estudios, así que me acerque con la toalla del pelo en la mano y abrí la puerta como si fuera la de mi casa.

Llevaba ya tantos días ahí que esa habitación se había convertido en mi segunda casa.

Al abrir me encontré a dos chicos entre los treinta o treinta y pocos años, los dos morenos, altos, que para que nos vamos a engañar, creo que hasta se me cayó la baba al verlos.

-Melyssa es usted?

-Em...si, pasa algo?

Los dos sacaron una placa de policía de sus respectivos bolsillos traseros. Asentí con la cabeza y me hice a un lado para dejarlos pasar, me disculpé un segundo para ir a dejar la toalla al baño y por el espejo vi como acercaban dos sillas cerca de la cama.

Al salir me senté en la cama con las piernas como me había enseñado el fisioterapeuta del hospital para que no me doliera la espalda y espere a que alguno de los dos dijera algo, pero al ver que no decían nada empecé yo a preguntar.

-Sucede algo para que la policía venga a verme?

-Somos los inspectores García y Fernández venimos por el accidente que sufrió hace ya una semana y media

-Y en qué puedo ayudar yo en eso? No recuerdo nada. Lo único que os puedo decir es que un camión se me echó encima sin poder evitarlo. A partir de ahí solo recuerdo despertarme aquí en el hospital.

Los dos se miraron y asintieron. La verdad es que los dos eran bastante guapos, pero uno de ellos, el inspector García tenía algo en la mirada que me ponía nerviosa, y no en el mal sentido precisamente. Era moreno, ojos verdes, manos grandes y unos labios muy pero muy apetecibles. Sentado frente a mi con las piernas separadas, la espalda apoyada totalmente en la silla y esa mirada de perdonavidas, estaban haciendo que se me olvidará hasta que estaba haciendo yo ahí mismo delante de ellos con un pijama azul de hospital, sin peinar, sin pintar y bastante blanca. ¡¡¡¡¡¡Aiiii por que esto me pasa a mi!!!!!!.

-Lo que veníamos a decirle es que su seguro ha puesto una demanda contra el dueño del camión en la que refiere todo su historial médico, las lesiones obtenidas por el accidente y en el cual pide bastante dinero.

-¿Y eso cuando ha sido? Por que yo no he puesto ninguna demandada a ningún lado aún, pensaba hacerlo al salir de aquí.

-Pues al parecer su seguro se ha adelantado, el caso señorita Suárez, es que no fue la única herida en ese accidente, empezó arrastrándose a usted, pero luego se llevó a otros tres coches más, uno de los ocupantes del último coche que fue arrollado falleció minutos más tardes en la ambulancia camino al hospital, los demás tienen heridas superficiales, menos usted que sigue ingresada.

El caso es que el dueño del camión al ver todo lo que le pedían de indemnización acudió a las aseguradoras para comunicar que no podría hacer frente a esos pagos, tanto la aseguradora de los demás coches como la suya, le negaron que pudiera pagar en varias partes. Así que el hombre se vio con demasiados frentes abiertos, el tener que pagar, la acusación que caía sobre él por asesinato y decidió suicidarse. Esta mañana se lo ha encontrado su mujer muerto en cocina.

Mi cara tuvo que ser un cuadro, tanto que el inspector García se levantó deprisa de la silla en cuanto su compañero me acabo de contar todo y me acercó una botella de agua que tenía en la mesita.

La agarré como pude y bebí un trago largo. Escuchar todo eso me dejó mal cuerpo, no me esperaba nada de eso. Pensaba hablar con el seguro una vez estuviera en casa.

-¿Estás bien?

Su voz sonó como un susurro en mi oído, o eso fue lo que yo me imaginé ya que estaba a unos metros de mí mirándome fijamente. Asentí y dejé la botella al lado de mis piernas, se volvió a sentar frente a mi y prosiguió hablando.

-El conductor del camión dio positivo en el test de alcoholemia, no tenía seguro y el camión estaba embargado por falta de pagos.

Por su historial sabemos que tenía problemas con el juego desde hacía años y según su mujer, solía gastar bastante dinero en casinos y apuestas. Se que no entenderá por que le estamos contando todo esto, pero ahora es usted la que decide si quiere seguir adelante con la demanda o no. En el caso de que decidiera que sí, en unos días tendría en su cuenta una buena cantidad de dinero.

-Pero un momento... me están diciendo que no tenía dinero, si yo sigo adelante con todo esto, sería su mujer la que tendría que hacer frente al pago no es así?

Los dos policías asintieron a la vez.

Me pasé las manos por la cara intentando pensar lo más rápido posible, esa mujer tenía mucho encima como para que yo ahora le pidiera el dinero.

-No se agobie, no tiene que decir nada aún. Si lo que le preocupa es cómo va a pagarlo, le diremos que recibirá una buena cantidad por el fallecimiento de su marido y podrá hacer frente al pago. La cantidad es bastante generosa, pero sólo usted puede decidir que hacer, pero que sepa que al menos unos diez mil euros recibirá gracias a su seguradora.

Abrí tanto los ojos que creo que se me secaron y todo. Eso era mucho dinero y la verdad que me iba a venir bien. Mientras pensaba que hacer, el teléfono del inspector Fernández sonó, lo miró y se disculpó saliendo de la habitación.

¡Genial! Cómo no estaba ya nerviosa, ahora me dejaba con su compañero sola. Pero por si eso fuera poco, una luz blanca en la puerta me hizo saber que Marc estaba ahí cruzado de brazos negando con la cabeza.

-Joder!! Ahora no

Fue un susurro pero fue lo bastante alto como para que Héctor, que era así como se llamaba el inspector García, me mirara raro frunciendo el ceño.

-No tiene por que decidirlo ahora mismo, puede pensarlo unos días y ya le dirá algo al abogado de su compañía sobre su decisión.

~Melyssa no tienes nada que pensar, acepta el dinero~

Alce una ceja ante su comentario y con la mirada le pedí unos minutos. Mire al policía y asentí.

-Prefiero pensarlo con calma, la verdad es que me ha venido de sorpresa todo lo que me habéis contado.

-Tómese el tiempo que necesite para pensar, le dejo mi número de teléfono por si necesita más información sobre el caso, hasta que todos no den respuesta no se cerrará. Lo llevamos mi compañero y yo, así que cualquier duda o si recuerda algo más no dude en llamarme, de acuerdo?

-Gracias inspector, lo tendré en cuenta

~No me lo puedo creer! A este tío le gustas!!

Achine la mirada reprochándole que me dijera eso, pero me centré en el policía para que no pensara que encima estaba loca mirando donde él no vería nada.

Se levantó y me tendió la mano, cuando le di la mía y la estrechó contra la suya vi la gran diferencia que había. La suya era grande, me sacaba una falange por encima de mis dedos más o menos, y la mía tan pequeña a su lado. Eso me hizo reírme por dentro, si tuviera trece años seguro que no me la lavaba en la vida, tenía más y me lo iba pensar.

Salió de la habitación dejándome sola y sin saber qué hacer. A parte tenía a mi pajarito que no dejaba de hablar y decirme que lo que tenía que hacer era llamarlo aunque fuera para una excusa.

Ya no sabía que era más raro, si que se presentarán dos policías para decirme todo eso o el espíritu de mi novio diciéndome que llamara a un tío. Mi vida empezaba a ser una verdadera locura.

HASTA EL MAS ALLÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora