Aquella inesperada confesión había sido devastadora; como un enorme incendio que arrasaba con lo que fuera que tuviera delante.Hope no le había dado la espalda pero tampoco había vociferado algo cálido en respuesta, lo que era terriblemente desalentador para la joven Delfina de la adorada Francia. Josette carecía de ser una persona hábil en el arte de la adivinación pero juraba, y con varias razones a las que podía apuntar, que aquello que había fielmente comentado no era algo que Hope había abrazado con su corazón.
¿Hope quería la verdad? Pues ahí la tenía, sin filtro ni vacilación alguna.
Por otro lado la castaña tenía razón, Hope no podía ser egoísta cuando se trataba de la joven. Debía morderse la lengua para evitar que se le escapara aquello que profundamente escondía en su oscuro corazón; aquello que de salir no solo complicaría su misión en Francia sino también la situación de la primogénita del rey Alaric II. Hope debía dejar que Josette siguiera su camino, debía dejarla encontrar la felicidad junto a los pasos de alguien más. Eso era lo correcto, eso era lo que su corazón gritaba. Una pena que a veces lo correcto no se sienta como tal sino todo lo contrario.
Landon Kirby era quien tenía ahora la sagrada oportunidad en sus manos, Hope fue forzada a observar aquello durante la semana que siguió a la confesión de la princesa de Francia. No podía simplemente lanzar al muchacho por el último piso de la corte, no por situaciones físicas sino porque se rehusaba a hacerle eso a Josie; por lo menos después de que la misma le confesara que quería buscar su felicidad junto al chico, lo que había sido algo desgarrador de oír.
Esa siguiente semana, como de costumbre, Hope debía seguir todos los pasos de la Delfina a excepción de algunas tardes donde la chica había pedido que la dejara sola. Hope había tenido que contener sus impulsos, ahogando aquella desagradable y persistente sensación en lo alto de su estómago, cuando veía como el joven Lord entrelazaba su brazo con el de la castaña en sus rutinarias caminatas por el jardín posterior o cuando Josette soltaba una melodiosa carcajada en compañía del mismo.
- Marshall, aquí estás -
Elizabeth Saltzman la abordó cerca de la majestuosa fuente que decoraba el jardín, rápidamente arrastrándola fuera de sus malditos pensamientos.
- Elizabeth -Saludó de forma cortés, inclinando su cabeza para compensar el hecho de que la había llamado por su nombre y no por alguno de sus títulos reales.
De todas formas no era la primera vez que lo hacía, no después de haber compartido cómodas charlas con la misma en esta última semana donde Josette Saltzman había vuelto a ignorarla tras aquel trágico día sobre el cual la mente de Hope aún daba vueltas de forma tormentosa. El jueves pasado, cuando la adorada castaña había rechazado sus servicios por segunda vez consecutiva, Hope había acompañado a la menor de las princesas al centro del pueblo por un par de asuntos personales de los cuales Elizabeth no comentó mucho; a Hope tampoco le importaban.
La heredera de la casa Mikaelson no había pasado por alto el hecho de que Josette parecía también estar ignorando a su hermana; razón por la cual Elizabeth se había estado acercando a la pelirroja estos últimos días.
- Ugh, sumamente grosero -Hizo una mueca desagradable cuando sus orbes claros recayeron en la silueta de su gemela y Lord Kirby, quienes se habían sentado bajo una pérgola para apreciar el lago.
Hope se permitió reír, completamente de acuerdo con el comentario que se había fugado por entre los labios de la chica. Hacía mucho tiempo que no reía, mucho tiempo que no recordaba cómo era sentirse alegre.
- Tendría algo de cuidado sobre hacer esos comentarios frente a Josie, la misma parece encontrar agradable la compañía del Lord -Aconsejó en un tono bajo, rastros de la diversión aun permaneciendo en su pálido rostro.
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Si solo fuera Hope -Hosie 1
Romance1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre han estado al pie de una guerra, llevaban enemistados poco más de cuatro siglos a pesar de que la razón no era muy clara, por lo menos no ahora. Para Hope Mikaelson, la aclamada princesa...