Cuando la segunda semana del mes de Mayo tocó su puerta, Hope ya estaba exhausta de sus tortuosos pensamientos. No la dejaban en paz, la consumían así como el fuego a un vasto bosque. Las pesadillas, que hasta hace algunos días se habían centrado en la Delfina de Francia, ahora se trataban sobre su familia y la increíble decepción que esta era capaz de darles a causa de algo tan puro e idiota como lo era el amor; el amor por una chica que nunca debió ser.Por amor de Dios ella era una Mikaelson, se gritó a sí misma en una notoria mezcla de furia y vergüenza. Pese a que el apellido Mikaelson se asociaba a la fuerza y grandeza, nunca antes se había sentido tan débil.
Ella debía escoger a su sangre por encima de cualquier cosa, ella debía tener su completa lealtad descansando en los hombros de su familia porque eran estos quienes toda su vida habían hecho un arduo trabajo protegiéndola de cualquier cosa que apeligrara su querida existencia.
¿Quién era ella si no era una Mikaelson? ¿Qué sería de esta sin los mismos? ¿En que se convertía si ahora los traicionaba? Ella debía escogerlos, llegado el momento no podía permitirse dudar en hacerlo.
Volvió a apoyar la pluma sobre el papiro, su mente tratando de buscar las palabras correctas para poder redactar sin tener que tachar o arrugar el papel para nuevamente tomar otro; como había estado haciendo los últimos noventa y cinco minutos.
No recordaba cuánto tiempo había estado sentada tratando de escribir aquella carta, podía asegurar que habían sido extensas horas pero no más de las que había dudo en escribir o no.
No debería ser tan difícil, ¿verdad?
Se frotó los ojos, el cansancio pasándole factura. No había querido dormir, cada vez que lo hacía imaginaba ya sea los orbes cafés de la Delfina mirándola con lastima o los orbes celestes de su padre mirándola con vergüenza. Hope sabía, cualquiera fuera su decisión final llegado el momento, que nunca tendría un buen resultado; iba a lastimar a alguno de los dos y la verdad era que no estaba lista para eso, sabía que se destrozaría a sí misma.
Traicionar a su padre era también traicionar Inglaterra, país que siempre la había acogido con tanto cariño. Por otro lado traicionar a Josette era también traicionarse a sí misma, porque después de dieciocho años Hope ya se había encontrado.
Había cumplido los dieciocho años el cinco de Mayo, pocos días atrás. Su familia a finales del mes siempre celebra varias fiestas, entre estas la fecha de su tan ansiado nacimiento. En esa festividad solía recibir la visita de aquellos amigos que no vivían cerca, aquellos pocos que se distribuían a lo largo de Inglaterra; como lo eran Lady Nora Hildegard o Lady Valerie Tulle. Si los monarcas de Inglaterra decidían sostener las fiestas para finales del mes, ¿qué tan raro iba a ser que la misma no se presentara a su propia celebración?
No quería darle tantas vueltas a la situación, no después de que su madre flotara por su mente con una mirada que no trasmitía más que lástima. La misma estaba sufriendo por Hope, quien ni siquiera sabía dónde su verdadera lealtad yacía. La princesa de Gales tuvo que recordarse que traicionar a su padre no solo era traicionar a Inglaterra sino también a su madre, mujer devota a su tan adorado rol en la vida de la pelirroja.
¿Qué era, siquiera, lo que debería escribir en aquella carta que tan dispuesta estaba a enviar? Ya ni recordaba la razón por la cual nuevamente estaba en busca de redactar algo apropiado; probablemente otra mentira porque aquello era lo único que había estado haciendo en los últimos cuatro meses de su vida. Mentía a Francia, mentía a Inglaterra. Mentía a Josette, mentía a sus padres y se mentía también a sí misma.
Todo iba a salir bien, se repitió. No debía preocuparse porque ella encontraría la forma de solucionar todo los problemas que le habían caído encima desde que se había permitido desarrollar sentimientos por Josette; joven ajena a todo el caos que estaba provocando.
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Si solo fuera Hope -Hosie 1
Romance1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre han estado al pie de una guerra, llevaban enemistados poco más de cuatro siglos a pesar de que la razón no era muy clara, por lo menos no ahora. Para Hope Mikaelson, la aclamada princesa...