Libro 1 Capítulo 18

1.3K 116 51
                                    




Aquella mañana Hope había golpeado, dos veces con sus ya gastados nudillos, la puerta de los aposentos de la Delfina.

La primera vez había escuchado, cerca de medio minuto después de ello, un pequeño grito en respuesta que básicamente la alertaba de esperar un momento. La segunda vez que golpeó, preocupada por la extenuante espera, Josette volvió a pedir un momento con su voz más agitada de lo normal. Por lo menos Hope se había asegurado de que la chica estaba viva; no se había roto el cuello a causa de algún inesperado tropiezo propio de la increíble prisa. Cuando iba a golpear por tercera vez, luego de escuchar bastante alboroto del otro lado de la madera, Josie abrió la puerta tratando de cubrir su respiración acelerada y su cabello revuelto.

Desde su incómoda posición, aún bajo el gigantesco marco de la entrada, la heredera de Niklaus recorrió el sitio con su mirada. Lo hizo con bastante prisa pero logró cumplir con su objetivo; asegurarse de que la joven estaba sola.

Centró su atención en la castaña, captando su sonrisa somnolienta. La misma traía puesto su camisón de dormir pero se veía todo menos recién despierta; si es que sus ojos vivos y su brillo labial eran cosas que Hope debía tener en cuenta. No pudo reprimir una sonrisa cuando por su mente cruzó la idea de que la joven se había estado arreglando de apuro durante todo este tiempo en el que a la pelirroja se le acalambraron las piernas, aguardando de forma poco paciente.

- Buenos días, Alteza -Inclinó su cabeza, irguiéndola en menos de dos segundos. Cabía la pequeña posibilidad de que algún sirviente estuviera dentro de la habitación arreglando los aposentos de la joven; a simple vista no había visto a nadie pero no podía confiarse de ello y llamar a la castaña por su nombre- ¿Está todo bien? -

- Buenos días, Hope -Josette respondió de forma radiante, aguantando el impulso de querer lanzarse a sus labios para lo que ella consideraba un saludo apropiado- Todo está bien, meras demoras matutinas -Se excusó ajustando una bata por sobre su cuerpo, cubriendo en aquel entonces algo tan íntimo como su camisón.

Hope se ruborizó con pena y tuvo que apartar su mirada de la chica cuando sus indecorosos orbes se atrevieron a bajar por aquellas clavículas bronceadas; hasta alcanzar el borde superior de la tela que cubría su torso.

Su mente se vio inevitablemente agobiada con imágenes de la tarde anterior; aquella tarde en la que habían llegado a un silencioso acuerdo entre ambas. Recordó el grácil vestido de Josette ajustado a su adorada silueta a causa de la lluvia torrencial que había caído sobre el mismo, el abrumador cuerpo caliente de la joven presionando el suyo mientras sus labios se devoraban en la soledad de aquella vieja herrería.

- ¿Podría pasar? -Se atrevió a preguntar al cabo de unos cortos segundos, aclarando su garganta en el proceso debido a que se había vuelto pastosa.

Hope no tenía que cerrar sus ojos para revivir la increíble sensación de sus dedos recorriendo la calidez del abdomen de la chica, su cintura o espalda baja. No tenía que cerrar los ojos para recordar lo bien que sus cuerpos se acoplaban, el roce de sus pechos o sus húmedas bocas.

- Claro -Josette pestañeó varias veces, internamente maldiciendo su torpeza.

Siempre había sido así, la menos avispada de las gemelas. La más torpe, la más subestimada.

Se hizo ligeramente a un lado, sintiendo el cuerpo de Hope rozar el suyo cuando la misma hizo su camino al interior. Volvió a cerrar la puerta cuando encontró el pasillo vacío, jadeando con sorpresa cuando al darse vuelta Hope la tomó en un beso desprevenido.

Suspiró cuando su dorso se recostó contra la madera de la entrada, su cuerpo acorralado entre la misma y Hope. No pudo evitar, ni quiso tampoco hacerlo, sonreír sobre su boca ante lo inesperado pero deseado de su acción.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora