México entró a la oficina de un portazo, sin embargo Perú no reaccionó ni nada por el estilo, se había acostumbrado a eso.
— ¡¿Y ahora por qué?! — Se escuchaban las pisadas pesadas de aquel Alfa, al igual que las feromonas, cosa que finalmente hizo caer al peruano.
Jodidas feromonas.
— ¿E-es... En... Serio...? — Habló Perú con dificultad, cerrando los ojos con fuerza mientras se sostenía de la mesa, su garganta exigía por un poco de aire...
Odiaba sentirse así por unas simples feromonas de mierda.
— Ya es la séptima vez que matas a una de nuestras sirvientas... ¡¿EXPLÍCAME POR QUÉ PENDEJADA ESTA VEZ?! — El sudamericano no respondió, lo único que podía hacer era aferrarse a la mesa, intentando revelarse antes las feromonas sin ningún éxito. — ¡¡LEVÁNTATE!!
Y ahí estaba, parado en su lugar con la cabeza baja, todo por la puta voz de mando.
Estaba harto...
México se acercó lentamente, agarrando la regla de metal que estaba en la mesa de su esposo, jugando con ella un poco antes de golpear fuertemente en la espalda del peruano.
— ¡Mierda...! — Se dejó caer en la mesa, adolorido por el golpe, rápidamente volvió a sentir el golpe en otro lado de su espalda, provocando nuevamente un quejido alto. — ¡Pa-para!
El mexicano no escuchó, y volvió a dar dos golpes más.
Su espalda ardía, y su rostro estaba rojo por tal dolor, sin embargo, también estaban las lágrimas y el sudor que había provocado cierta emoción en él por sentir como la mano de su pareja acariciaba su pierna cubierta por un pantalón apegado.
Tembló ante el frío tacto en su nuca, y arqueó la espalda al sentir sus dedos bajar por su columna... Tan suavemente... Y tan tortuoso por ver como acaricia con descaro su trasero...
— ¿Ya estás mojado por unas simples caricias en la espalda y nuca? — Habló divertido el mayor, sentándose en la silla que antes estaba ocupada con el cuerpo del peruano. — Alza más tu cadera.
Con o sin la voz de mando lo hubiera hecho, instintivamente soltó un dulce aroma a toffe con nuez, relamiendo sus labios.
— ¿Así? — Susurró mientras recargaba su pecho en el escritorio, botando algunas cosas que había en ella.
El Alfa sonrió, dándole una nalgada con fuerza, cosa que lo hizo soltar un quejido nuevamente.
Con fuerza, agarró la tela del pantalón y jaló a los costados contrario, rompiendo este, sin embargó dejó la ropa interior.
Acercó sus dedos al agujero del menor, para meterlos con rudeza, moviendo de hacia adelante hasta atrás lo más rápido que podía, escuchando los alaridos por parte del peruano.
— Gimes como una puta... “Cariño”... — Soltó una carcajada al ver como el chico no respondía y sólo podía esconder sus gemidos mordiendo fuertemente su labio. — ¿Qué? ¿Te sientes avergonzado? ¡Vaya mierda!
Perú cerró sus ojos, frunciendo el ceño y mordiendo más fuerte hasta sentir el sabor metálico de su propia sangre.
No abrió los ojos hasta sentir como los dedos de su esposo salieron de su interior, con los ojos entrecerrados y un temblor en su cuerpo, notó como algo duro acariciaba su trasero.
Aturdido volteó su cabeza lentamente, con el rostro cansado notó como el miembro del alfa se acomodaba en su entrada, para finalmente entrar de una estocada, provocando que el menor abriera los ojos de golpe, soltando el gemido más fuerte y agudo que su garganta podía.
— ¡No...! ¡De-detente! ¡Pa-... Ahh~! — Su voz temblaba al igual que su cuerpo ante cada estocada, intentando poner su mano en el estómago del contrario, sin llegar a tocarlo porque una estocada en su punto bastó para quitarle mayoría de su fuerza.
En la oficina lo único que se escuchaba eran los alaridos del peruano, y un que otro grito por parte de ambos, todos sabían que sucedía en esa oficina y no era novedad.
Y así los minutos pasaron a horas, unas largas horas, hasta que finalmente el mexicano salió de ahí, un poco desarreglado, no tanto como el Omega que estaba en el interior de aquel lugar.
Algunas sirvientas junto al compañero de Perú, quien estaba antes preparando un postre para su “amo”, miraba la escena preocupado.
Y no era de extrañar, todos en la habitación estaban un poco asustados por aquello, pero también se sentía desagradable ante las feromonas de Alfa que inundaba las cuatro paredes.
Que mal que todas fueran Alfas, exepto Argentina, él era Beta, así que difícilmente podía percibir el aroma.
Perú estaba hecho un asco... Literal.
Su espalda llena de mordeduras, parte de sus piernas igual, su trasero estaba pintada de rojizo junto a las palmas de sus manos. Y ni hablar de todo el semen que tenía en su pobre cuerpo, porque al parecer había sido tan llenado que sus piernas escurrían aquel líquido.
Las sirvientas finalmente terminaron de limpiarlo, dejándolo envuelto con una toalla y mantas.
Argentina lo cargó, mirando preocupado al menor, este sonrió un poco, también mirándolo.
— Tú crees... Que está vez... ¿Pueda quedar en cinta...? — El argentino forzó una sonrisa, asintiendo a lo que decía el ajeno, quien soltó una suave risa, acariciando su vientre con ilusión... Cerrando sus ojos por el cansancio. — Que bien... Estoy ansioso... Por conocerlo...
El mayor no podía decir nada, simplemente miraba con lástima al pobre Omega que tenía en sus brazos, se mordió el labio, y se sintió tan mal por verlo así...
Besó su frente, y susurró un “Lo siento”, mientras lo llevaba con lentitud a la habitación que compartía con su esposo.
Todo bajo la mirada de México, quien soltaba un suspiro pesado, tomándose de la cabeza con cansancio... Se sentía ansioso y el estrés aumentaba.
Odiaba sin duda este mundo donde lo único que se podía obtener de un Omega era un niño y placer... Y se odiaba a sí mismo por lastimar a alguien que ama por la necesidad de otros...
Esta vida es tan jodida.
﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏
Mango tiene duda sobre esta historia, sin embargo me gusta como están llendo las cosas hasta ahora... Vamos a ver quién es el verdadero villano aquí, si México, Perú, Argentina... ¿U otro?
NOS VEMOSS, tomen agua uwu, besosS
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𝐔𝐧𝐥𝐨𝐯𝐞𝐝 - 𝘔𝘦𝘹𝘪𝘳𝘶
RandomPorque a pesar de todo, mi corazón no sabe como apaciguar este mal de amor... Un Omega es eso... Un Omega... Y los Alfas son los que dominan a pesar de todo, somos sólo... Un accesorio, un lindo muñeco, algo para dar hijos... Pero él era diferente...