Capítulo 09

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— Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo.

El hecho de poseer tales emociones como la alegría, la tristeza, el desagrado, la molestia y el temor, eran parte de los seres vivos.

Los sentimientos que dominaban en aquella persona, era la soledad y el miedo.

¿Por qué?

Se preguntaba a veces, ¿Cómo había cambiado tanto su forma de pensar sólo por un matrimonio?

Oh quizás...

Siempre había sido así...

Soltó un gran grito, a tal punto de que su propia garganta ardía por sentirse desgarrada, dolía, y las personas que estaban cercas de aquel cuarto podían sentirlo por las feromonas pesadas y desagradables, además de los gritos que el pobre muchacho soltaba.

México simplemente se quedaba en su lugar sin hacer nada al respecto.

— ¡AGH! ¡MIERDA! — Se retorcía en aquella cama, aferrandose a las sábanas, su cuerpo temblaba y sólo podía gritar de agonía. — ¡ALGUIEN MÁTEME POR FAVOR! ¡¡AGHH!!

¿Por qué?
¿Acaso no deseabas concebir?
¿Acaso no era este tu deseo?

¿O era el deseo de alguien más?

Pronto llegaron los médicos, quienes rápidamente lo tomaban de ambos brazos para que no se moviera tanto, y con una inyección en sus venas el pobre Omega empezaba a calmarse.

— Esto es grave señor México... El cuerpo de su esposo exige eliminar al bebé... — Aquel Alfa lo sabía, aún así, seguía en silencio, sin responder o siquiera pensar claramente, sólo podía ver a su esposo en aquella cama con el rostro pintado en rojo y las lágrimas que seguían empezados en sus pestañas. — Este es un gran riesgo, y más por el hecho de que al parecer la mentalidad del Omega no desea al niño al igual que los instintos... La vida de la madre está contada...

¿Por qué atarse a los sueños de alguien más?

La pregunta verdadera era... ¿Por qué seguía el mismo juego?

La vida de su esposo, aquel Omega que amaba , al que marcó y a quien salvó de las garras de unos idiotas...

Y ahí está... Una nueva vida... Quien sabe lo que era aquel ser que estaba creciendo y formándose en el vientre del peruano... Alguien que su padre exigía...

Debemos seguir lo que ellos quieren...

— No importa, vamos a seguir con el embarazo... Por favor, haga hasta lo imposible... — El doctor no reclamó nada ante la decisión que le dió el menor, simplemente asintió y se retiró.

Ahora sólo estaba él y Perú, nadie más, tranquilamente en un estado de shock, o quizás, en negación a lo que sucedía.

Se acercó a la cama, agarrando la mano de su esposo que reposaba por obligación del sedante, y en esa misma mano tenía incrustada la intravenosa.

Sonrió un poco, acariciando delicadamente aquella mano para levantarla y darle un beso.

Se acercó al rostro del menor, y con cuidado dejó un beso en los labios ajenos.

— Te amo... Por favor, no me odies...

Poco a poco se alejó, recargando su rostro entre sus manos y las contrarias, apretó, para finalmente cerrar los ojos aguantando las ganas de llorar.

𝐔𝐧𝐥𝐨𝐯𝐞𝐝 - 𝘔𝘦𝘹𝘪𝘳𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora