Capítulo 04

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— El joven Perú está aquí, amo Rusia... — La puerta se abrió, mostrando a una joven chica y detrás suyo aquel Omega, quien mantenía una postura firme y educada, sonriendo con cierta dulzura.

El Alfa sólo pudo mirar dudoso a aquel peruano, quien entraba a la oficina tranquilamente, sentándose en un sillón que estaba en el lugar.

— ¿A qué se debe su presencia, señor Perú? — Habló el albino, poniéndose de pie para acercarse a este y sentarse a su costado, sereno pero desconfiado.

Sabía bien de los rumores que rodeaban al Omega de México.

Nada bueno salía de ser parte de ellos.

— Es un grato encuentro el nuestro, joven Rusia, como sabrá, su padre URSS pronto le dejará a usted el puesto de líder de la Unión Soviética, y por ende, debemos volver a unir lazos... — Cruzó sus piernas, ladeando un poco la cabeza a la par que entrecerraba sus ojos, aún divertido.

Eso ponía nervioso al pobre ruso.

— Sí... — Respondió claro, pero inseguro. — Pronto tomaré ese cargo, pero, es por esa misma razón, que dependerá de mí si acepto aquello o lo rechazo...

Ninguno pronunció algo en los siguientes seis minutos, lo que interrumpió el incómodo silencio fue la tocada de la puerta, al parecer era una de las sirvientas trayendo consigo los bocadillos que había pedido especialmente aquel peruano.

— Gracias cariño... — Susurró dulcemente a la señorita, quien avergonzada asintió y salió de aquella habitación, dejando nuevamente solos a ambos chicos. — Joven Rusia... El tener un tratado con nosotros es beneficioso, tenemos muchos aliados gracias a lo grande que somos como “familia”, sin mencionar que nuestro legado es perteneciente a España.

Rusia frunció severamente el ceño, incómodo con ello, pero Perú sólo sonreía, acercándose con la charola de bocadillos en sus manos.

Un dulce aroma llenó el lugar en segundos, acalorado ciertamente al menor, quien frunció un poco el ceño por eso.

El olor no era por los dulces.

— ¿Por qué debería tener una alianza con ustedes? — La carcajada que dió el Omega provocó algo en aquel Alfa, quien sin razón alguna, estaba deseoso por la respuesta...

Sólo quería una respuesta.

— A eso mismo quería llegar... — Murmura suave, agarrando un dulce y rozando con esta los labios ajenos. — ¿Abres la boca pequeño?

Aquello sólo sería otro problema.

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La limosina se detuvo frente a las puertas de aquella gran mansión, y de esta bajó un México muy molesto e irritado, junto a él estaba su secretario: Ecuador.

— Bienvenido, señor México... — La joven abrió las puertas y finalmente entró aquel Alfa que buscaba lo que le pertenecía.

Perú

— ¿Dónde está mi esposo y tu amo? — La sirvienta planeaba responder, si no fuera porque las fuertes feromonas de su esposo rebosaban por el pasillo, y junto a ellos unas risas.

— Entonces, quedamos en eso... — Habló con dulzura aquel peruano, quien mantenía en su rostro una sonrisa, y a su lado, aquel ruso un poco atontado por los encantos del Omega.

— Sí... — Susurraba un poco débil, relamiendo sus labios con descaro.

Eso jodía al mexicano, quien presenciaba tal ambiente como un mal tercio.

— Perú. — Pronunció con molestia aquel moreno, frunciendo el ceño mientras esperaba a que su esposo le hiciera caso.

El cholito dirigió su vista hacia aquel chico, rápidamente bajando las escaleras y llegando a sus brazos.

— ¡Cariño! — Exclamó sonriente, y un poco emocionado, aferrándose a un abrazo no correspondido.

Rusia se disgustó por eso.

Sin embargo, México no cambió su sentimiento de molestia, en su cambio, se asqueó por una cosa.

— Señor México... — Habló desafiante aquel Alfa dominante, entrecerrando sus ojos con desagrado.

— Jóven Rusia... — Respondió a su llamado, mirando fijamente los ojos del mencionado, haciendo una mueca. — Venía en busca de mi esposo, me preocupaba que aún no llegara a casa...

Subió su mano hasta la espalda del peruano, acariciando esta suavemente y aquello provocó un pequeño suspiro en el Omega, sonriendo torpemente por el “cariño” de su compañero.

— Ya veo... — Murmuró sereno, por así decirlo, intentando contener sus feromonas y ser civilizado.

Pero, ¿Cómo serlo si frente suyo estaba aquel mexicano acariciando lo que antes había poseído?

— Así que, con mi acto cometido me retiro... — Aquel azabeche cargó de ambas piernas a su pareja, y finalmente se dirigió hacia la puerta, junto a él estaba su secretario.

Rusia no dijo nada, y por cierto capricho, quiso buscar la mirada de aquel Omega que lo había floreado, y lo encontró.

Su mirada sólo mostraba diversión, y sus palabras silenciosas que dió se pudieron leer.

Nos vemos este viernes.

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FuaH, se me bugeó el cerebro JAJSJSJSJSJSJAJAJ

Ay, estoy aquí por wea nomás, estuve ocupada con una y otra cosa.

No lo cancelé, porque me gustaba como iba la historia, y si lo cancelo tremenda decepción que me llevo a mí misma, así que, aquí seguimos JAJSJAJDJAJA

Me fue mal, pero siento que estamos bien como vamos

¿La trama fluye bien? Yo digo que aún no estamos ni si quiera entrando al Desarrollo... Creo

JAJSJAJAJ

En fin, espero que estén bien, que hayan hecho sus tareas y que tomen aguA, los quiero mucho, Y NOS VEMOS LUEGOOO, fuEh

𝐔𝐧𝐥𝐨𝐯𝐞𝐝 - 𝘔𝘦𝘹𝘪𝘳𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora