Capítulo 14

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Rápidamente dejó escapar las lágrimas en el momento en que sintió la frialdad de las losetas de una habitación desconocida...

Se preguntó a sí mismo, ¿Sirvió para algo todo eso?

¿Sirvió intentar seguir una relación en la cual uno ponía de su parte y el otro sólo tomaba?

Y Miles pueden decir, “¡Pero si es culpa suya por seguir ahí!”, tienen razón, es culpa suya por ser tan idiota en un su primer amor y aferrarse como si fuese el único...

Pero México era el único quien le extendió la mano cuando lo necesitó.

Y él lo aprovechó.

Pronto lo que tanto anheló llegó a sus manos, un amor, una familia, buena vida... Y felicidad...

Hasta que eso ocurrió...

“Sus ojos se cristalizaron por aquel temor que sentía.

Temblaba cobardemente por la intensa mirada del teñido, quien apretaba sus mejillas y lo acorralaba a la pared.

Sofocante y asqueroso.

— Abre la puta boca. — Ordenó sin titubeos, dando apretones con cada palabra de daba.

Él negó, sintiendo finalmente las suaves y heladas lágrimas en sus mejillas, provocando que su mirada se volviera un tanto borrosa.

— Dé-déjame... Por favor... No... — Nuevamente intentó apartarlo, sin éxito alguno, era más que obvio quien ganaba en fuerza y aún así, ridículamente peleaba.

Chile no esperó más y a la fuerza le hizo tomar aquella droga, la cual el peruano con desesperación intentó expulsarlo.

Y casi lo lograba, si no fuera porque México llegó al lugar.

— ¡¿Qué mierda haces?! — Aquel moreno fue rápido a atender a su esposo, quien por culpa de la pastilla y feromonas de su Alfa, se había olvidado de que había ingerido algo dañino. Chile sólo alzó ambas manos sonriendo burlón, México soltó un chasquido irritado. — ¿Estás bien cariño? ¿Te hizo algo?

Perú sólo se escondió como el cobarde que era.

Chile se fue, dejando solos a la pareja, México preguntaba y Perú intentaban responder.

Esa misma escena se repitió por unas cuatro veces más antes de que Chile escapara y Perú fuese declarado infertil.

Si tan sólo él...”

Abrazó sus piernas mordiendo su labio con fuerza para no soltar los gimoteos que soltaba por culpa de sus lágrimas.

Este amor juvenil que poco a poco lo carcomió...

— Me prometiste el mundo entero México... — Agachó la cabeza, cerrando sus ojos en el proceso dejando caer las saladas lágrimas sobre su ropa. — Pero aquí estoy... Con sólo una ilusión de lo que juraste...

Patético... Jamás debió enamorarse, él era una toxina que dañó su vida, pero tan tontamente se sentía culpable.

Nos sentimos culpables.

Sonrió débilmente, acariciando su pierna desnuda, y se preguntó por un segundo...

— Si yo no estoy contigo...

¿Me extrañarías?


El frío invierno llegó, la calidez de la primavera se apagó y cuando llegó el otoño aquella mirada melancólica se apagó, dejando atrás una vida nueva y amores desolados...

Fin.

𝐔𝐧𝐥𝐨𝐯𝐞𝐝 - 𝘔𝘦𝘹𝘪𝘳𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora