cuatro: Vivian, Victoria, Natalia

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Los agentes discutieron hasta que llegó la policía, mientras que en esos minutos Victoria, con ayuda de su amiga, volvió a recomponerse, por segunda vez en el día.

Nuevamente pasó por otro interrogatorio, y los oficiales a cargo de la investigación habían decidió que ella y su amiga serían asignadas dos policías especiales, quienes estarían con ellas las veinticuatro horas del día. James había atestiguado a su favor diciendo que el tipo sin visa, ni vida, en el patio había intentado asesinar a Victoria Gillies, y que ella lo había matado en defensa propia, mientras que el otro tipo tenía una contusión de la que aún no despertaba.

Adentro, la casa de Victoria seguía intacta, estaba la cocina revuelta y había sangre en el living. Bajo la supervisión del Soldado le habían permitido entrar por sus cosas y cambiarse de ropa. Ni ella ni su amiga podrían quedarse en sus propias casas y sólo por esa noche Sam y su colega, James, las recibirían en la casa que estaban ocupando por esa semana que estarían trabajando en la ciudad.

–¿Cómo me encontraste? –le preguntó Victoria, cuando considero estar suficientemente alejada del resto de los oficiales. Estaban en el segundo piso, caminando en dirección a la habitación que ella compartía con su novio. La joven no escuchó respuesta y decidió ignorarlo hasta que estuvieron dentro de la habitación.– Cierra la puerta –James hesitó, pero finalmente cerró la puerta.

–¿Qué tienes en ese bolso? –le preguntó al verla dejar el bolso sobre la cama y dirigirse al pequeño clóset frente a esta.

–Responde tú primero.

–Fue coincidencia. Estamos trabajando en una investigación.

–¿Qué tengo yo qué ver con esa investigación? –con un suéter de lana y nuevos pantalones se giró de vuelta a la cama sin mirar al incómodo agente junto a la puerta.

–No sabía que Victoria Gillies eras tú, Vivian.

–Mierdas –se giró a verlo y se quitó el suéter y la remera que vestía debajo de un sólo tirón. El Soldado reaccionó mirando a otro lado, pero volvió su vista a ella al percatarse de que se acercó a él.– ¿Nos seguiste anoche? –recordando que casi veinticuatro horas atrás se habían visto por primera vez.

–Pensé que estabas muerta –respondió, confirmando la suposición de la joven.

–¿Y eso en qué te afecta a ti?

–Nada –y ella mantuvo contacto visual esperando más información. Él la vió cruzar sus brazos abultando más sus pechos. Carnosos.– Pensé que fue mi culpa, no lo sé. Pude haberte llevado conmigo y no lo hice.

Dejó escapar aire.– Fue hace diez años. Tenía dieciséis y creía que eras maldito Santa Claus. Hiciste bien.

–¿Santa?

Ella aguantó una sonrisa y se giró a la cama nuevamente.– Mi abuelo me contaba historias sobre el Soldado del Invierno y él decía que aparecía cada diez años o incluso antes, siempre que hubiesen hombres malos –tomó el suéter con su mano derecha y allí James notó que la joven frente a él había intentado suicidarse, claramente.– Y me enseñó las palabras, era como un padre nuestro. Decía que así invocabas al héroe y él acudiría a ayudarte, que se haría cargo de los malos –al momento en que ella se puso el suéter, él pudo notar que en su costado izquierdo, visible a sus ojos, tenía una cicatriz. La habían apuñalado y luego intentado despellejar con el mismo cuchillo. 

–Eso explica porque no me tenías miedo –ella confirmó con su cabeza y comenzó a desabrochar su cinturón.– ¿Por qué no usaste las palabras antes, cuando te secuestré?

Ella negó con su cabeza.– No me secuestraste –se rió y bajó sus pantalones.

–Lo hice, iba a matarte –él seguía mirándola, con el golpe que ella se había dado al caer cuando él le había tirado el bolso de vuelta se le habían formado moretones en las piernas.

Soldier of Winter | Bucky fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora