"Mi abuelo me contaba historias sobre el Soldado del Invierno y él decía que aparecía cada diez años o incluso antes, siempre que hubiesen hombres malos... y me enseñó las palabras, eran como un padre nuestro, y decía que pronunciándolas invocabas a...
Antes de dejarse acariciar por la muerte, el amatista en sus ojos se volvió lila, y cuando cayó para ser atrapada por James, el lila se volvió café. Vivian había recibido tres balas en el pecho, dos dieron en su lado derecho y otra justo en el centro. James subió con ella en el camión aún consciente, pero la perdió en el camino.
-Durante la mañana serán trasladados ambos prisioneros de vuelta al continente americano -Sam y James tenían una reunión con sus superiores allí en la base militar. Ambos escuchaban al holograma que se reproducía en el centro de la mesa.- ¿Ya se conoce el estado vital de Natalia Román?
El doctor que había llevado la operación entró en la sala.- Las tres balas fueron removidas exitosamente -él se acercó más a la mesa. Seis personas habían sentadas alrededor.- Ambas están bien, el tejido se está regenerando rápidamente.
-¿Román y quién más? -uno de los oficiales sentados en la mesa preguntó. Sólo Vivian, Natalia, había entrado al quirófano.
-Bueno, ella y el feto en gestación, General Brown -le respondió el doctor. Sam y James se miraron.
-¿Cuán avanzado está su embarazo? -preguntó otra oficial, ella rápido fue interrumpida por el holograma.
-Capitán, no nos había advertido de la condición de la joven -el holograma le habló a Sam Wilson.
-Desconocíamos su situación, señor.
-Tiene apenas cuatro semanas, debido a las especiales habilidades de la muchacha, sobrevivió sin riesgo -respondió el doctor.
Sam le habló de cerca a James.- Cuatro semanas atrás estaba contigo, Buck.
James movió su asiento hacía atrás, dispuesto a dejar la reunión, pero la alarma se activó en el piso y enfermeros se asomaron por el pasillo en busca del doctor. Natalia había despertado y sin cuidar su fuerza, se había quitado las agujas que la tenían retenida en la camilla. No necesitaba suero, no necesitaba una maquina metida por su garganta para poder respirar, mucho menos que una computadora siguiera su ritmo cardíaco. Tres horas después de recibir las balas, ya se había curado completamente.
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Las seis personas que asistían a la reunión salieron de la sala con ventanales en vez de paredes, cada uno dirigiéndose a su unidad correspondiente, creyendo que la emergencia venía del exterior o de alguna de las celdas en las que tenían a Thomas Pierce o Michael Jeffreys, pero sólo se trataba de Natalia, quien iba dejando inconsciente a todo el personal medico que se atrevía a cruzarse por su camino a la salida.
Natalia había despertado y tenía muy presente que Thomas Pierce estaba en algún lugar del edificio en el que ella se encontraba, y vivo. Quería desprenderle cada extremidad del cuerpo con sus propias manos, eso la motivó a escapar de la habitación de observación médica en la que estaba y vestirse con la ropa que encontró. Pantalones de polar muy grandes para ella y un suéter del mismo material. Era ropa para salir a trotar durante el invierno, y bueno, lo era. Trotó por el área médica buscando la salida.
