Capítulo 31

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Sostenía el cuerpo inconsciente de Richard entre mis brazos pegándolo a mi cuerpo y cubriéndolo con mi saco intentándole transmitir algo de calor, su piel estaba pálida, sus labios se tornaban en una tonalidad violeta y su tacto era frío. Alfred conducía lo más rápido que podía, le hubiésemos llevado a un hospital de no ser por las marcas que tenía en su piel de un claro abuso y el hematoma en su cuello donde se aplico la droga. Se escucho el rechino del auto cuando freno para estacionar al frente de la mansión, Alfred bajo y abrió la puerta, salí con él en mis brazos, entramos y subimos directamente a mi habitación, llenamos la bañera con agua caliente quite su ropa que estaba hecha andrajos, su camisa estaba sucia su pantalón estaba roto y sus rodillas ensangrentadas, las palmas de sus manos de igual forma.

Con toallas comenzamos a frotar sus brazos para crear fricción y calentar su cuerpo, necesitábamos elevar su temperatura corporal, en un momento Alfred salió de la habitación para ir a buscar una dosis de epinefrina para contrarrestar la droga que le suministraron, poco a poco comenzaba a entrar en calor, sus labios y su piel volvían a su color natural. A pesar de tener los ojos cerrados podía notar lo hinchados que estaban y lo enrudecido en el contorno, acuno su rostro en una de mis manos y comienzo a acariciar su mejilla.

Miro su cuerpo con detenimiento y veo las heridas, las marcas que hay en todo él no sabía si el sujeto que le había drogado le había hecho ellas o si había sido el desgraciado de Wilson, había chupetones, alguna que otra marca de mordedura, solté un ligero gruñido ante la molestia, el fuerte olor del alcohol llegaba a mi y mire una diminuta estela de color blanco salía de entre sus piernas, Alfred llego y le inyecto la epinefrina en la parte exterior de su muslo derecho.

— Con esto debería estar bien señor, solo necesita descansar adecuadamente — dijo mientras desechaba la jeringuilla con la que lo inyecto, su rostro se mantenía sereno y calmado — me encargare de él señor, usted...

— No será necesario Alfred, yo mismo me hare cargo de él a partir de ahora. Puedes retirarte —dije mientras le mirada por encima del hombro, logre ver como ponía una de sus manos en su pecho y se inclinaba ligeramente para después salir de la habitación. Continuaba acariciando su mejilla y movía unos de sus mechones de cabello de su frente, le miraba de forma analítica ¿Podría ser él? ¿Él es quien le ayudo a Wilson?, me parecía imposible, no sería capaz no debía tener conocimientos de los negocios de esa magnitud, de los problemas y de como resolverlo de forma adecuada. Volví a sostener su mejilla y soltó un ligero quejido.

— Mmm... S-Slade... n-no... no te vallas... — su ceño se frunció un poco y parecía que una lagrima se forma y su parpado la mantenía dentro — q-quédate... n-no va-vallas... te amo... — retire mi mano de su mejilla, apreté con fuerza mi mandíbula.

Volví a acercar mi mano a él esta vez dirigiéndome a su cuello, mi respiración era pesada y densa, la punta de mis dedos tocaban su piel con fuerza, emitió otro quejido ante la ligera presión. Al ver lo que estaba por hacer la quite de su cuello, levante la manga de mi camisa sobre mi codo y la baje hasta sus piernas poniéndola en medio de ellas y palpando su entrada con dos de mis dedos, con mi otra mano le sostenía contra la bañera aplicando presión en su hombro, acomode mi cabeza entre su cuello y lamí la zona donde tenía el hematoma de cuando le inyectaron la droga, soltó otro quejido y se movió un poco, metí mis dedos en su interior mientras mordía su cuello sobre otra de las marcas que tenía en su cuello emitió un gritillo y quejidos moví un poco mis dígitos en forma de embestidas mientras chupaba donde había mordido.

— Mgh... n-no... b-basta... — decía continuando inconsciente, movía mis dedos sacando aquel asqueroso fluido de su interior lo hacía con fuerza, presionando su interior, iba profundo queriéndome asegurar de no dejar nada en él, se removía un poco y quejaba, pero lo que más me molestaba era cuando decía su nombre, clamando por ayuda y auxilio.

Entre Trabajo, Amor y PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora