- Extra -

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Habían pasado ya algunos años desde que había dejado atrás todo lo que involucraba bailes exóticos, satisfacer clientes y lo más importante, las drogas. Todo eso había quedado en el pasado, pero este siempre nos persigue sin importar cuanto queramos dejarlo atrás, siempre estará presente. 

Había trabajado durante mucho tiempo con el Joker y con ello había conocido a demasiadas personas y todas o mejor dicho a casi todas no había sido de la mejor manera, nunca iba a poder borrar el pasado, nunca y siempre me perseguiría. Mientras estudiaba, reconocía a algunos profesores y ellos a mi, se acercaban y proponían disfrutar de un rato por una cuota considerable, fue incomodo esos años, pero siempre los rechazaba y amenazaba con acusarlos por acoso. Funciona, al menos la mayoría de las veces, claro que existirían algunos que se arriesgaron para poder conseguir algo, pero fue inútil. Al final terminaba por ponerlos en su lugar, los acusaba o me aseguraba de amenazarlos con algo más relevante. 

También reconocía a algunos estudiantes y ellos a mi, era un poco más simple, pero de igual forma complicado pues las amenazas debían tener mayor impacto en ellos para que lograran tomarlo en serio. 

Para mi fortuna termine la licenciatura de administración de empresas en tres años, tuve un gran promedio y recibí varios reconocimientos. Estaba más que feliz por lo que había logrado, había sido difícil conseguirlo y no rendirme ante nada, pero Slade, el Joker y mis amigos siempre me apoyaron. 

Slade me guio y apoyo durante todo el tratamiento de desintoxicación y en el programa para dejar las drogas, fue difícil, demasiado, la desintoxicación fue dolorosa a pesar de que haber recibido un lavado de estomago, fue doloroso eliminar todo rastro de drogas de mi sistema, me sentí tan ansioso, desesperado, frustrado y enojado cuando tuve que mostrar donde ocultaba todas mis drogas, ver como las tiraban y se deshacían de ellas fue doloroso, intente detenerlos e intentar convencerlos de que al menos me dejaran pequeñas dosis, pero no lo conseguí y se deshicieron de todas y cada una de ellas, igualmente lo hicieron con las botellas de alcohol que guardaba. Ver como las desechaban me quemaba y algo dentro de mi me gritaba que los detuviera, que no permitiera que lo hiciera, pero también estaba otra parte que me decía que los dejara hacer lo que quisieran con ellas. 

Todos los días eran difíciles, sabía donde podría conseguirlas y comprarlas, caminar por las calles y ver a lo lejos a una de las personas a las que les llegaba a comprar o negociar, drogas por su satisfacción y placer, era duro verlos, sentir las ganas de correr y comprar al menos una pequeña dosis, mi cuerpo extrañaba el no sentir en lo absoluto. Hubo momentos en los que estaba por recaer, en los que estaba más que decidido en ir, comprar cualquier tipo de droga y meterla en mi sistema, pero Slade no lo permitía y antes de que fuera a intentar algo él me lo impedía; él, el Joker y mis amigos, se cercioraban de que no volviera a caer. 

Lo agradecía demasiado, por que si no fuera por ellos y hubiese recaído en algun momento, no estoy seguro si hubiera podido volver a ponerme de pie e intentar de nuevo.

Aun me costaba escuchar el nombre de Bruce, siempre lo haría y aunque ya todo estaba atrás había dejado grandes marcas y cicatrices en mi, heridas que aun podía volver a abrirse. Él me había roto de una forma en la que nadie más lo había hecho, me había quebrado en todos los aspectos posibles, me había roto por dentro y por fuera. Me negué rotundamente, una y otra vez cada vez que la idea o la propuesta de ir a terapia aparecía, no, quería olvidarlo, superarlo, no tener que decirlo, por que sabía que si lo hacía, solo volvería a romperme a mi mismo, una y otra vez. 

Las pesadillas eran recurrentes y en todas y cada una de ellas el protagonista era el mismo, Bruce. Solo él y yo en su habitación, conmigo permitiéndole hacer su voluntad conmigo, él manipulaba y movía mi cuerpo a su antojo, me utilizaba como deseaba y hacía lo que quería conmigo y en esas pesadillas yo aceptaba y una sonrisa estaba en mis labios.

Entre Trabajo, Amor y PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora