Prueba de Espíritu.

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Una de las vistas mas majestuosas que muchos de los allí presentes habían visto en su vida entera, teniendo en cuenta de que algunos de los caballeros y valquirias que competían en el torneo eran de los mas humildes orígenes. En un palco adornado con innumerables y brillantes piedras preciosas, que parecía resplandecer con luz propia, juntos, se exhibían catorce tronos, los cuales estaban ordenados en parejas de manera que todos se exhibían de manera igualmente proporcionada a la vista de las miles de personas que los veían desde las gradas. Cada uno de los pares de tronos estaban coronados por una enorme gema, la cual representaba el dominio de sus gobernantes, y estas eran por supuesto, El Rubí, símbolo de ardiente convicción. El Zafiro, la marca del valor inamovible. La Esmeralda, que representaba el poder de la fe que mueve montañas. El Jade, que es marca de orgullo fragante. La Amatista, que era el símbolo de la nobleza y el conocimiento. El Ópalo, que era muestra de humildad y entendimiento. Y el Diamante, que era sinónimo de fuerza y poder sin igual.

Pero lo mas intimidante de toda aquella visión no era el radiante palco adornado con piedras preciosas, ni los hermosos tronos que estos mostraban, sino, las personas que en estos tronos se hallaban, catorce personas, las catorce personas mas poderosas y justas de los siete reinos, algunos mas rectos o firmes que otros claro, y cada quien tenia su forma distinta de guiar a su pueblo, pero sin dudas todos velaban por la seguridad y felicidad de sus reinos como la suya propia. La primera orden primordial se hallaba frente a los participantes para dar acto de apertura a la edición numero 5000 del Gran Torneo Primordial.

Arukon, asombrado por tener por primera vez en su vida frente a el a todos los gobernantes de los siete reinos juntos frente a el no pudo mas que soltar una sonrisa al ver que un hombre de largo cabello rojo y ojos amarillos, con apariencia serena y que seguro no superará los treinta años dio un paso al frente y comenzó la presentación.

-Bienvenidos, Habitantes de cada uno de los siete reinos que conforman nuestro mundo, a un nuevo día, el alba de un nuevo milenio, un milenio alumbrado por la resplandeciente luz de una hermosa e ininterrumpida paz. De seguro que hemos tenido momentos de tensión precaria en el que el grupo de extremistas que se hace llamar los Profetas del Apocalipsis a amenazado nuestras vidas y la calma de nuestro mundo con sus ataques y sus ideas de muerte y devastación, pero eso no significa que nos dejaremos vencer por un grupo tan deplorable, que se vale de artefactos concebidos para proteger la libertad como lo son las armaduras primordiales para tan malignos fines, y es por eso que el día de hoy estamos dando inicio a una nueva edición de esta tradición que hemos mantenido por cinco mil años, tradición que conmemora el día que al fin fuimos libres, estamos aquí para demostrarle al mundo que las razas jamás se rendirán y protegerán por siempre este precioso mundo que el Equilibrio nos regalo, así que sin mas preámbulo, terminare esta introducción presentándome a mi mismo y legándole la palabra a los honorables hombres y mujeres que conmigo se encuentran.

El hombre coloco su mano en el pecho sobre su corazón, cerro los ojos y dio una leve y magistral reverencia hacia los participantes, a la vez que una cálida y poderosa aura roja lo cubría.

-Mi nombre es Zaknous Xfail, Soberano del Clan Xfail, Portador de La Armadura Primordial De Rubí, y miembro de la Honorable Primera Orden Primordial, y les doy la bienvenida al Gran Torneo Primordial.

A su lado, una mujer, de cabello azabache, largo y brillante peinado en una cola de caballo desordenada y frondosa, y ojos color escarlata como la sangre fresca, con piel morena y sonrisa atrevida, dirigió su mirada a los participantes y continuo.

-Luchen con honor y valentía! Demuestren su valor y su temple, pero sobre todo, demuestren que la fuerza de un hombre es capaz de cautivar el corazón de quienes los rodea... Y que espero ver a alguno capaz de impresionarme de verdad, ya no quiero estar sola mucho tiempo.

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