Skydrent.

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Año 4910 del Imperio Primordial
Orión, Capital del Reino Skydrent.

El sol se ponía de manera majestuosa bajo la barrera de nubes que cubrían el pico de la Garganta de la Tierra, y sus rayos rebotaban en las paredes de los edificios de cristal de Orión, como siempre, se podían ver a cientos de Aesirs volando por el infinito firmamento que las rodeaba, y entre ellas, una batalla "Amistosa" se estaba llevando a cabo.

Las espadas y las plumas chocaban lanzando chispas por todas partes, dos mujeres luchaban entre ellas para demostrarse entre si el fruto de su entrenamiento, pero una de estas le llevaba una muy clara ventaja a la otra.

-¡Haz mejorado bastante Margarita, admito que me estas comenzando a hacer sudar.- Dijo una de las combatientes, una hermosa Aesir de plumas de un color gris metálico, ojos azules como un par de zafiros y cabello de color blanco que se mecía con el viento y con el movimiento de sus feroces ataques.

-¡¿Como es posible que seas tan fuerte?!.- dijo frustrada su compañera, una chica rubia de ojos verdes y alas marrón claro, que apenas y podía seguirle el paso a su rival.

Ambas seguían chocando sus sables una y otra vez sin mostrar tregua, pero Margarita ya se veía cansada y un solo descuido le costo caro.

-Pues muy sencillo amiga mía.- dijo la Aesir peliblanca mientras que en un veloz movimiento, desarmaba a su rival y colocaba su filo en su garganta.- Soy la hija de mi madre.

-Ya pues, no tengo oportunidad contra ti, me rindo Kyurie.- dijo la rubia mientras ambas descendían hasta la ciudad, poniendo fin a su enfrentamiento.

Estas dos amigas de la infancia disfrutaba mucho del tiempo que podían pasar juntas, el cual últimamente se había vuelto escaso debido a que Margarita llevaba un estricto régimen de entrenamiento con su mentora, pero aun así no era suficiente para derrotar al talento innato que tenia su mejor amiga en el combate. Ella era una de las Aesirs mas fuertes de su generación, y esta portaba con orgullo y elocuencia ese titulo.

-Lo estas habiendo muy bien Mags, tal vez si sigues entrenando así en un par de siglos logres igualarme.- Dijo la orgullosa Aesir de plumaje plateado, el cual distinguía a los miembros de la nobleza del clan Skydrent.

-Kyurie, no hace falta que seas tan condescendiente conmigo, sabes que es casi imposible que alguien como yo iguale a alguien como tu.- dijo algo cabizbaja la rubia, reconociendo la fuerza de su rival.

-Se vale soñar no? Quizás no llegues a ser tan grandiosa como yo, pero eres una guerrera muy hábil.

-Bueno, eso significa mucho viniendo de ti, vamos necesitó comer algo.

Ambas mujeres alzaron vuelo y se dirigieron a través de las calles de la hermosa ciudad celestial con dirección hacia el hogar de la peliblanca. Al llegar, fueron recibidas por la figura de una Aesir, una hermosa mujer de cabellos color miel y una profunda y penetrante mirada de color azul zafiro que ya todos conocemos bien.

-Miren nada mas quienes regresaron, ¿Se divirtieron en su entrenamiento?.- Dijo la mujer al ver llegar a las dos chicas un tanto agitadas por su último combate.

-Es un enorme gusto verla Tabitha-Sama.- Dijo Margarita haciendo una marcada reverencia hacia la Sacerdotisa del Relámpago.

-Margarita, sabes bien que no hace falta que seas tan formal conmigo, puedes decirme solo Tabitha.- dijo Ella con el mismo tono jovial de siempre.

-Buenos días, madre, Margarita acaba de mostrarme lo hábil que se ha vuelto gracias a su esfuerzo, si sigue así quizás algún día pueda volverse una gran guerrera.- Dijo Kyurie, haciendo una mucho mas ligera reverencia de respeto hacia su madre.

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