Elysium.

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Narración

Año 4999 del imperio Primordial
Veronia, Reino Elysium.

-¡Corran, corran tontos, que no los atrapen!.- le gritaba una niña a sus dos hermanos mientras huían desesperadamente por las pobres calles de Veronia.

-¡Hermana, espera por favor, no tan rápido!.- imploraba uno de sus hermanos menores.

¿De que estaban huyendo se preguntaran?, pues no puedo decir que este peculiar trío de hermanos este en una situación privilegiada.

-Ahí están, atrapen a esos pequeños rateros.- decía uno de los soldados que iban en su búsqueda.

La hermana, que llevaba a cuestas un saco de manzanas, al ver que uno de sus dos hermanos se retrasaba, decidió tomar las cosas por si misma y lo subió a su espalda.

-Ninguno se queda atrás, Xeno.

Al decir esto, salio disparada a una velocidad ridícula para llevar tanto peso, El tercero de los hermanos solo pudo ver a su hermana ir cada vez mas rápido y quedar maravillado con su fuerza. Al cabo de un rato habían logrado perder a sus perseguidores con éxito y llegaron a una antigua y sucia casa a la que los tres hermanos con orgullo llamaban "Hogar".

-Lo hicieron muy bien, estoy orgullosa de ustedes Xeno, Kuchell.- le dijo la hermana a sus dos menores cómplices al estar seguros dentro de su casa.

-Vaya Syrah, nunca deja de sorprenderme lo increíble que eres, como eres capaz de correr así teniendo a Xeno y al saco a cuestas.- dijo Kuchell alabando las habilidades de sus hermana.

En cuanto este termino su frase vio como su hermana mayor dejaba el saco en una esquina y caía abatida por el agotamiento sobre su cama.

-Jamás lo intentes hermanito, me siento como si hubiera sido arrollada por un mamut, me lo pensare dos veces la próxima vez que tenga la opción de correr con mas de 40 kilos encima.

Kuchell se sentó en su cama y admiro la cansada figura de su hermana, delgada, piel blanca porcelana, aunque estaba sucia, cabello negro azabache y ojos color verde esmeralda, distintivo de su clan. Esta se levanto y saco tres manzanas del saco para repartirlas.

Kuchell volteo a ver a su hermano Xeno, que se encontraba sentado frente al altar a sus padres.

-Mamá, papá, hoy volvimos a hacerlo, por favor, espero que puedan perdonarnos.- hablaba el menor de los hermanos frente a la mesita con dos velas y la foto de sus padres.

Xeno y Kuchell tenían 10 años y eran idénticos, eran mellizos después de todo, mientras que Syrah era igual a su madre, ellos habían salido a su padre, cabello rojo pálido, ojos azules y casi la misma complexión física, lo único que los diferenciada, además de su personalidad, era que Kuchell era un par de centímetros mas alto.  Kuchell era fuerte, valiente y siempre trataba de proteger a sus hermanos, aunque Syrah siempre terminara protegiéndolo a el, y Xeno era mas amable y tímido, se preocupaba de su familia y hacia todo lo posible para ayudar a se hermana, a quien admiraba mucho por ser la única que mantenía la calma y serenidad sin importar que tan mala fuese la situación.

Y así era Syrah, con 14 años, su madurez, tanto física como emocional eran las de una adulta, siempre ponía a sus hermanos por delante de ella y hacia lo que fuera necesario para protegerlos ante todo, ella le dio una manzana a cada uno de sus hermanos y juntos disfrutaron de su primera comida en días.

Cuando dije que la situación de estos tres pequeños no era privilegiada, me refiero a que perdieron a sus padres hace un par de años. Ya eran pobres desde antes de la muerte de sus padres, y ahora dependian de ellos mismos para sobrevivir día a día, solo roban cuando ya no pueden mas con el hambre y tratan de no salir muy seguido ya que en toda Veronia los veían como unos sinvergüenzas que no deberían haber nacido.

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