Deséeme El Éxtasis

IX

Naruto

—Adelante— dije mientras tocaban la puerta de mi oficina.

—Señor, los documentos que me dió, no entiendo a qué se refiere con "FAHEMO", ¿Es un nuevo medicamento?

—Hinata— levanté la mirada— No, no de trata de eso.—fui hacía ella.

—¿Es una nueva terapia?

—Tampoco— acaricié su mejilla y se sonrojó levemente.

—No se considerarían iniciales, ¿Quieres saber lo que significa?

—¡Si! Seguramente es una buena innovación, estoy pensando en...

—Follar A Hinata En Mi Oficina— interrumpí. Pude notar cómo su respiración se agitaba.—Puedes usarlo cuando quieras.

—F-fo... — rió

—¿Qué ocurre?

—Follarme, ¿Eh?— dijo en forma sexy.

Se acercó a mí y y acarició mis hombros.
Se veía hermosa, tenía una camisa color durazno y una falda ajustada negra a una mano sobre su rodilla con un tajo al costado.

Desabroché los botones de su prenda dejando descubierto su busto, jadeaba del deseo. Me dirigí hacia la puerta de mi oficina cerrándola con seguro para asegurarme de que nadie nos moleste; ella se apoyó en mi escritorio.

—¿Entonces puedo hacerlo?—caminé a su dirección.

—No debes preguntarme eso después de todo lo que hicimos en tu casa, ¿No?

—Mierda, me vuelves loco.

Hinata se ha quedado en mi casa exactamente tres meses desde que su exnovio la dejó, a veces lo recuerda y se siente triste pero nada que yo no pueda solucionar.

—¿Qué tan loco?

Maldición su tono de voz...

—Lo suficiente para que te quiera sin ropa arriba de mi escritorio ahora.

¿Cómo puede ser que una mujer me tenga a sus pies con tan solo pararse delante de mi?

Terminé de desabrochar su camisa y besé cada parte de su pecho, ella enredaba sus dedos en mi cabello.
La subí sobre la mesa, abrió las piernas y me permitió ponerme entre medio de ellas.
Nos besamos cada vez más apasionadamente, subí su falda acariciando sus muslos mientras nuestras frentes se tocaban.

Su aliento cálido golpeaba mi boca deseosa de besarla nuevamente. Corrí sus bragas con mis dedos y comencé a tocarla, sus gemidos eran suaves, apoyó su cabeza en mi hombro derecho. Arqueaba su espalda del placer, si, sabía cómo tocarla, sabía cómo hacerla llegar a éxtasis.

—Deséame el éxtasis— un gemido resonó.

—No. Te lo daré.

De pronto dos de mis dedos se introdujeron en su vagina, los movía cada vez más rápido, hasta que empezó a temblar y con sus piernas me apretó; si, también me gustaba torturarla.

—Por favor comienza ya— murmuró.

—Estás muy mojada, creo que ya sufriste lo suficiente— reí, para después desabrocharme el pantalón.

Presioné mi miembro erecto sobre la puerta de su vagina, rozándola, haciéndola suspirar, temblar y morderse el labio inferior. Finalmente la penetre, su cuerpo enseguida se curvo, su boca se abrió dejando salir un pequeño grito.
Comencé a embestirla cada vez más rápido y profundo, sus manos apretaban los hombros de mi camisa, la recosté sobre el escritorio para que me sea más fácil sostenerla. La besé en el cuello mientras ella me pedía más, y así se lo daba.

Sus piernas comenzaron a temblar, haciéndome saber que ya estaba cerca del orgasmo, hasta que —Narut...o— gritó.
Ambos llegamos juntos al climax. Dejé descansar mi cuerpo sobre Hinata por unos minutos y luego me acomodé la ropa; ella hizo lo mismo.

—Iré a organizar los archivos que tengo en mi escritorio, ¿Al salir del trabajo vamos a correr?— me propuso.

—Bien, yo tengo que firmar algunos documentos. Me parece buena idea eso de hacer ejercicio.— le sonreí.

Hoy saldríamos temprano del trabajo, no había mucho que hacer más que firmar y aprobar proyectos.

—Genial, nos vemos a la salida— seguido de ésto salió de mi oficina.

Ordené mi escritorio y me senté a firmar las peticiones que me habían traído.

Al salir del trabajo

Ya eran las 18:30 hs de la tarde, me encontré a Hinata casi por bajar el ascensor para salir del edificio.

—¿A dónde quieres ir?— pregunté.

—Hay un parque muy lindo cerca de tu departamento.

—Oh, si. Entonces correremos ahí— reí.

Salimos del edificio y nos dirigimos a mi auto, su sonrisa me hacía bien, verla feliz me hacía felíz, pero... ¿Por qué? Nuestra relación no pasa más del sexo.
Su cabello negro azulado se movía con el viento, sus ojos brillaban, ella sacaba algo en mi que nunca había experimentado.

Subimos al auto y llegamos a casa.

—Me iré a poner ropa más cómoda— dejó su bolso en el sofá y se fue a la habitación.

—Yo también, y prepararé botellas de agua.

Al terminar de llenar las botellas con agua me dirigí a la habitación, como suponen dormimos juntos. La vi vistiéndose, se colocó un short, una sudadera y se recogió el pelo con una cola se caballo, definitivamente es una mujer muy hermosa.

—Hinata, ¿Estás lista?

—Si, iré a preparar algo para merendar en el parque, ¿Te gusta la idea?

—Me encanta.

—¿Qué quieres?— se acercó a mi.

—Bueno, sandwiches sería perfecto.

—Eres un adicto a eso, de pollo, jamón y queso. Ah, y también tengo que tostar un poco el pan, ¿No?— rió.

—Uf, llegaste a conocerme bien— besé sus labios y comencé a buscar ropa en el armario. Hinata se quedó parada viendo la escena.— Los sandwiches no se van a hacer solos, cariño— bromeé.

—Lo sé, solo estaba pensando en algo— se retiró rápidamente de la habitación.

—¿En lo de la oficina? Atrevida— grité para que me escuchara y reí.

Ya estaba listo, el olor a pan tostado venía hacia mí, claramente ella preparó lo que le pedí. Cuando ingresé a la cocina estaba guardando el aperitivo en una lonchera para después ponerlo dentro de una mochila, junto con un mantel.

—Ya está todo listo. Vámonos.— sonrió.

—Ojalá no te canses rápido— si, me gustaba molestarla, se enfadaba enseguida.

—Cállate— rodeó sus ojos.

Ambos salimos del edificio y caminamos hacia el parque, corrimos un rato hasta cansarnos y luego tendimos el mantel en el verde césped para poder comer.
Hinata se recostó sobre mis piernas mientras hablábamos de cosas insignificantes, mientras yo acariciaba su largo y lacio cabello, ella sonreía, si había algo mejor que pasar tiempo con ella no quería saberlo.

Ella es suficiente.