42.Afecto.

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El frufrú de las sábanas le sacudieron el cansancio de sus párpados, y sonrió al sentir unos brazos delgados en su pecho.

La calidez era agradable, y el suspiro de su acompañante lo fue aún más.

Tord no pudo soportar la idea de que el momento se esfumara tan pronto él fuera consciente de que lo necesitaba más que nada en el mundo. No, nunca quería volver a sentir que todo lo bueno en su vida se le escurriera entre los dedos como agua para caer en el suelo y desaparecer para siempre.

Entonces rodeó con una fuerza afectuosa la pequeña espalda para mantener el calor vibrante más cerca suyo, sobre su latente pecho, a carne viva si fuera posible. Pero eso no hizo nada más que despertar a su acompañante con un gruñido somnoliento.

Y lo que más temía sucedió, la persona se alejó, dejándolo frío de repente.

Tord suspiró resignado por su tonta mentalidad y se frotó la cara, aún adormilado. Se estaba volviendo a quedar dormido, pero el constante sonido de la ropa lo devolvió a la realidad.

- ¿Qué hora es...? - murmuró Tord, abriendo un ojo.

- Son las 10 de la mañana. - respondió la chica sentada en la esquina de su cama.

La mujer estaba terminando de abotonar la parte de arriba de su vestido, para luego agacharse y anudar los cordones de sus zapatos. La luz se colaba entre los espacios de las cortinas, creando líneas que iluminaban la melena castaña. A ojos de él, era casi como ver un cuadro que mostraba lo imposible de ver en la realidad. Pero ahí estaba, con su piel ligeramente rosa aún tibia en los lugares donde él había tocado y las pecas brillantes en sus mejillas resaltando sus pestañas onduladas.

- ¿Te vas tan temprano, kjære? - se quejó el noruego, abrazando la almohada bajo su cabeza, mientras miraba a su novia con sincera decepción.

Así es, tenía novia.

La conoció hace medio año, cuando Edd le pidió que lo acompañara a una exposición de arte organizada por estudiantes de su antigua escuela, puesto que se había graduado luego de repetir un semestre. Ella estaba en tercer año de historia del arte, y formaba parte de la exposición con una pequeña colección de cuadros que había realizado como hobby.

Su nombre era Elizabeth, pero todos la llamaban Lizzie para acortar.

Tord quedó atónito por los cuadros de Lizzie. Era una mezcla de grises y pasteles que parecían la fusión de dos mundos distintos en una obra inusual. No eran obras revolucionarias, pero lograron atrapar su mirada, causándole cierta melancolía por un cielo nublado bajo un cielo azul claro, acompañado de un rojo suave sobre sus hombros.

Como Tord se había quedado mirando fijamente los cuadros por un largo tiempo, ella se le acercó para preguntarle qué opinaba. Él fue sincero, y dijo que no sabía mucho de apreciación artística, pero estaba seguro que le gustaban. Aparentemente, a Lizzie le gustó su respuesta, y mucho.

Tord también gustó de ella desde el primer momento, por su actitud relajada y amable, como si fuera inmune a lo malo que podría ver o escuchar. Después de conocerla, le agradó aún más por ser graciosa y confiable, con una mirada tranquila que daba la impresión de no juzgar.

Al principio, estaba inseguro sobre si ella aceptaría salir con él, pero luego de mirarse en el espejo y preguntarle a Edd si pensaba que era bien parecido, éste hizo una mueca extraña sin negarlo, por lo que Tord lo tomó como una afirmativa y decidió invitarla a salir.

Tuvieron muchas citas, fueron a jugar bolos, visitaron una cafetería, realizaron picnics, todo lo normal que las parejas hacían. Hasta pasaban el fin de semana juntos.

Minner Foran [TomTord/TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora