Minner Foran [TomTord/TordTom]

44. Irónico.

Había llegado el momento de disculparse con su novia por haberla dejado plantada en la noche de año nuevo.

Aunque sonaba como algo bastante común como conflicto de noviazgos, para Tord era más que sólo eso. Lizzie ha sido la única novia en la que ha pensado formalmente, hasta el punto de considerar la idea de casarse. Es por eso que no debía arruinarlo.

Tord tomó las llaves del auto de Edd luego de pedírselo prestado, o mejor dicho suplicado, ya que la última vez que se lo prestó los dejó sin transporte en medio de la madrugada. Se colocó su chaqueta negra sobre su sudadera roja, estirando el cuello para abrigarse bien, ya que el frío persistía esa primera semana del 58.

La llamada telefónica que tuvieron Lizzie y él para acordar reunirse ese día en la tarde lo mantenía inquieto, por la voz tan carente de afecto de ella. Tord no quería dejarse llevar por su imaginación, pero estaba seguro de que Lizzie estaba muy molesta, aunque no sabía hasta qué punto. Se había dicho a sí mismo que lo averiguaría una vez que se encontrara con ella en el lugar acordado, mientras manejaba en reversa para sacar el auto de la entrada.

Cuando los neumáticos estaban por salir de la acera, Tord se detuvo para mirar bien que ningún auto viniera por ningún lado, pero entonces, un repentino golpeteo al vidrio a su lado lo hizo sobresaltar.

Vio una mano enguantada, y luego de que fuera retirada, visualizó a Tom mirándolo fijamente. Sus ojos negros eran penetrantes, y para el noruego siempre eran incómodos los momentos en que tenían contacto visual. Tord bajó la ventanilla un poco, por costumbre y no porque quisiera hacerlo.

- ¿Me llevas?

Tord recordó lo que atestiguó la noche de año nuevo, un ser que al igual que él estaba roto y vulnerable, pero se obligó a sí mismo con todas sus fuerzas a ignorarlo.

Puso la expresión más desinteresada que podía en ese momento - Depende, ¿a donde?

- A Hyde Park.

Tord empezó a pensar, analizando el mapa mental de Londres en su cabeza para recordar las direcciones, y llegó a una conclusión: estaba cerca de su destino.

- De acuerdo, sube.

Tom obedeció en silencio (algo muy raro de su parte) y abrió la puerta de los asientos traseros para dejar las cosas que llevaba consigo. Hubo unos cuantos forcejeos de su parte, puesto que peleó un poco con la posición del estuche de su bajo y su bolso de cuero. Tord observó con humor el cómo Tom se dejó caer contra el respaldo una vez que se adentra al asiento del copiloto, suspirando acalorado mientras se quitaba su bufanda azul y la deposita con el resto de sus cosas en los asientos traseros.

Cuando ya todo estaba en orden, el noruego retrocedió el auto para posicionarse en el carril correcto. Los primeros 5 minutos fueron un infierno. A pesar de que el interior del auto estaba cálido por mantener las ventanas cerradas, una atmósfera fría y tensa era completamente palpable. Tom, evidentemente aburrido, estiró su mano y jugó con las perillas de la radio, hasta encontrar una canción de rock and roll pegadiza.

El inglés alzó un poco la mirada, y se dirigió a Tord - ¿Te importa?

Tord, quien no era muy fan de la música demasiado alegre y movida, fue sincero - La verdad, es que sí.

- Ah, muy bien. - Tom le subió el volumen a la radio y se volvió a echar para atrás, esta vez para mirar por la ventana con una sonrisa socarrona.

Y Tord hizo una mueca, soltando una queja por lo bajo, cosa que hizo reír un poco a Tom.

Tord se sacudió la molestia e intentó calmarse, ya tenía muchas emociones acumuladas en un torbellino de ansiedad. Giró sus ojos por un segundo, y tuvo que hacerlo una vez más para cerciorarse de que la sonrisa burlesca del inglés había desaparecido.