prólogo: Una voz extraña

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Mí mirada se perdía en el techo que cubría mí habitación del clima espantoso que tenía Londres, un candelabro acompañaba este, como si fuesen mejores amigos desde antes que yo pisará el suelo de esa habitación tan grande, perfecta para mí, perfecta para un chico de dieciséis años. Atrás de aquel candelabro de oro se encontraba una pintura magnífica, probablemente la había echo mí bisabuela al enterarse que mí madre esperaba un niño, ella siempre decía que me encantaría Peter Pan, y así es, aunque supiera que no existe, me encanta, me hace sentir un pequeño niño otra vez. Lo que más me sorprendía de aquella casa, era su parecido, aunque tuviera 300 años, era hermosa, ni una rayadura, ni un grafitti, moho, nada, era una casa impecable, hasta se lo podría decir que parece un castillo, por dentro y por fuera. La casa no parecía vieja, parecía nueva, y mis "amigos" se sorprendían al enterarse de la edad de aquella gran casa, la casa de los inmigrantes Strum.
Mí mirada se desvío de aquella tan bella pintura y viajo hasta la puerta, esa blanca puerta que aparta mí cuarto del pasillo y las escaleras, una sonrisa se dibujo en mis labios al ver quién era, mí pequeño hermano, Lucifer Strum, parecia haber tenido una horrible pesadilla, aunque tuviera apenas diez años, tenía unas pequeñas bolsas grises bajo sus ojos mielosos, igual que los míos, sus cabellos alborotados, y su pijama sudado. Este tenía su mirada en mí, el temor inundaba sus pequeños ojos, se notaba a kilómetros que aquel sueño lo había perturbado.

- Draegan.. -llamó el pequeño azabache.

- Ven, acuéstate a mí lado pequeño..

Lucifer asintió y libero sus pies de aquellas tan incómodas pantuflas, mis ojos volvieron a dónde antiguamente estaban, ignorando todo movimiento o palabra de mi pequeño niño. El sonido de mí puerta cerrarse, me indico una cosa, que se estaba percatando de que la abuela no lo viera, siempre lo regañaba. La abuela siempre nos dijo que primero, aprendamos a dormir solos, que seamos independientes y que si tenemos pesadillas o nos sentimos mal, podremos dormir con la persona con la que nos sintamos seguros, eso quiere decir que mí hermano se siente seguro conmigo.
Un peso apareció de mí lado izquierdo, indicándome que mí hermano se había acostado junto a mi, pero yo solo seguía viendo aquella pintura, era un paisaje, en el que había una playa, en una de sus costas, un barco pirata y en otra, pequeños puntillos negros, probablemente sean personas, claro, ya que lo que más se destacaba era aquel chico que volaba por los cielos. Su vestimenta me fascinaba, era una variación de verdes, botas marrones, limpias, sin una pizca de mugre, y en su cadera, un pequeño cinturón con una daga a sus espaldas. Un suspiro de aburrimiento se desprendió de mí ser, mí mirada se despegó de aquellos hermosos ojos verdes que tenía el muchacho pintado.

¡Draegan! No puedes pensar eso.. ¡es una pintura!

Ignoré a mí subconsciente y mí mirada viajo hasta mí hermano menor, este dormía, parecía un pequeño angel, un pequeño angel que era perseguido por las penas que cargaba su familia. Su ceño estaba relajado, todo de el estaba relajado, se notaba que con solo estar con mí precensia a su lado, el se sentía seguro, sin temores, sin ganas de salir corriendo por el temor, se sentía seguro, defendido por su fiel caballero. Me senté con cuidado en mí cama destendida, esperando no despertar aquel angel, mis pies tocaron aquel frío material llamado mármol, se sentía que la humedad de la lluvia había bajado la temperatura, me levanté y me acerque a mí escritorio, tomé la manta que reposaba sobre la silla giratoria y la hice abrazar mí cuerpo cubierto por mí pijama de puntos. Con mí pies descalzos, me acerque a mí pequeño balcón, en donde siempre estaba en aquellas noches que se encontraban estrelladas, y hoy, era uno de esos tan bellos días, mis manos se apoyaron en el frío barandal y mí mirada se fijó en la luna, era hermosa, siempre me pregunté cómo sería tocarla, comía sería su textura, como sería sentirla bajo mi mano.
Pero ahí fue cuando vi algo, algo que me dejó confundido, eran aquellas dos estrellas que se encontraban en el cuento de Peter Pan, las estrellas del norte. Me acordé de aquel cuento, aquel recuerdo que tenía de mí madre, antes de que ella muriera y me dejara bajo las alas de mí abuela junto a mí hermano.

- Pequeña estrellita.. ¿Porque brillas? -susurré.

Esas palabras las susurraba mí madre, cada noche estrellada, ambos salíamos al balcón o nos asomabamos a la ventana y decíamos aquella frase. Mis oídos lograron escuchar un ruido detrás de mí, crujidos para ser exactos, probablemente de las ramas que dejaba el árbol sobre el techo, pero, yo no le preste atención, probablemente era aquel gato que siempre me visitaba, o un simple pájaro.
Pero no era eso, resultó ser una voz, no femenina como solía escuchar, era masculina, si mis oídos no me fallaban, eran de un adolescente, unos tres años más grande que yo. No le di importancia, seguramente era por el sueño que empezaba a sentir, solté un largo bostezo y me adentré a la habitación, dejé la ventana abierta, dejando que la cálida briza entrara por mí ventana, me quité la manta y la posicioné de nuevo en la silla, me senté en la cama y me acosté, dejando que morfeo se apodere de mí cuerpo, y así fue, mis ojos se comenzaron a cerrar, y si fuese como un sueño, me dormí, quedando completamente dormido junto a mí hermano.

𝐦𝐢 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 ᶠᵃⁿᶠⁱᶜ ʳᵒᵇᵇⁱᵉᵏᵃʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora