Todos danzaban y reían alrededor del fuego, aún me encontraba encerrado, mí cuerpo dolía a más no poder mientras que mis piernas yacían dormidas, impidiendo que pueda caminar o correr para donde sea, todo por culpa del rubio castaño. Varios puntos de luces se encontraban a mí alrededor, danzando entre si, alguno que otro se atrevía a acercarse a mí rostro, siento empujados con delicadeza de mí parte, nunca eh sido fanático de las luciérnagas en verdad.
- Bien, ya puedes salir. -habló cortante "Pan".
- No puedo. -conteste de la misma manera.
- Como que no puedes, tienes dos piernas.. puedes caminar con ellas -agregó levemente irritado.
- Es que.. no las siento, están dormidas.. -exclamé, por fin conectando nuestras miradas.
- Mierda. -maldijo por lo bajo.
- Solo abre la maldita jaula, no estoy parapléjico, solo están dormidas estúpido. -bromie.
"Peter Pan," como así se hacía llamar el chico, abrió la puerta que me separaba de la libertad, quitando de mí vista aquellos gruesos barrotes, con brusquedad acercó su izquierda a mí, brindándome ayuda para poder levantarme y sentir el cosquilleo tan característico de una sona adormilada. Sin rechistar tomé su mano, de un jalón me levantó del tan incómodo y duro suelo, provocando que me agarre de el instantáneamente, en su rostro pálido una sonrisa egocéntrica se comenzó a formar, recibiendo como respuesta un ceño fruncido de mí parte.
- Cuanta confianza tienes ¿Eh? -exclamó con gracia.
- Contigo no tendré confianza ni muerto, el único que de momento se merece mí confianza es Felix. -solté con enojo.
- Vamos, no tienes porque temerme, cariño. -sonrio juguetón.
- Oh no, claro que no adolescente caprichoso. -dije separándolo de mi- eso si que no, ahora sí déjame en paz.. yo puedo caminar solo.
Sin más, me solté de su agarre y con ayuda de mí alrededor me dispuse a caminar, la mirada verdosa de "Peter Pan" aún seguía sobre mí, pero no sé sentía incómoda, era una sensación cómoda, como si mí madre o alguien que conozco desde hace años me estuviera viendo dar devuelta "mis primeros pasos".
- ¡Ah! -me quejé.
Todo mí cuerpo dolía aún más, aún más mí rostro al ser este el que se digno a tener un encuentro con el suelo, con dificultad me giré en el suelo, quedando con mí vista dando en el cielo nocturno, nunca me detuve a apreciar las estrellas en este lugar, cada una de ellas se notaba más, mucho más, como si estuviera en un planetario en vivo y en directo. Un suspiro se digno abandonar de mí ser, llendose con el aire que necesitábamos para sobrevivir en este mundo de sacrificios.
- ¿Que miras? -preguntó curioso Pan.
- Las estrellas, Pan. -contesté aún concentrado.
- ¿Que tanto tienen de interesante? Son solo puntos en el cielo nocturno -agrego sin más.
- Son solo estrellas, para ti deberían de ser importantes ya que dos de tan solo ellas dan inicio a Neverland -dije sin mirar.
- ¿Te sabes el cuento? -preguntó con curiosidad.
- Claro que si, desde pequeño el cuento del grandioso Peter Pan fue mí favorito -contesté, dignandome a mirarlo.
Pan se quedó allí, parado, con su mirada concertada con la mía, las estrellas parecían danzar detrás de el, dándome una gran vista de su rostro otra vez, su cabello castaño rubio, ojos verdes esmeralda, piel pálida, cejas pobladas, si no estuviera encerrado en una isla el tranquilamente podría ser un modelo, amado y anhelado por todos.
- Dilo.. -habló Pan.
- ¿Que? -pregunte confundido.
- Dilo.. lo de la pequeña estrella -exclamó.
- No puedo si tu estás entre ellas -solte con leve burla.
Me inquietó un poco el echo de que aquel adolescente caprichoso supiera de la existencia de aquella frase, la frase que decía cada día desde que tengo memoria.
Una sonrisa amplía decoró sus rosado y finos labios, dejándome nuevamente con mí vista clavada en los pequeños diamantes que decoraban el negro cielo. Solté un suspiro, como cada noche fría de Londres, cerré con tranquilidad mis ojos, pensando en Londres, en mí hogar, mí pequeño pero acojedor balcón que gracias a él podía hablar con mí madre cuando quisiera.- Pequeña estrellita.. ¿Porque brillas? -murmuré.
Abrí mis ojos nuevamente, girando mí cabeza hacia la derecha para así poder dar con el pálido y bello rostro de mí captor, Aún contemplaba el negro cielo que nos cubría a todos, sus ojos esmeralda tenían pequeños destellos, el reflejo de una estrella para ser exactos.
- ¿Porque lo dices? -preguntó, perdido entre los diamantes nocturnos.
- Era la frase que decía mí madre.. -comenté- Decía que las estrellas eran las pequñas hijas del gran y doloroso amor imposible.. ella dijo que quería ser un estrella en el cielo nocturno..
- Y... dónde está -ojos esmeralda, por fin dieron ante mí.
- Murió al darle la vida a Lucifer.. en ese momento tenía diez y bueno, su "novio" nunca se hizo cargo de nosotros.. terminando ambos bajo el ala de mi Abuela, mejor dicho.. ahora Lucifer lo estará -agregue mirándolo.
Con dificultad me levanté del verde pasto, extendiendo mí mano ante el joven "rey" que yacía minutos atrás acostado a mí lado, sin rechistar acepto mí ayuda, siendo levantado con dificultad de mí parte, no soy muy fuerte como que digamos. Ambos, con unos milímetros entre nosotros nos encaminamos hasta la gran fogata, aún todos danzaban y peleaban delante del rojo fuego, al rededor de una gran roca yacía Felix, mirándome con una sonrisa mientras que entre sus manos sostenía carne recién cocinada. Me senté junto a el, tomando aquel pedazo de carne para así comenzar a comerlo, Peter, por otro lado, se encontraba sentado también, pero en una gran roca, con una flauta entre sus manos. Todos los niños perdidos esperaban a que el castaño se dignara a hacer sonar aquella madera con círculos.
- Solo las personas que se sienten solas pueden escucharla -susurro con la boca llena, Felix.
- No hables con la boca llena, es de mala educación Felix -agregue entre risas.
Ningún sonido era emitida por esta, o eso es lo que yo pienso, siento y escucho, pero a diferencia de mí, los niños perdidos pueden escuchar el sonido relajante de una flauta, despegue mí mirada del rubio ojos grises para así llevarla con el castaño, su mirada hacia perdida en el fuego y en sus llamas. Sus labios cambiaban de tubo en tubo, creando una hermosa melodía para los niños perdidos, yo no puedo sentirme solo, no sabiendo que volveré a Londres, que volveré junto a Lucifer, nana y la abuela. No me sentiré solo. Jamás lo haré.
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𝐦𝐢 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 ᶠᵃⁿᶠⁱᶜ ʳᵒᵇᵇⁱᵉᵏᵃʸ
FanfictionDraegan, hijo de Killam Jones, alias el capitán garfio, se enamora del enemigo de su "padre", un demonio sin poder comprender aquellos sentimientos que aparecían gracias a la precensia del azabache, ¿Será que por fin Peter Pan se estará enamorando? ...