Escena 3

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Ciel se quedó impávido ante aquella casi confesión amorosa de Sebastian. ¿Estaba alucinando sobre sus palabras con tintes románticos? Se mostraba confundido sus bellos ojos azul zafiro lo delataban ya que  parpadeaban un poco más rápido de lo normal mientras no apartaba la mirada del rostro de ese galante hombre cuyos labios esbozaban una sonrisa nerviosa. Su corazón latía con prisa, con cada latido acelerado sentía que sus mejillas se calentaban más en un bochorno muy justificable, la persona a quien sentía amar había insinuado que sus sentimientos eran correspondidos, debería sentirse feliz pero ¿Y si sus oídos le engañaron? ¿Su mente le estaba juganda una cruel trampa al escuchar lo que quería escuchar cuando no era así?

—Ciel… ¿Estás bien? —Cuestionó el mayor sin borrar la nerviosa sonrisa de sus labios, al notar su reacción jugaba infantilmente con su cabello alborotándolo para calmarlo— Olvida lo que dije.

El joven no acertaba que decir, titubeante sentía que las palabras no salían ni siquiera un “estoy bien” para no hacerlo sentir mal; al parecer por la actitud de Sebastian si había oído claramente lo que suponía, miró a su alrededor para comprobar que nadie cerca los miraba.

—Sebas…tian… —Titubeaba nervioso tomando su mano— ¿Me quieres?

Y en esa simple pregunta radicaba toda la esperanza de su corazón enamorado que anhelaba escuchar una afirmación, el mayor apretó su mano a la suya como anticipada respuesta.

—Ciel… Te quiero… Pero no sé de qué manera no quiero ilusionarte pero tampoco quiero seguir callando este sentir, es un cariño tan nuevo para mi que me confunde.

Sebastian genuinamente se notaba confundido pero a la vez aliviado al expresar este sentimiento que le agobiaba de dulce manera, el joven por su parte no sabía como interpretar aquello ¿No podía ser más claro? ¿Me quiere o no? La confusión del mayor le era contagiada ahora.

—Yo si te quiero… —Murmuró el más joven con sus mejillas sonrojadas— Sé que es amor lo que siento por ti.

—Ah Ciel… Solo tu puedes humillarme de esa manera —Con una risita le decía animado— Yo a mi edad todo confundido y tú tan joven ya estás seguro de lo que sientes. Doy vergüenza…

—No quise… —Nervioso Ciel parecía tratar de rectificarse por lo anterior dicho.

—No te retractes ya lo dijiste… —Le advertía Sebastian sin dejar de sonreír a la vez que acariciaba su mano que estaba presionada a la suya— Ojala fuera el demonio para salir volando de aquí e irnos a otro lugar para hablar más tranquilos.

Ciel sonreía ante su anhelo tan absurdo pero adorable animándose a hablar un poco más confiado se aclaraba la garganta.

—Puedo pasar contigo la noche en tu departamento.

—Ciel…

—No… No… No lo digo por eso… —Aclaraba nervioso al notar el gesto extraño de Sebastian— No quiero acostarme contigo, lo digo porque podemos hablar más tranquilos, ya otras noches he dormido en tu departamento… Por eso lo decía.

Su rostro estaba completamente rojo de la vergüenza que sintió al haber dicho algo que fue sacado del contexto inocente que el le había dado.

—Si eso entendí… No te preocupes.

Sebastian le decía al ver lo nervioso que estaba al aclarar el asunto, para segundos después quedarse en silencio mirando la luna en el oscuro firmamento, sus manos no se soltaron en ningún momento.

—Tengo miedo de esto… ¿Comprendes que las cosas cambiarán entre nosotros si comenzamos un romance? ¿Lo riesgoso de nuestra relación?

Le cuestionaba Sebastian volviendo a verlo, Ciel estaba consciente de ello por eso  mantenía en silencio este sentimiento, su más profundo secreto hasta esta noche.

Cuando nadie nos ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora