Escena 13

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Sebastian no se atrevía a mirar al hombre que lo había invitado a comer esa tarde, no era que le avergonzara los sentimientos que tenía por Ciel, solo que la situación era un poco inesperada. Vincent a quien conoció unos meses atrás lo consideraba un amigo, él le confió el cuidado de su hijo en esas largas horas de trabajo, el objetivo no era que lo enamorara.

Ahora los tres estaban en la mesa sin pronunciar palabra, se formó un incómodo silencio entre ellos, solo se escuchaba los sorbos que hacia el joven al beber su dulce té helado. Sorbo a sorbo tampoco dirigía la mirada a ninguno de los dos, cada uno sentado a su lado.

—¿Van a ordenar?

Alertaba el mesero con una amable sonrisa, rompiendo ese tenso silencio formado.

—Quiero algo ligero… Una ensalada o algo así, no tengo mucho apetito —Murmuró Sebastian esbozando una sonrisa— Lo que si le agradecería es otra copa de vino.

El mesero aceptaba el pedido, dirigió la mirada a los otros dos.

—Pide algo Ciel… —Su padre le sugería, el joven al oírlo pidió lo primero que estaba en el menú, se sentía tenso porque ninguno de los dos empezaban a hablar del tema— Yo quiero lo mismo que pidió el joven a mi lado, gracias.

—Papá… Estabas muy abierto a hablar hace unos minutos… ¿Qué sucede? Esto es muy incómodo. —Ciel le decía en un murmullo mientras esperaban que el mesero trajera lo pedido.

—Sebastian es quien me debe una explicación ¿No lo crees?

—Tienes razón Vincent, es que estoy algo nervioso. —Sebastian con una sonrisa justificaba su silencio. No muy a menudo era intimidado de esta manera pero ahora si.

Ciel le había comentado sin mucho detalle lo que habló con su padre, que este aceptó su relación ¿Qué debía hacer? Amaba a este niño pero ¿Estaba listo para hacer más formal esta relación? Nunca antes había hablado con los padres de alguna de sus parejas, quizas porque no duraban mucho o simplemente era para no darle la seriedad del caso.

—¿Qué sientes por mi hijo? Él dice que está enamorado y que tú lo estás también, que se corresponden. Sé que mi hijo es sincero porque nunca antes había visto esa expresión en su carita. —Ciel desviaba la mirada que vergonzoso era que lo delatara así frente a su enamorado— Eres un buen hombre Sebastian, te aprecio y lo sabes, por eso te pido que si no sientes lo mismo por mi niño, déjalo no lo ilusiones más.

—Papá…

—Ciel en estos asuntos hay que ser claros, yo solo quiero lo mejor para ti. No estoy haciendo algo malo, solo quiero que diga lo que siente por ti para tu tranquilidad y la mía.

—Pero… —El joven balbuceó nervioso y no entendía el motivo de su miedo, sabía que Sebastian lo amaba pero si ahora se acorbadaba al verse acorralado. Que se diera cuenta de su realidad, que no podrían amarse libremente hasta cumplir la edad adecuada. Su mirada se tornó llorosa al no oír una rápida respuesta de su amado, no se suponía que ahora debía decir sin duda alguna “Amo a Ciel, lo amo con todo mi corazón”

—Ciel… —Le llamó Sebastian, apretando su mano a la suya entrelazando sus dedos, sus manos juntas eran llevadas bajo la mesa para que no vieran los demás. Era como una señal de que así es como tendrían que vivir su amor, con discreción, intenso entre ellos pero para los ojos de los demás solo aparentar una ingenua amistad— Vincent, amo a tu hijo… Esperaré para formalizar lo nuestro apenas se pueda así que me alegraría… Bueno nos alegraría contar con tu apoyo y el de Rachel. No tengo malas intenciones con Ciel, no podría lastimarlo sin que algo de mi se muera primero de pensar hacerlo.

El joven estaba todo sonrojado, su futuro se estaba proyectando en este momento, Sebastian por primera vez se estaba comprometiendo y era con el. Sentía que el corazón se le iba a detener en cualquier por lo rápido de sus latidos, sus dedos entrelazados rozaban los suyos en un sutil movimiento le hacía cosquillear su ser entero, tan dulce contacto lo estremecía.

Cuando nadie nos ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora