Escena 6

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Ya una vez dentro del estudio y alejados de los medios de prensa que los asediaron minutos atrás la pareja iba directamente al set de vestuario para la prueba en la que tanto insistió el director.

—Lo bueno es que no has crecido nada… —Era lo que decía una mujer con un tono entre burlón y de alivio cuando tomaba las medidas del joven quien con una fingida sonrisa le escuchaba. Fingía la molestia que ese comentario le provocaba aunque  había algo más que lo molestaba era la escena que sus recelosos ojos color zafiro observaba a unos pasos, Sebastian era medido por tres mujeres. ¿Por qué tantas mujeres a su alrededor? Se cuestionaba internamente frunciendo el ceño con disimulo.

—¿Cuántas mujeres se necesitan para medir a un Sebastian? —Burlona la mujer comentaba al joven que sonreía aunque por dentro los celos le consumían. Suponía que debía acostumbrarse a esta situación pensaba en medio de un suspiro.

Sebastian hacia una mueca de resignación a su novio que solo torcía la mirada comprobaba así que estaba celoso y eso le parecía adorable.

—Chicas… Creo que es suficiente de sus medidas no creo que haya engordado o crecido en estos días. —Sebastian las apartaba delicadamente con su siempre gentil sonrisa, recordando en ese bello ceño fruncido de antes que ahora tenía novio y era su obligación el respetarlo aunque los demás no lo supieran. Acercándose a Ciel trataba de hacerle conversación ya que no era extraño que los dos hablaran como buenos amigos que eran y los demás los veían de esa manera.

—Ciel… ¿Cierto que no has crecido? —Nada mejor que disipar esa nube de celos de su amado con una burla sobre su estatura.

—¿Tú también vas a burlarte?

—Quizás deberías alimentarte mejor y así crecerías.

Ciel sentía como sus mejillas ardían un poco al escuchar el tono coqueto que usó al decir aquello y sobre todo el énfasis en la palabra “alimentarte”, era un poco contradictorio que insinuara algo sensual cuando minutos atrás habían hecho un pacto de castidad en su naciente relación.

—No digas esas cosas alguien podría escuchar y malinterpretarlo. —En un susurro le regañaba mientras las ayudantes de vestuario los dejaron solos para seguir trabajando ya que estaban con el tiempo.

—No todos tienen la mente sucia para malinterpretar el buen consejo que le da un amigo a otro.

—No todos los amigos le hablan en ese tono a sus amigos.

Sebastian sonreía ante sus palabras, este niño lo enloquecía de forma no antes conocida, el ni siquiera tenía que hacer gran cosa para conseguir que su corazón acelerara su ritmo con fuerza y en su mente los más cursis pensamientos le embaragaban. Lo enamoraba su presencia, su sola manera de ser, el no es simple ni complejo de entender solo era Ciel y lo adoraba tal cual es. El joven al notar como embelesado lo miraba volvía a regañarlo porque de seguir así no durarían ni un día en su secreta relación porque terminarían delatándose tontamente.

—Lo siento me perdí en tu hermosa mirada. —En un susurro le respondía provocando un notorio sonrojo en el joven.

—Sebastian… —Le llamaba molesto en voz baja por hacerlo apenar de esa manera al estar rodeado de otros que pudieran notar su coqueteo— Mejor me mantendré lejos de ti.

Diciendo aquello Ciel se le alejaba tratando que los demás no notaran su bochorno iba directo a una mesa para beber un vaso con delicioso té helado que estaba en la mesa de bocadillos que eran preparados para esa larga jornada de trabajo.

—Oye no me dejes solo. Que cruel eres. —Sebastian le decía acercándose a la mesa para estar a su lado.

—Es que te pones pesado, ni yo ando de cursi y tengo catorce años.

Cuando nadie nos ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora