Escena 11

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Sebastian entre dormido escuchaba la alarma de su celular resonar, alarma que le alertaba que debía despertar para iniciar el cumplimiento del itinerario en ese nuevo día de gira, con molestia abría los ojos ante el insistente sonido, sentía como Ciel en su regazo comenzó a moverse.

—Apaga eso... —Murmuró malhumorado el joven escuchando esa molesta alarma resonar sin parar.

El otro obedecía con el ceño fruncido agarrando su celular que estaba sobre la mesa a un lado, apagándola se abrazaba de nuevo a su joven compañero de cama. No estaba feliz de levantarse porque se sentía tan bien estar juntos en esa cama recibiendo el amanecer, deseaba seguir durmiendo en ese dulce y cálido abrazo, dentro de esa habitación sentía que solo se tenían los dos, un escondite que los resguardaba del mundo que no entendería su amor.

Ambos para quitarse el malhumor a manera de saludo rozaban sus labios muy cariñosos, Ciel se estremecía con sus besos y caricias, demasiado deleite su corta edad pensaba, sonrojado se dejaba consentir.

—Debemos bajar a desayunar...

Sebastian en un susurro le hablaba era la forma para si mismo reprimirse, porque era el quien no dejaba de llenar de mimos al joven que trataba de apartarlo al ver la hora que era.

—Ya Sebastian... Debemos ir a vestirnos, si nos demoramos en bajar a desayunar, los otros podrían sospechar.

—Sospechar ¿Qué? —Este le decía en tono burlón mientras rozaba sus labios en su cálido cuello— ¿Sospechar qué estamos enamorados? ¿Qué tenemos un romance secreto? ¿Qué quiero casarme contigo apenas tengas la edad legal?

Ciel se estremecía ante sus roces a la vez sus labios esbozaban una sonrisa por las insinuaciones que escuchaba, Sebastian era tan dulce y tan cursi, notaba esa mirada amorosa que estaba fija en la suya, sentía como le embargaba esa sensación cálida de felicidad en su ser.

—Te amo Sebastian... —Le decía sobre los labios con una sonrisa, se escabullía de su abrazo para levantarse hasta que logró sentarse en el filo de la cama— ¿Por qué tiraste mi ropa así? Está por todas partes...

—Tú también lanzaste la mía, no te quejes... —Le hablaba traviesamente este para defenderse mientras se abrazaba a Ciel por su espalda— Pareciera que tuvimos una noche apasionada con toda esa ropa tirada.

—Yo no sé de esas cosas porque nunca he tenido una "Noche apasionada". —Insinuaba algo receloso Ciel.

—No te pongas celoso hace tiempo yo tampoco he tenido una y la próxima será contigo en unos meses quizás...

—¿De verdad crees qué soportáremos meses? —Ciel dudoso le cuestionaba un poco sonrojado, quizás estaba siendo un poco obvio en sus ansias pero al sentir como su enamorado lo acariciaba y lo besaba ya no era de la misma tenue intensidad como al principio.

Sabía que Sebastian quería hacerle el amor pero se reprimía por esa promesa de castidad que habían hecho como base de su inocente relación. La noche anterior pudo comprobarlo, era la noche perfecta para hacerlo, el ambiente propicio sin embargo los dos tuvieron que controlarse sobre todo Sebastian, se pusieron sus pijamas y solo terminaron durmiendo juntos.

—Si, eso espero... Tengo autocontrol de los dioses —Respondía Sebastian con una sonrisa algo pícara— Pero creo que si se diera hoy, mañana o en un año será perfecto porque ambos lo deseamos y nos amamos.

—Entonces podríamos hacerlo hoy en la noche si será lo mismo en un año.

El mayor sentía que sus mejillas ardían un poco aunque él no era alguien que se sonrojaba con facilidad, pero era inevitable no ruborizarse ante esa insinuación matizada en curiosidad y perversión. Ciel parecía rogarle con la mirada, acercándose a sus labios los rozaba con los suyos esperando una afirmación a su deseo.

Cuando nadie nos ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora