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Las nubes abundan en todo el cielo pero están separadas dejando ver algunas partes del cielo azul, algunas son blancas como el algodón que se usa para curar heridas y otras parecen tener un color crema parecido a la crema batida con café, es tan bello que una pintura no podría captarlo completamente.

Estamos en la nave rumbo a la ciudad donde nos esperaran nuestras familias el día siguiente, es bastante tarde ya que falta poco para que caiga la noche, el viaje desde Rusia hasta la ciudad es largo y tuvimos poco tiempo de descansar bien.

Felix y Charlie se encuentran dormidos uno con la cabeza sobre mi hombro y otro recostado en mis muslos, quería removerme un poco ya que estaba un poco incómodo pero si lo hacía tan solo un milímetro uno apretaba mi brazo y el otro mis muslos dejándome casi inmóvil, solo me toca sonreí con ternura ante sus acciones temerosas.

Los entiendo, también tengo miedo de que se separen de mi lado ya que siento que si eso pasa ya no los veré y eso no podre sopórtalo nuevamente, los recuerdos son dolorosos y tan nuevos que aun puedo escuchar los disparos, el sonido de algo caer y el aroma fuerte de sangre llegar a mi nariz, es doloroso como traumante para mí y mis hermanos.

Miro el otro lado de la nave, tras ese compartimiento están Noah, Raul y Samuel, los otros integrantes del grupo, el dolor vuelve a remolinarse en mi interior al recordarlos.

Noah, un chico de 23 años aproximadamente, de estatura pasado lo 1. 80, piel bronceada muy profunda casi llegando al moreno pero no tanto, sus facciones eran masculinas pero alegres, su sonrisa alegre y loca lograba derretir a muchas chicas acompañado de su cabello rizado marrón rojizo y sus ojos oscuros que brillaban como dos piedras ónix llenas de diversión, nos alegraba con sus bromas pesadas y ridículas hacia los otros cadetes o a nosotros mismo que iluminaban nuestro días grises, aún recuerdo cuando pinto de morado a Raúl, lo correteo por toda la base durante 3 horas sin parar.

Raúl, es un chico de 24 años de edad, su altura era de 1.80-84, o eso decía, era de piel pálida como la leche que lo cuidaba como si fuera lo más valioso del mundo, nunca salía sin un protector solar o un gorro para evitar broncearse, sus facciones masculinas y aristocráticas le daban un aire elegante y sofisticado, sumando su cabello rubio dorado, ojos verdosos y sonrisa de anuncio de pasta dental le proporcionaba un encanto mágico, pero su humor de gruñón le quitaba parte de ese encanto, era muy malhumorado y casi cualquier cosa lo molestaba, era un poco insoportable pero era amigable y leal con nosotros, además que hacia unas hamburguesas increíbles.

Y no puede faltar nuestro líder, hermano mayor, responsable de cuidarnos, aguantarnos y educarnos algunas veces, Samuel, es un chico de 25 años de edad, su estatura era de 1.82 pero a veces era más, a veces menos, depende de cómo viste, su piel también estaba ligeramente bronceado pero no tanto, sus facciones masculinas eran dominantes y fuertes, agregando el físico que se cargaba podría intimidar a varias personas más con su mirada de hierro, esos ojos grises oscuros junto a su cabello color negro cuervo lo hacían ver peligroso y poderoso, pero tenía una paciencia increíble que ni yo poseo, además era muy protector con nosotros.

Los momentos con estos 5 chicos con únicos como tristes, graciosos, peligroso, felices y dolorosos, nos acompañamos desde nuestro primer año en la base del país como cadetes, luego formamos un escuadrón y con nuestros méritos logramos ir a Rusia para entrenar mejor, pero ahora…

-No llores Nox- escuche la voz de Felix mientras una mano limpiaba las lágrimas que caían de mi rostro, mire su rostro que parecía triste y dolido, luego mire a Charlie quien me miraba de la misma manera que el rubio, solo pude acariciar sus mejillas con mis manos con ternura.

-Lo se chicos, pero debemos ser fuertes ahora- dije mientras intentaba darles ánimos a ellos- ellos estarán bien ahora- añadí con una sonrisa cálida que contrarrestaba mis lágrimas.

Ellos me devolvieron la sonrisa, estos chicos son mi todo ahora y no permitiré que nada malo les pase, para eso debo acabar con esos malnacidos que hirieron a mis hermanos, pero ahora debo de apoyarlos antes de empezar la cacería.

-Bueno…-dije mientras me retiraba las ultimas lágrimas de la cara -es momento de que duerman un poco, llegaremos al aeropuerto mañana a la mañana- añadí con firmeza.

-Lo sabemos Nox- dijo con una sonrisa feliz el chico de ojos zorrunos- ya quiero llegar a casa para ver a mi abuelita, extraño sus galletas de chocolate junto a su capuchino inglés- dijo con estrellitas en sus ojos, este chico parece un niño que un soldado.

-A ver y cuando invitas a comer- dijo Felix golpeando su cabeza con cariño, Charlie acaricio su cabeza donde recibió su golpe y respondió

-Si sigues tratándome mal nunca te invitare a probarlos- dijo para luego enseñarle la lengua de forma infantil, el otro dejando atrás su orgullo militar también le enseño la lengua y dijo.

-No importa, iré a casa de Nox a comer su pastel de chocolate  con fresas y no te invitaremos- dijo con una voz infantil, yo estaba intentando no reírme de mis amigos, nadie pensaría que estos dos niños son soldados de alto rango, antes de que Charlie dijera algo añadí.

-Si no dejan de comportarse como niños no invitare a nadie a mi casa y menos mi pastel de chocolate con fresas- dije en un tono de mandato bajo la mirada sorprendida de ambos- me entendieron?- añadí como si fuera su madre.

-Eres malvada Nox- dijo Felix haciendo un puchero adorable, seguido de Charlie quien le siguió la corriente e hizo un puchero, no aguante más y reí pos sus caras.

-Son unas linduras estos fuertes soldados- dije apretándoles un poco las mejillas con una voz aniñada, ellos alejaron mi mano de sus cachetes para volver a sus antiguas posiciones, uno sobre mi hombro y otro sobre mis muslos, con mano que aun sostienen las colocaron sobre su cabeza, en señal de mimos.

Sonreí con ternura ante su actitud infantil y mimada pero tengo algo de culpa por eso, acostumbre a los chicos a mimarlos un poco cuando ellos lo necesitaban ya sean en abrazos, caricias en la cabeza antes de dormir o cocinándoles un poco, se volvieron muy malcriados pero no me molesta.

Son mi familia que se volvieron esenciales para mí en este corto tiempo, por eso los protegeré con todo lo que tengo para que nada malo les pase, sé que ellos harían lo mismo que yo ya que somos una familia sobreprotectora y de armas tomar.

NoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora