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Nada es lo que parece en la familia Gelegher y lo digo yo que soy integrante de ella, nuestro pasado es brillante y exitoso pero está rodeada por secretos, secretos que nadie las podría creer pero son tan reales como mis ojos chocolate y lavanda.

Esos secretos están cubiertos por una gran capa de polvo y oscuridad tan intensa que solo los pocos pueden desempolvarlo y averiguar sus datos, pero eso sí, nadie más lo debe de saber o estarás atrapada con ellas en ese frio, polvoriento y olvidado lugar.

La oscuridad se hace presente en la casa Gelegher, en cada esquina es cubierta por un manto negro siendo sólo iluminado ligeramente por la luz de la luna, cubriendo una gran parte de la oscuridad de la casa pero que aún sigue ahí.

Agatha se encuentra sentada en su cama, con la respiración acelerada y el sudor deslizándose de su rostro, ligeros temblores se muestran en los dedos de las manos junto a la mirada perdida que busca un punto que la haga volver en sí.

La pesadilla se sintió tan real.

Algunas pocas lágrimas escaparon de sus ojos aun recordando ese sueño, la perdida de sus camaradas en muy fresca y ese sueño fue tan real que aún puede sentir la frialdad y dureza del metal sobre sus muñecas, se las tocó inconscientemente con el sentimiento del dolor y ardor fantasmal en ellas.

Se quita las mantas rápidamente y a pasos temblorosos avanza hacia la ventana abriendo las hojas rápidamente, la brisa suave y fría la recibe de manera dulce haciendo que las cortinas claras se mecieran de lenta junto a sus cabellos cortos.

Con los ojos cerrados por un tiempo dejó que el viento refrescar su rostro y mente, alejando es sueño feo y los sentimientos vinieron con ellos, tras unos minutos donde sentía que su mente estaba más fría decide abrir los ojos.

-Esa etapa ya estaba enterrada- dijo en un susurro que solo él viento podía escuchar -pero tal parece que aún no es así- concluyo con seriedad

Agatha había encerrado esos recuerdos tras un duro año batallando con las consecuencias del entrenamiento mientras trataba de superar los dolores, fue difícil pero logró enterrarlo en su mente con ayuda de sus hermanos, solo pocas veces logran abrir ese cofre y que se haya liberado en la casa sólo la molestaba más.

Aún siente que el apellido es pesado y muy mortal.

Mirando en el pequeño reloj que se encuentra sobre su escritorio dicen que son la 2 de la madrugada, hace apenas 3 horas estaba hablando con sus amigos y riendo de tonterías, una sonrisa ligera se escapa recordando ese momento, al sentir que el sueño no volvería decide salir a tomar aire desde el patio de la casa.

La casa está silenciosa, sólo las luces y los pocos guardias que cuidan la casa están en sus respectivos puestos, no son muchos los guardias que cuidan la gran casa ya que hay otros que la protegen desde hace mucho tiempo pero que desde hace años encuentran dormidos en el fondo de la casa.

Podría ser aterrador para algunos pero para Agatha solo siente calma ante eso, es como si las sombras mostraran que todo estaba bien y nada iba a caer, avanzando por los pasillos sintiendo el suelo frio con los pies descalzos, solo se podía escuchar el ruido de las mangas de sus pantalones deslizarse por el suelo junto al sonido de quejidos viniendo desde una esquina a la derecha.

Los quejidos agudos eran algo fuertes pero a la vez son bajitos que solo podrían escuchar si estabas a una distancia cercana, Agatha sabía que esos quejidos venían de la habitación de su hermana, lo cual logro hacer sentirla curiosa ante ese ruido, quizás algo pasaba con su hermana.

A pasos suaves se fue acercando a esa puerta haciendo que los quejidos sean más audibles, mientras más se acercaba pudo detectar otros ruidos más que solo lograron arqueada una ceja a Agatha para luego una mueca en sus labios aparezca.

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