15 (Parte 1)

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En el despacho, el abuelo Alejandro está sentado relajado bebiendo un poco de su habitual whiskey de manera serena, sus ojos parecen perezosos y animados como si estuviera entusiasmo por esta noche, después de 5 años siente que la espera vale la pena ya que ese lugar vacío será ocupado nuevamente y nadie podrá temer ahora.

El abuelo Alejandro recuerda la mirada de Agatha y siente que se ha hecho un gran trabajo en la base militar, la mirada altanera e infantil fueron reemplazados por unas fría, vacía de emociones y temores, los rasgos que mostraban con fuerza sus emociones fueron cubiertos por una capa de piedra que no reflejan nada de ellas y esos pasos firmes pero aun manteniendo la elegancia de las damas, además el pequeño corte de palabras hacia sus primos de manera filosa y definitiva aun muestra que algunos rasgos no desaparecieron, sino fueron pulidos de una manera tan fuerte que siente que con 2 palabras puede acabar con algunos tontos

El Abuelo Alejandro toma nota mental de felicitar al General por cambio de actitud hacia su nieta, puede que su nuevos color de ojos no haya sido de su agrado junto a su cabellera para nada de una dama pero lo deja de lado, la apariencia es lo de menos para el en estos momentos.

Su nieta está aquí y gloriosa, lista para tomar el puesto que muchos de sus ancestros lo han tomado con mucho honor, puede que sus hijos y sus familias no sepan de este puesto pero es mejor así, ellos no deben de meterse en temas oscuros y más si es del tema de los sabuesos

Ellos solo deben de saber que están salvos de todo a partir de esta noche, algo en su interior se remueve emocionado, una sonrisa suave pero llena de información se revela ante eso para luego dar un sorbo al whiskey sintiendo el sabor fuerte, amargo recorrer su garanta.

Después de casi 16 años, esta noche la casa Gelegher tendrá a un sabueso de vuelta.

Escucha unos golpes ligeros que vienen de la puerta, dice un ligero pero firme adelante, la puerta se abre y de otro lado se encuentra Héctor, su mayordomo leal y el que dirige a todos en la servidumbre, ese hombre que lo acompaño desde que asumió el bastón de liderazgo en esta familia.

Héctor es un hombre de estatura promedio, de rasgos normales pero envejecidos pero limpios de vello como barbas o bigote, su tono color trigo tirando hacia el blanco lo hacían notorio entre los demás junto a su traje de mayordomo color negro, y ojos muy oscuros como el carbón que logra atemorizar a muchos de los trabajadores de la casa, su escaza cabellera negra y blanca que destaca su mayoría de edad siempre es peinado hacia atrás, de extremidades delgadas y torso delgado no demuestra ningún signo de la edad como artrosis o dolores lumbares.

Ha trabajado por más de 50 años tal; como sus padres y abuelos; sirviendo a la familia Gelegher se ha convertido en un perfecto ciervo para los pedidos del líder de la familia, en pocos años piensa retirarse junto al líder y ceder a otro el puesto de mayordomo principal de los Gelegher.

- Señor Alejandro - hablo en voz rasposa pero que guarda los años de edad el respeto y suavidad que ha aprendido con los años para dirigirse a los señores y señoritas de la mi familia, el abuelo Alejandro hace un gesto para que se aproxime hacia el frente, Héctor avanza a pasos rápidos hasta quedar al costado del abuelo y decir

- He traído lo que me pidió – dijo en un tono tranquilo, con una postura erguida y el rostro hacia el frente, mirando a la pequeña biblioteca privado del despacho.

- Hazlo pasar Héctor - ordeno el abuelo Alejandro mirando a su siervo más fiel, Héctor se inclina ligeramente para luego mirar hacia a la puerta donde se observa una figura parada de manera temerosa, hace un gesto con la mano hacia la figura quien con nervios avanza hacia el despacho hasta quedar a unos pasos prudentes del escritorio bajo la mirada del abuelo.

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