Capítulo 4: No Estás sola...

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-¡¡YA CÁLLATE!! ¡¡ME TIENES HARTO!!

-¡¡Mami!! ~la pequeña se encontraba llorando y suplicando por que aparezca su padre o su mamá~

-¡¡QUE TE CALLES!!! NO ENTIENDES!!?? ~agarró a la niñita del cuello~ Te callas o- ~fue interrumpido por un portazo, inmediatamente volteó con el ceño fruncido~

-¡Jefe! ¡Tenemos información de la persona que busca! ~habló con algo euforia, pero se quedó callado al darse cuenta de lo que acababa de hacer, acaba de interrumpir a J. One~

-¡¡PERFECTO!! ~dijo alegre el peliazul, soltando a la niña y dirijiendose hacia el chico que abrió la puerta, el otro se sorprendió totalmente al ver que su jefe respondió contento en lugar de amenazarlo por la interrupción~

-E-emm... Aquí está lo que recibí de los chicos que mandó a vigilarlo... ~le entregó una carpeta, el peliazul la abrió y pudo observar algunas fotos, direcciones y lo que hacía normalmente ese chico, justo la información que necesitaba~

-¡Ahora si! ¡Se lucieron! ¡¡Justo lo que necesitaba de ustedes!! Parece que alguien está haciendo bien su trabajo... ~golpeó la nariz del otro chico dos veces y se acercó a él para dejar un beso en su mejilla e irse saltando como si de un niño de 5 años se tratara, el otro solo quedó muy confundido, el peliazul podía ser muy bipolar a veces, tenía que acostumbrarse~

El chico aún seguía confundido, pero reaccionó y se dirijió hacia la pequeñita, la cual cuando lo vió empezó a retroceder

-No tengas miedo linda... No te haré nada... Mira... Te traje esto... ~le dió una pequeña paleta a la niña, ella solo la tomó~

El chico, de verdad lo hacía de buena manera, no tenía intención de dañar a la niña, al contrario, sentía lástima por ella, rompía las reglas a escondidas de J. One y alimentaba a las personas que se encontraban encerradas en el lugar, sabía que eso podía costarle su vida, pero sentía mucha pena por las personas que tenía capturadas su jefe, las consideraba con suerte, a otras sólo las mataba al instante, incluso cuando caminaban tranquilamente por la calle, él mismo no entendía por qué quizo formar parte de eso, pero ya no había vuelta atrás, no podía dejar de trabajar para J. One, sabía que el chico lo mataría, y si pensaba desaparecer, sabía que el otro lo encontraría, no tenía escapatoria, sólo esperaría a que el peliazul ya no lo necesitara y lo matara, su destino ya estaba escrito, si ya no lo necesitaba, no lo dejaría ir, J. One sabía que puede revelar su ubicación y todos sus secretos, así que no tenía otra alternativa

-¿U-usted sabe donde está mi papi?... ~habló la pequeñita con la voz entrecortada y limpiando las lágrimas de sus ojitos~

-No lo sé... Pero pronto vendrá a buscarte ¿De acuerdo?... ~se acercó más a la niña, le limpió las lágrimas y la miró con una sonrisa~ Lo siento pequeña, me tengo que ir... No puedo estar aquí... Pero prometo venir seguido a verte ¿Bien?... No estas sola... ~volvió a sonreírle a la más pequeña y está también sonrió asintiendo~
-Te dejaré esto por aquí... ~dejó al lado de ella el pequeño peluche de ardillita, que aún la niña no había podido agarrar de la sillita, y junto a éste dejó unas galletas con chispas de chocolate y salió de él cuarto oscuro cerrando la gran puerta~

 ~dejó al lado de ella el pequeño peluche de ardillita, que aún la niña no había podido agarrar de la sillita, y junto a éste dejó unas galletas con chispas de chocolate y salió de él cuarto oscuro cerrando la gran puerta~

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