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Esa tarde, Minho no podía estar más feliz de permanecer en la escuela.

Odiaba la escuela y odiaba a todos ahí pero más odiaba su casa y sus padres, odiaba las reuniones formales a la que estos lo obligaban a ir y la manera en que debía comportarse.

No era él simplemente.

Pero en la escuela, tal como una abeja minho revoloteaba entre pétalos destacándose entre el resto, con su físico y posición minho podía hacer lo que quería con quien quería.

¿Consecuencias? Para nada.

Al menos no públicas.

Con su rostro de muñeco y su uniforme bien portado caminaba por los desiertos pasillos, cantando una canción del momento que había escuchado por la radio esta mañana.

La mayoría de los alumnos se habían ido y aunque hubiera escapado y no traerse más trabajo innecesario como lo era organizar un estúpido baile de escuela, nada le costaba y estaba seguro que algo de diversión podría sacar de ello.

Además, tampoco era tonto. Organizar aquel evento le permitiría estar más tiempo fuera de casa sin manchar su imagen, sería una buena carta para sacar cuando no quiera asistir a algún evento aburrido de sus padres.

Y con la invitación en mano, abrió las puertas del único lugar apto de la escuela para organizar su mísera fiesta: el gimnasio.

Sin fallar en su lógica, observó el lugar con un montón de cajas esparcidas además de bolsas y cosas para decorar.

Barrió el lugar con su mirada, buscando a alguien que destacase al menos un poco para creer que era alguien importante. Minho creía que entre más brillaras más ventaja tendrías.

¿Y qué más iba a creer? Si había crecido acostumbrado a ser una luz para opacar la sombra, aún si era a la fuerza, Minho siempre sería la luz.

Al no encontrar alguien lo suficientemente destacable, minho se dirigió al grupo de chicas que conversaban mientras ponían una escalera.

—Oye.— Llamó a una pelirroja que inmediatamente volteó ante el llamado. Sin esperar a que hablara levantó la invitación y señaló la parte de abajo.— ¿Alguno de ellos está aquí?

—A Seungmin no lo he visto.— Murmuró pensativa.— Chris creo que fue por unas cosas a la bodega, puedes esperarlo en las gradas de allá.— Señaló.

—Gracias, linda.

Con una sonrisa caminó hacia la esquina de la primera fila de las gradas y se sentó ahí, junto al montón de hojas descuidadas con la vista pegada a la puerta que daba a la bodega.

No pasó mucho hasta que vió una pila de cajas con piernas empujar la puerta que daba con la bodega.

Esperó pacientemente que aquel sujeto dejara las cajas a un lado y lo observó sin ningún disimulo. Aquel chico rubio no deslumbraba como Minho lo esperase.

Se dedicó a observarlo un poco más, cayendo en que era él con quien había chocado más temprano en la escuela. buscó una chispa o algo que le indicase que aquel sujeto era una luz pero más que eso parecía un tintineo leve y débil, gritando en silencio al verse consumido por la luz y la sombra, siendo opacado por ambos.

Aquel rubio no era ni lo uno ni lo otro.

—¿Quién eres?— Se le escapó.

—¿No debería preguntar eso yo?— Christopher rápidamente respondió, viéndose calmado ante la imponente presencia del contrario.

Entonces, Minho se sorprendió. Era imposible que alguien no lo conociera.

—¿No sabes quién soy yo?— Soltó una pequeña risa, seguida de Christopher.

Por supuesto que sabía quién era, después de todo era una de las caras más populares y conocidas en los murmullos de los pasillos.

—¿Lee Minho de la clase cuatro de último grado?

—Exactamente.— Afirmó orgulloso.— Busco a Christopher Byung.

—Bang.— Corrigió, volviendo a su asunto en las cajas.

Al notar que ahora la atención del rubio estaba en lo que sea que hubiese en aquellas cajas, Minho se levantó de su asiento y se plantó entre el chico y las cajas.

—¿Sabes a qué hora llega? Me dijeron que lo esperara aquí.— Puchereó.

—Soy yo.— Respondió sin cuidado el más bajo, esquivando al contrario y abriendo las cajas dispuesto a sacar los materiales.

Y de nuevo, Minho se vió sorprendido por la respuesta del contrario al punto de no creerlo.

—¡Imposible!— Exclamó.— ¿Eres tú quien está organizando todo este circo?

—Sí ¿Pasa algo?— Intentó sonar amable, pero le estaba siendo imposible, no cuando había sido un mal día y lo único que quería era irse a ningún lado, fuera de problemas, fuera de exigencias y fuera de sí mismo; de su mente y su propio repudio.

—No brillas.— Resumió.

—No soy un ser de luz.— Contestó haciendo reír a Minho.

—Me caes bien, rubio.— amistosamente chocó su puño con su hombro. Christopher trató de formar una sonrisa para que el chico se fuera.

—¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?— Preguntó directo, dejando a un lado las cosas y dándole completamente su atención al castaño frente a sí, sin saber que aquello contentó a Minho.

—Como sabes, un circo no puede dirigirse sin un buen director.— habló ayudando a sacar las cosas de las cajas y con el tono más inocente siguió:— Yo puedo ayudarte.

Sin entender Christopher frunció el ceño, permitiendo al otro continuar.

—Puedo hacer que tu show sea el mejor, solo permíteme iniciar la función.—Christopher rió por el uso de metáforas al igual que el contrario, siendo ignorantes que dicha función ya había comenzado.

El telón estaba levantado y lo que en ese entonces se veía como un pequeño gimnasio de una escuela privada, se convertiría en el peor de los escenarios y en el mejor de los desastres.

La cuenta regresiva ya había comenzado y no había manera de detenerla.

¿Qué les pareció?

Siendo honesta me siento un poco insegura del capítulo y la manera en que lo escribí porque no me expresé de la manera en que quería qkflfkcl

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