INTRODUCTION #2

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Importándole poco aventó el gigantesco libro a un lado y su mochila al otro

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Importándole poco aventó el gigantesco libro a un lado y su mochila al otro.

Estaba enojado.

Enojado con Kim Seungmin, enojado con el mundo y por sobretodo; consigo mismo.

¿Por qué era tan inútil? Se sentía tan frustrado de no poder hacer las cosas bien.

Miró con ira los miles de post-it's pegados en todos los lugares visibles en su habitación; escritorio, puertas, libros e incluso en la cabecera de su cama. Uno por uno fue arrancando sin importar si se despegaban por completo o se terminasen rasgando.

Sin percibirlo la frustración convertida en lágrimas había aparecido bajando por sus mejillas mientras aquello que quería gritar era silenciado por sí mismo.

Barrió con su vista su habitación a las oscuras de la noche y quería arrancar hoja por hoja de cada texto de ayuda, de cada libro, de cada guía de estudio que preparó con tan arduo trabajo.

¿De qué le servía? Jamás tendría el reconocimiento que quiere. Si no lo tuvo antes ¿Por qué lo tendría ahora?

Pensó que por fin podría tener ese sentimiento de plenitud, de orgullo; aquel sentimiento que alimentaba tu ego intelectual al sentir que una idea propia de ti fue tomada en cuenta. Realmente no sabía si existía ese sentimiento en concreto, pero aquella felicidad que sintió en el momento en que el profesor le había dicho que su idea para el proyecto era maravillosa se esfumó tan rápido como arena entre los dedos en cuanto Kim Seungmin, había llegado directo al despacho del director a compartirle la "pequeña idea" que tuvo para el proyecto durante clases, la cual fue suficientemente agradable y buena para el director que inmediatamente reemplazó su idea por la de ese chico.

No era justo.

Su idea era más planificada y había durado al rededor de una semana pensándola y planeando detalle por detalle para que fuera perfecto, había calculado todas las variables posibles, las ventajas y las desventajas. Había sido cuidadoso sobre el presupuesto que la escuela iba a invertir en el proyecto, las comodidades... había calculado cada mínimo detalle para que su idea fuera perfecta.

Pero justo venía Kim Seungmin; el presidente de la clase, el primer lugar en todo, la esperanza de la escuela y de los profesores, el honorable y perfecto chico a quien no le tomó más de unas horas pensar en una idea mejor que la de él y que prácticamente lo pateó fuera de aquel proyecto.

Aún recuerda la altanería con la que le habló.

“espero que te sientas cómodo desarrollando mi idea”

Gruñó recordando la tonta sonrisa que le regaló en cuanto fue llamado al despacho del director junto con la psicóloga y el profesor a cargo.

Kim Seungmin aparentaba ser el chico perfecto ante los ojos del resto, pero él no se dejaba engañar tan fácil, Christopher sabía que tras aquella faceta de ángel había un demonio empeñado en hacerle la vida imposible, en hacerlo menos.

Y se encargaría de destapar su rostro de la máscara que él había idealizado para el resto, de demostrar a todo el mundo la verdadera cara de Kim Seungmin.

Soltó las hojas y el libro que tenía en manos y trató de controlar su enojo, cerró los ojos y con la mayor de las calmas se deslizó hasta quedar apoyado en la madera de la parte baja de su cama y sonrió al recordar las palabras del castaño cuando estuvieron a solas.

“Acéptalo, no eres más que un tonto que aparenta saber.”

Si Kim Seungmin creía eso de él, le demostraría cuan equivocado está.

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