Por favor, hablemos de ese sentimiento que invade tu pecho cuando terminas una relación.
Te sientes vacío, piensas que todo está perdido y las ganas de llorar son inmensas.
Así mismo se sentía Sukuna Ryomen. No sabía que una ruptura podía doler tanto hasta que conoció a ese maldito mocoso de ojos bonitos y pestañas largas.
Conoció el verdadero amor, recíproco y tan puro que por el momento no puede desear no haberlo conocido, cuando fue lo más precioso que vivió en sus veintidós años de vida.
— ¿Puedo saber porqué?
Los ojos oscuros lo miraron con tristeza, bañados en lágrimas y reprimió un sollozo mientras negaba.
— Es mejor que no lo sepas, Sukuna.
¿Por qué no? Merecía una respuesta. No podía vivir pensando que hizo algo malo en su relación.
Pero aún así no dijo nada más, asintió y le dedicó una pequeña elevación de comisuras antes de inclinarse un poco en modo de despedida.
— Supongo que nos veremos después, Megumi. Gracias por todo.
De verdad pensó que podría sobrellevar la situación. Maldición, no era la primera vez que pasaba por una ruptura, pero cuando se topó de frente a su ex novio en el pasillo de la universidad se heló.
Y de verdad quiso regresar hace dos meses atrás, donde todo parecía estar bien, para poder inclinarse a robarle un beso y recibir un codazo de un pequeño Megumi demasiado sonrojado junto a un "aquí no, Ryomen".
Lucía tan precioso como siempre. Ni una pizca de cansancio en su rostro, entonces maldijo en su mente.
¿Era el único que la estaba pasando mal?
Las preguntas continuaron cada vez más dolorosas.
¿Fue el único que de verdad amó en esa relación?
No lo entendía, de verdad no entendía nada de lo que pasaba y qué había hecho mal.
Corrió el rostro con enojo y pudo ver a Megumi alzar su mano, tal vez para intentar pararlo, pero tan rápido como se alzó volvió a bajarla, pasando por su lado para llegar a Nobara y saludarla.
Escuchó su risa de fondo, y solo eso bastó para que su corazón se rompiera aún más.